Fuente: https://elsudamericano.wordpress.com/2022/04/20/pensar-otro-tiempo-rosa-luxemburg-y-el-concepto-de-historia-por-filippo-menozzi/
PENSAR OTRO TIEMPO: ROSA LUXEMBURG Y EL CONCEPTO DE HISTORIA por Filippo Menozzi
Liverpool John Moores University (2018)
Traducido del Inglés para El Sudamericano
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Este ensayo considera la significación del pensamiento de Rosa Luxemburg en relación a los discursos sobre la concepción materialista de la historia. Luxemburg se comprometió ampliamente con el método de Marx para comprender las consecuencias del capitalismo, y el socialismo como una posibilidad concreta. En La Acumulación del Capital (1913), aborda el problema de la reproducción económica y las condiciones materiales para la expansión global del capital. Sin embargo, sus escritos han provocado una larga tradición de debate sobre su contribución a la teoría marxista. Dentro de esta tradición, Michael Löwy y Norman Geras han discutido la idea de la historia de Luxemburg, dando interpretaciones divergentes de su influyente frase, “socialismo o barbarie”.
Sobre la base de los términos clave de su argumento, este ensayo propone leer La Acumulación del Capital como una convincente reflexión sobre la contingencia del capitalismo. El análisis de Luxemburg de la trayectoria de la acumulación muestra la manipulación capitalista del proceso de transmisión social e insta a una reapropiación de la historia contra la teleología capitalista de la expansión perpetua.
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En un ensayo reciente titulado “Mujer al borde de la revolución”, Jacqueline Rose escribe que “si Rosa Luxemburg se ha convertido en una heroína para nuestro tiempo, es también porque su momento revolucionario, engendrado en aquellas primeras décadas del siglo XX, hace eco ahora con los nuestros”.1 Escritos después del levantamiento de 2011 en el norte de África y Oriente Medio, los comentarios de Rose atestiguan el hecho de que casi un siglo después de su muerte, Rosa Luxemburg es percibida como parte del presente, una heroína de nuestro tiempo. El acto de declarar a “Rosa la Roja” nuestra contemporánea, sin embargo, no solo implica reflexionar sobre la actualidad de su legado. No se trata solo de mostrar la relevancia, digamos, de los pensamientos de Luxemburg sobre la huelga de masas en una era de movimientos sociales globales de protesta. Como escribió Hannah Arendt en su ensayo de 1966, pensar en Rosa Luxemburg en el presente significa desafiar la percepción de “Rosa la Roja” como un mero “símbolo de nostalgia por los buenos viejos tiempos”;2 significa formular una pregunta crucial: “puede la historia verse diferente si se ve a través del prisma de su vida y obra?”3 La pregunta, en otras palabras, no se refiere a cómo actualizar Luxemburg para el siglo XXI, sino cómo repensar el significado de nuestro tiempo a través de la transmisión de su vida y legado. Rosa Luxemburg no es sólo un patrimonio para la recolección nostálgica de un pasado utilizable que puede ser objeto de adaptación. Su pensamiento necesita convertirse en un “prisma” a través del cual pudiera reinterpretarse radicalmente el presente.4
Por esta razón, abordar a Rosa Luxemburg como una heroína de nuestro tiempo implica reimaginar el significado de la historia, la relación entre pasado y presente y, lo más importante, las formas en que el pasado puede transmitirse en el presente. Significa, como explica Arendt, no tratar la historia “como el trasfondo inevitable de la vida de una persona famosa”, sino “como si la luz incolora del tiempo histórico fuera forzada y refractada por el prisma de un gran personaje, de modo que en el espectro resultante se logre una unidad completa de la vida y el mundo.”5 La imagen del prisma de Arendt sugiere que revisar el pasado puede cambiar radicalmente la forma en que se ve el presente. Y cabe señalar que Luxemburg escribió convincentes meditaciones sobre el problema de la historia y el significado de transmitir el pasado como herramienta para criticar el presente. No solo examinó estos problemas en su “Panfleto Junius”, escrito hace un siglo al comienzo de la Primera Guerra Mundial. También proporcionó reflexiones inspiradoras sobre el tiempo histórico en su obra maestra, La Acumulación de Capital, al aplicar el método dialéctico de Marx para comprender condiciones históricas del capitalismo. Este ensayo explorará cómo los conceptos mismos de historia y transmisión histórica pueden pensarse de otra manera, comenzando por el “Pafleto Junius” de Luxemburg y procediendo a interrogar la tradición de debate a la que ha dado lugar este panfleto. Mis reflexiones concluirán contribuyendo a estos debates a través de una lectura de La Acumulación del Capital. El concepto de Historia de Rosa Luxemburg, de hecho, necesita ser vinculado a una intervención consciente animada a recuperar la transmisión histórica [legado] de las manipulaciones del tiempo por parte del capital. Reevaluar la relevancia de Rosa Luxemburg para nuestro tiempo implica abordar las implicaciones políticas y teóricas de pensar el concepto de Historia a través de sus escritos.
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1. La Pregunta por la Historia
Luxemburg examinó el concepto de historia en lo que se conoce como el “Panfleto Junius”, un ensayo titulado “La crisis en la socialdemocracia alemana” (1915), escrito mientras estaba en prisión por su oposición a la Primera Guerra Mundial. El panfleto expresa su desacuerdo y decepción ante la capitulación del Partido Socialdemócrata Alemán a través de su voto en favor de la guerra en 1914. El Partido, en ese momento la organización socialista más grande del mundo, traicionó el principio de solidaridad de clase internacional defendido por la Segunda Internacional al optar por defender la “tierra de nuestros padres” Alemana. Como señala Mary-Alice Waters, “el 4 de agosto de 1914 ha sido reconocido durante mucho tiempo como una de las fechas más ignominiosas en la historia del movimiento socialista internacional.”6 Esta circunstancia histórica urgió a Luxemburg a reflexionar sobre el significado de los eventos dentro del curso histórico de principios del siglo XX. En su ensayo, Luxemburg escribe que los hombres “no hacen la historia según su propia voluntad. Pero, no obstante, hacen historia”, parafraseando un influyente pasaje de El 18 Brumario de Luis Bonaparte de Marx.7 La acción de las clases oprimidas “depende del grado de madurez en el desarrollo social. Sin embargo, el desarrollo social no es independiente del proletariado, sino que es igualmente su fuerza motriz y su causa, su efecto y su consecuencia”.8 Luxemburg señaló que los acontecimientos históricos no pueden explicarse únicamente por leyes objetivas porque son productos de la acción y la conciencia humanas. Por lo tanto, la clase obrera tiene una responsabilidad histórica especial: las condiciones objetivas pueden y deben ser cambiadas por la acción y la conciencia del proletariado; en 1915, esto significaba restablecer la solidaridad de clase y evitar el descenso a la guerra imperialista. Luxemburg afirma que el “desarrollo social” es, al mismo tiempo, causa y efecto, fuerza motriz y consecuencia de la acción de la clase obrera.9 Como señala György Lukács, Rosa Luxemburg captó que el proletariado es ”entonces, uno y al mismo tiempo producto de la crisis permanente del capitalismo e instrumento de aquellas tendencias que empujan al capitalismo hacia la crisis… Pero la conciencia de clase del proletariado… no avanza según “leyes” mecánicas”.10
Para comprender completamente el problema conceptual abierto a través de estos comentarios, los pensamientos de Luxemburg deben vincularse a su fuente. En El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Marx reveló el vínculo problemático entre acción como proceso y determinación histórica al afirmar que “Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas desde el pasado.”11 Esto sugiere que la creación de la historia, es decir, la acción como proceso, no puede ser separada de las circunstancias “legadas desde el pasado”. El ser humano es libre de intervenir y cambiar la realidad social, pero sólo puede hacerlo desde la situación en la que se encuentra, y que no han sido producidas por él. La historia se hace a través de un proceso de transmisión y determinación.12 El Dieciocho Brumario fue escrito en 1852, pero ya en 1845, en sus “Tesis sobre Feuerbach”, Marx había comenzado a abordar este problema al exponer los límites de la filosofía materialista contemplativa de Ludwig Feuerbach, que ve la realidad o “sensualidad” como un mero objeto de conocimiento. En contraste con una versión contemplativa del materialismo, Marx argumentó que “la cosa, la realidad, la sensualidad” no debe verse como un objeto estático y pasivo, sino más bien como una “actividad humana, práctica” sensorial.13 El materialismo histórico muestra que incluso aquellas condiciones históricas que se transmiten desde el pasado, aunque no elegidas por las generaciones presentes, siguen siendo producto de la acción, el trabajo y la lucha de las generaciones pasadas. La realidad que el presente hereda del pasado fue a su vez creación humana. Tal concepto de historia enfatiza que la acción conciente de los seres humanos en la historia no puede separarse de un proceso de transmisión. Además, plantea el dilema de lo que Eric Hobsbawm llama “la relación fundamental entre el ser social y la conciencia”.14 ¿Puede la conciencia de clase cambiar la historia en lugar de limitarse a reflejarla? ¿Son las circunstancias históricas transmitidas principalmente un efecto o una causa de la acción y la lucha humanas? El compromiso de Rosa Luxemburg con los acontecimientos de su época la llevó a proponer una exploración intensa de estos temas.
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2. Acción Conciente Transformadora [Praxis] y Determinación
Michael Löwy y Norman Geras se han centrado en “La crisis de la socialdemocracia alemana” y han expresado ideas divergentes sobre la noción de Historia que anima la vida y la teoría de Luxemburg. Podría argumentarse que los puntos de vista de Löwy y Geras en el debate representan las dos caras de la moneda de la influyente proposición de Marx, la voluntad como acción tranformadora y la determinación, ya que acentúan diferentes aspectos que están presentes en el pensamiento de Luxemburg. Michael Löwy enfatiza el papel de la acción humana al insistir en la importancia del factor subjetivo y una “historia abierta”, mientras que Geras insiste en las condiciones históricas objetivas como motivación clave para la intervención revolucionaria. Löwy y Geras centran su debate en el influyente lema “socialismo o barbarie”, que Luxemburg reformuló del Anti-Dühring de Engels y profundizó en su “Panfleto Junius”. Comentando los efectos de la participación del partido socialdemócrata alemán en la guerra, Luxemburg afirma que “la sociedad burguesa se encuentra en la encrucijada, ya sea la transición al socialismo o la regresión a la barbarie”: “regresión a la barbarie” significa el “triunfo del imperialismo” y la “aniquilación de la civilización” a través de la guerra mundial.15
La reformulación de Luxemburg del “socialismo o barbarie” de Engels se ha convertido en un grito de guerra en la tradición socialista. En una primera lectura superficial, la frase puede interpretarse como un estímulo para luchar contra la violencia de la guerra imperialista y para obstaculizar la lógica agresiva del capitalismo. Sin embargo, el significado exacto de esta oración ha sido objeto de intensa discusión. Uno de los ensayos más sofisticados dedicados a este pasaje es el trabajo seminal de Michael Löwy de 1971 “La concepción de “Socialismo o Barbarie” de Rosa Luxemburg”.16 comenzando por la sección del “Panfleto Junius” citado arriba. El punto de partida de la reflexión de Löwy es el dilema de si el socialismo es “el producto inevitable y necesario” del desarrollo histórico o “sólo una elección moral”.17 Löwy afirma que el “Panfleto Junius” representó una ruptura radical en la vida de Rosa Luxemburg. Antes de la época del “Panfleto Junius”, los escritos de Luxemburg mostraban rastros de la predominante idea ‘fatalista’ de la historia que estaba muy extendida entre la intelectualidad socialista en Alemania, la noción de que el colapso del capitalismo era inevitable y que habría implicado automáticamente el auge del socialismo. Sin embargo, Löwy comenta que después de la “catástrofe” de 1914, Rosa Luxemburg se dio cuenta de que el advenimiento del socialismo no podía darse por descontado y que era más bien un objetivo que debía lograrse a través de la lucha constante y el compromiso político. Löwy señala que la idea clave de Luxemburg, en el “Panfleto Junius”, es que la historia no es unilineal y que no hay garantía de que el socialismo sea el resultado de los desarrollos del capitalismo.18 Desde este punto de vista, el papel de la clase trabajadora no consiste en una mera aceleración o acortamiento de un proceso histórico predeterminado. De hecho, las clases oprimidas deben decidir el rumbo de la historia. Löwy elabora el significado teórico y metodológico más amplio de esta ruptura conceptual radical. Él rastrea la reflexión de Luxemburg hasta el Anti-Dühring de Engels, más específicamente el pasaje en el que Engels escribe que “las fuerzas productivas creadas por el modo de producción capitalista moderno” y “el sistema de distribución de bienes establecido por él” están en un “sufriente contradicción” con el propio capitalismo, hasta el punto de que “para que la sociedad moderna no perezca, debe producirse una revolución en el modo de producción y distribución, una revolución que ponga fin a todas las distinciones de clase”.19
Engels enfatizó que los conflictos y tensiones producidos por el capitalismo exigían un cambio radical en el sistema, por lo tanto, una transición al socialismo. Pero aun así describió la transición al socialismo como un resultado casi automático y necesario producido por las contradicciones del capitalismo. A diferencia de Engels, Rosa Luxemburg reinterpretó radicalmente el significado de la alternativa entre “socialismo y barbarie” de una manera no determinista y no teleológica. El socialismo no es un desarrollo necesario de la crisis del capitalismo, sino una alternativa que necesita ser realizada, con urgencia, a través de la intervención política. El significado de esta intuición intelectual es, según Löwy, la idea de una “historia abierta”, en la que el socialismo es una posibilidad entre otras.20 Resume el tema de la siguiente manera:
“con su famoso eslogan, socialismo o barbarie, ella [Luxemburg] rompió, de la manera más radical posible, con todas las teleologías deterministas, proclamando el factor irreductible de la contingencia en el proceso histórico –lo que hace posible una teoría de la historia que finalmente reconoce el papel del factor ‘subjetivo’.”21
Este es un concepto de la historia en el que las condiciones históricas del presente no predeterminan el curso de la Historia porque la Historia es un campo de batalla abierto constantemente re-formado por la acción política. Michael Löwy señala, por tanto, que el lema “socialismo o barbarie” implica una percepción de la historia como un proceso abierto, una serie de “bifurcaciones” en las que el “factor subjetivo’ de los oprimidos –conciencia, organización, iniciativa– se vuelve decisivo”.22 Los oprimidos no solo son víctimas de la historia, ni son un mero instrumento para la realización de las leyes de la historia. Lowy observa:
“Ya no se trata de esperar a que el fruto “madure” según las “leyes naturales” de la economía o de la historia, sino de actuar antes de que sea demasiado tarde. Porque la otra alternativa es un peligro siniestro: la barbarie. Rosa Luxemburg no utiliza este término para referirse a una “regresión” imposible a un pasado tribal, primitivo o “salvaje”; para ella, es una barbarie eminentemente moderna.”23
El concepto de una “historia abierta” inspirado en Luxemburg lleva a Löwy a proponer un “marxismo de la imprevisibilidad” basado en la visión de que “si la historia está abierta, si “lo nuevo” es posible, es porque el futuro no se conoce de antemano; el futuro no es el resultado ineludible de una evolución histórica dada, el resultado necesario y predecible de las leyes “naturales” de la transformación social”.24 Según Löwy, un concepto de “historia abierta” desafía las ideas de la historia como algo natural, necesario y predecible, y se convierte en la condición previa para la acción política. La imprevisibilidad del proceso histórico vuelve a abrir el presente a una multiplicidad de posibilidades que igualmente pueden tener lugar, y por ende, a la dimensión ética y política de la lucha por la justicia social.
Sin embargo, la interpretación de Löwy ha sido cuestionada por otro importante heredero de Luxemburg. En su análisis del problema en El legado de Rosa Luxemburg, Norman Geras también aporta perspicaces reflexiones sobre el concepto de Historia de Luxemburg, proponiendo una crítica a la perspectiva de Löwy. El quid del debate se puede resumir en dos preguntas abiertas: la primera se refiere a si existe, de hecho, un cambio en la concepción de Rosa Luxemburg antes y después de 1915, algo que Löwy intenta demostrar y que Geras pone en duda. El segundo problema, más amplio y urgente para el propósito de este ensayo, es si el concepto de Historia de Luxemburg puede verse realmente como una crítica a la idea de determinismo histórico, como propone Löwy. Norman Geras argumenta que Rosa Luxemburg no rechazó el concepto de Historia como algo inevitable y, en cierto modo, predeterminado, pero fue precisamente por eso que pudo desafiar al revisionismo e instar a una intervención política consciente contra el capitalismo imperialista. Geras desarrolla dos puntos críticos en relación con el análisis de Löwy. En primer lugar, objeta la afirmación de que hay una ruptura en el concepto de Historia de Luxemburg después de 1915. Escribe:
“Primero: ni una sola de las formulaciones y argumentos citados por él [Löwy] como evidencia de una tentación fatalista en el pensamiento de Luxemburg antes de 1915 desaparece de sus escritos después de esa fecha… la fórmula socialismo o barbarie se asienta felizmente al lado del argumento de que está en el poder del proletariado “acelerar o retrasar” el desarrollo histórico… Además, la teoría del colapso capitalista inevitable… recibió una extensa elaboración teórica en La Acumulación del Capital en 1913, fue vigorosamente defendida contra los críticos en el Anti-Crítica en 1915, y fue reafirmada en la Introducción a la Economía Política.”25
Geras argumenta que sólo hay un concepto de Historia en Luxemburgo, concepto que ella defendió en todos sus escritos, y que la crisis de 1914 sólo le dio ocasión de restituir. No hay ninguna tentación “fatalista” en los primeros escritos de Luxemburg porque los términos que adoptó para describir la historia permanecieron iguales. Sin embargo, desde sus escritos anteriores, las opiniones de Luxemburg parecen plantear una duda irresoluble sobre su concepto de historia. En su ensayo de 1900 “Reforma o revolución”, Luxemburg señala que “no es cierto que el socialismo surgirá automáticamente de la lucha diaria de la clase trabajadora”.26 Pero esto es así porque el socialismo será el resultado de dos factores: por un lado, las “crecientes contradicciones de la economía capitalista” y, por otro lado, “una transformación social” provocada por la conciencia de la “inevitabilidad de la supresión de estas contradicciones”.27 Este pasaje enfatiza los dos lados del pensamiento de Luxemburg acerca de la Historia. Determinación y praxis, ruptura necesaria y acción humana consciente se presentan como dos caras de un mismo proceso histórico. En su ensayo de 1900, afirma que el socialismo no surgirá automáticamente. Sin embargo, la participación política se basa en la conciencia de que la destrucción del capitalismo a través de sus contradicciones es “inevitable”. Incluso en su ensayo de 1906 sobre la huelga de masas, guiada por el imperativo de la lucha por la emancipación, hay pasajes que sugieren que la acción colectiva no es “hecha” o “decidida” artificialmente, sino que “es un fenómeno histórico que, en un momento dado, resulta de condiciones sociales de inevitabilidad histórica”.28 La opinión de Luxemburg parece ser que las acciones políticas deben ocurrir, como señala Furio Jesi, en el momento adecuado; no deben ser prematuros ni tardíos en relación con la situación histórica.29 En este contexto, términos como “inevitabilidad” parecen contradecir la idea de apertura e imprevisibilidad, y por lo tanto apoyan la opinión de Löwy de que, antes de 1915, el trabajo de Luxemburg muestra rastros de fatalismo y teleología. Pero los comentarios de Geras apuntan a una sugerencia aún más radical sobre la perspectiva de Luxemburg, que cuestiona la oposición misma entre los dos conceptos de la Historia: un concepto “fatalista” anterior a 1915 del inevitable colapso del capitalismo y una teoría posterior a 1915 sobre la apertura de la historia y sus múltiples alternativas. Según Geras, estas dos ideas no deberían oponerse porque no están en contradicción. Geras escribe que las dos ideas, “la idea del inevitable colapso capitalista” y “la idea del socialismo o la barbarie… lejos de ser contradictorias, ni siquiera son diferentes. Son una y la misma idea.”30
La antinomia entre fatalismo y activismo es, para Geras, un malentendido sustancial del concepto de Historia de Luxemburg. Vale la pena señalar, de todos modos, que critica a Löwy para apoyar una idea con la que las reflexiones de Löwy son altamente compatibles: Luxemburg se opuso firmemente a cualquier concepción pasiva u oportunista de que la revolución socialista podría haberse pospuesto porque de todos modos estaba por llegar. Para Löwy, el desafío de Luxemburg al fatalismo dependía de su conciencia de una “historia abierta”, mientras que para Geras, la antítesis del fatalismo está representada por la necesidad histórica del colapso capitalista. El gesto crítico de Geras se basa en un giro: mientras que Löwy centra su atención en la necesidad del socialismo, Geras replantea el discurso sobre la necesidad de la barbarie. Geras sugiere que es, precisamente, la idea de que el capitalismo conduce inevitablemente a la barbarie moderna, –por lo tanto, una idea de determinación histórica, incluso teleológica–, lo que obliga a las generaciones actuales a interrumpir el camino acelerado del capitalismo hacia la catástrofe y salvar a la humanidad de la inminente ruina universal. Geras escribe:
“Para Luxemburg, por lo tanto, lo que prueba la inevitabilidad del colapso capitalista no es la redundancia, sino la urgente indispensabilidad de la lucha revolucionaria consciente por parte de la clase trabajadora. Es por esa inevitabilidad, y no a pesar de ella, que se requiere tal lucha… Toda la teoría del quiebre le da sentido a la consigna “socialismo o barbarie”, distinguiéndola de la mera retórica; es su significado y no, como tantas veces se ha supuesto, su negación.”31
No es la idea de apertura histórica, sino la inevitabilidad histórica del colapso capitalista lo que hace que el socialismo sea urgente y, por lo tanto, motiva una intervención políticamente consciente de las clases oprimidas. La perspectiva de Geras sugiere que no hay nada contradictorio entre la teoría económica de Luxemburg sobre el colapso inevitable del capitalismo y su compromiso político de por vida de impulsar la acción colectiva.32 Después de la publicación del libro de Geras, Michael Löwy respondió a sus críticas. Reiteró su tesis sobre el punto de inflexión en el pensamiento de Luxemburg y los aspectos contradictorios del concepto de Historia que informan sus escritos. En su respuesta a Geras, Löwy escribe que la afirmación de Luxemburg de que “el socialismo es una necesidad para el progreso histórico” no “elimina la contradicción entre la fórmula “socialismo o barbarie”, que como subraya Geras apunta a “una duda genuina”, y la tesis de que la victoria del socialismo es inevitable.”33
Según Löwy, hay un problema no resuelto y una contradicción en el pensamiento de Luxemburg: la historia parece ser al mismo tiempo inevitable –necesaria, predeterminada, teleológica –y abierta–, contingente, impredecible, subjetiva. En su respuesta a Geras, Löwy sigue abordando el problema desde el punto de vista del inevitable ascenso del socialismo a partir de las contradicciones internas del capitalismo, en lugar de la inevitabilidad histórica de la barbarie, –es decir, la tesis de que si el capitalismo se mantiene en su estado puro, su lógica expansionista sólo puede conducir a la destrucción total. Este es un problema, de hecho, que no se puede explicar porque la alternativa entre la barbarie y el socialismo nunca fue completamente “resuelta” por Rosa Luxemburg. ¿Pensó Rosa Luxemburg que el socialismo sería una consecuencia inevitable del colapso del capitalismo o imaginó la posibilidad del socialismo como una sola opción, dependiente de la conciencia y la acción social? El problema, como señala Norman Geras, sigue siendo cómo asociar la visión claramente no fatalista de la historia de Luxemburg con “el hecho de que Luxemburg a veces hablaba de iniciativas políticas revolucionarias como meros aceleradores de un proceso unilineal, de la revolución socialista como simplemente “la otra cara” del colapso capitalista, del socialismo como una necesidad histórica o inevitabilidad.”34
El concepto de Historia de Rosa Luxemburg necesita ser observado planteando la pregunta, una vez más siguiendo a Marx: ¿cómo cambian los seres humanos un curso objetivo de la historia que los determina plenamente como su condición material de existencia? ¿Cómo mantener juntos la praxis y la determinación –la conciencia y el ser social? La interpretación de Löwy acentúa el papel del ser humano como hacedor de la historia, mientras que Geras enfatiza que el cambio histórico sólo puede ocurrir dentro de una situación que no ha sido elegida sino legada. Ambas perspectivas detectan aspectos centrales del método dialéctico de Luxemburg; tomados en conjunto, articulan y reformulan una pregunta central en el materialismo histórico.35 Löwy y Geras se centraron en el “Pafleto Junius” de Luxemburg y la frase “socialismo o barbarie”, que son clave para comprender estos temas. Sin embargo, la contribución de Luxemburg al materialismo histórico no se detiene ahí. En su obra maestra, La Acumulación del Capital, propuso la famosa teoría de que el capitalismo conduce inevitablemente a la destrucción total y la ruina universal. Sin embargo, también examinó las condiciones históricas de existencia del capitalismo y, lo que es más importante, la lógica de reproducción del capitalismo. Sus comentarios sobre estos temas indican que el sistema capitalista transforma radicalmente el significado histórico de los conceptos. En particular, el capitalismo afecta profundamente las posibilidades de praxis y la noción misma de determinación histórica. Su crítica a este mecanismo no solo continúa el método de Marx, sino que también insta a una conciencia histórica diferente basada en la reapropiación de la narración del pasado contra la espiral de violencia capitalista perpetua y su expansión global.
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3. Transmisión y Reproducción
En La Acumulación del Capital, Rosa Luxemburg aborda el mecanismo de reproducción del capitalismo, planteando la cuestión de cómo el capitalismo perpetúa su lógica expansionista y las contradicciones internas de este proceso. Después de leer La Acumulación de Capital, la pregunta sobre la determinación histórica y el “factor subjetivo” puede interpretarse como relativa a cómo el capitalismo histórico tiene relación con las posibilidades de acción y el potencial para el socialismo. El trasfondo histórico a partir del cual los humanos pueden crear la alternativa socialista no es natural ni neutral, sino que ya está determinado por el capitalismo como sistema en perpetua expansión. Desde este punto de vista, el socialismo no será el resultado automático de la historia del capitalismo; más bien, las circunstancias históricas a partir de las cuales se creará (o no se creará) el socialismo están necesariamente determinadas por la expansión del capitalismo. En efecto, el capitalismo no solo afecta la producción, sino también la reproducción económica y la transmisión histórica, la forma en que las sociedades humanas se perpetúan y crean un sentido de continuidad histórica.
La Acumulación de Capital puede leerse como un análisis de cómo el capitalismo manipula la forma en que se produce la transmisión histórica, y Luxemburg hace un descubrimiento al respecto: el capitalismo convierte la transmisión histórica en creación de valor, es decir, en reproducción de capital. Plantea este tema a lo largo de su libro, comenzando desde la misma Introducción, en la que presenta la cuestión de la reproducción como su principal objeto de investigación.36 Luxemburg observa que reproducción significa “la recurrencia continua del proceso de producción” y que la repetición de la reproducción es el sine qua non general del consumo regular que, a su vez, ha sido la precondición de la civilización humana en cada una de sus formas históricas.”37 La cuestión de la reproducción es la precondición material de la historia humana, y no puede haber reproducción “a menos que se hayan establecido ciertos requisitos previos tales como herramientas, materias primas y mano de obra durante el período precedente de producción”.38 El problema central de La Acumulación del Capital se refiere a cómo el capitalismo transforma radicalmente este hecho general de reproducción. En este sentido, el capitalismo conlleva una especificidad, que se describe a continuación:
“La reproducción aquí [en una sociedad capitalista] depende de consideraciones puramente sociales: sólo se producen aquellos bienes que se puede esperar con certeza vender, y no sólo vender, sino vender al beneficio habitual. De este modo, el lucro se convierte en un fin en sí mismo, el factor decisivo que determina no sólo la producción sino también la reproducción.”39
El capitalismo es la primera formación social que somete todo el proceso de reproducción a la ley de la ganancia, lo que significa: el capitalismo regula la producción según la necesidad de crear ganancia (plusvalía) y de reinvertir esta ganancia para obtener más ganancia, en un espiral interminable y en constante expansión. Mientras que en “todos los demás sistemas económicos conocidos en la historia, la reproducción está determinada por la incesante necesidad de la sociedad de bienes de consumo”, la obtención de ganancias (plusvalía) es el factor determinante central del capitalismo histórico.40 El dilema entre la praxis humana y la necesidad histórica debe situarse dentro de la lógica expansiva de la acumulación. Cuando el capitalismo es considerado como un sistema completo que afecta y “determina” la experiencia individual de los productores, esta lógica emerge en toda su violencia y virulencia. Rosa Luxemburgo escribe:
“Bajo un sistema de economía privada, es el productor individual quien determina discrecionalmente el volumen de reproducción. Su principal incentivo es la apropiación de la plusvalía, de hecho, una apropiación que aumenta lo más rápidamente posible. Sin embargo, una apropiación acelerada de plusvalía requiere una mayor producción de capital para generar esta plusvalía… el método capitalista de producción proporciona no sólo un incentivo permanente para la reproducción en general, sino también un motivo para su expansión… La expansión se convierte en verdad en una ley coercitiva, una condición económica de existencia para el capitalista individual.”41
Este pasaje describe una transición radical: del incentivo a la apropiación, la lógica de la acumulación se convierte en ley y necesidad, y condición de existencia. La reproducción se convierte en un motivo de expansión sin fin, que se convierte en la causa subyacente de cada acto de producción y apropiación de plusvalía. La activación de la espiral de acumulación implica un cambio en la percepción del proceso global de reproducción: de una mera elección o posibilidad, la expansión del capitalismo pasa a ser una “necesidad” para la supervivencia del sistema, un recinto del que no hay salida ni evasión aparente. El libro de Luxemburg, sin embargo, aborda la reproducción para demostrar las contradicciones internas de la acumulación. Ella muestra que esta lógica resulta inconsistente y que el capitalismo puro, es decir, un sistema capitalista considerado como existente independientemente de otras formas económicas, no puede sostenerse a sí mismo y no puede sino resultar en una catástrofe. Luxemburg señala que el capitalismo por sí solo es incapaz de realizar la plusvalía que se produce constantemente. El capitalismo puro no puede encontrar formas de transformar la riqueza acumulada en dinero que pueda reinvertirse para expandir la producción. Esto sucede porque cada vez que se ‘amplía’ la reproducción, es decir, cada vez que se reinvierte el capital acumulado para crear nuevas ganancias, se necesita encontrar una nueva demanda de las mercancías producidas.42 El capitalismo puro se basa en una ley coercitiva de reproducción ampliada que no puede subsistir sin la existencia continuada de algunas otras formaciones sociales: economías pre o no capitalistas.
La contradicción del capitalismo deriva de su necesidad de (subsumir) otras formaciones económicas para reproducir una lógica de expansión total que no admite otras formas junto a ella. El tema central de La Acumulación del Capital, por lo tanto, es la reproducción del capitalismo como sistema y las contradicciones irresolubles a las que da origen esta forma de reproducción. El argumento principal de Luxemburg se refiere a la realización de la plusvalía y cómo ésta realización es imposible en el capitalismo puro. Sin embargo, la parte metodológica del trabajo de Luxemburg, la sección titulada “El problema de la reproducción”, revela un factor histórico que afecta la existencia misma de la sociedad capitalista. El impulso de expansión del capitalismo depende de una condición previa: la disponibilidad de medios de producción, herramientas y materiales que puedan gastarse y ponerse a trabajar para activar el mecanismo de reproducción. Este es un requisito previo de la historia humana en general, porque cada forma económica necesita un almacenamiento de recursos acumulados de períodos anteriores para poder subsistir. Pero Rosa Luxemburg también explora la transformación que sufre el acaparamiento de recursos en una sociedad capitalista. Los medios de producción están sujetos a la misma ley coercitiva de reproducción ampliada que regula todo en el capitalismo: la apropiación y realización de la plusvalía. Por esta razón, las herramientas y los materiales de períodos históricos precedentes son absorbidos por completo en el proceso de acumulación de capital: se convierten en lo que Marx llamó “capital constante”.43 Esta transformación muestra cómo el capitalismo manipula un factor universal de la existencia humana, el manejo delegatorio, o transmisión de objetos materiales de una generación a la siguiente. Luxemburg lo explica de la siguiente manera:
“El manejo de herramientas hechas por el hombre es una característica fundamental de la civilización humana. El concepto de trabajo pasado [trabajo muerto] que precede a todo trabajo nuevo [trabajo vivo] y prepara su base, expresa el nexo entre el hombre y la naturaleza desarrollado en la historia de la civilización. Esta es la cadena eterna de esfuerzos laborales estrechamente entrelazados de la sociedad humana, cuyos comienzos se pierden en el amanecer gris de la socialización de la humanidad, y cuya terminación implicaría el fin de toda la humanidad civilizada. Por lo tanto, tenemos que representar todo el trabajo humano como realizado con la ayuda de herramientas que en sí mismas ya son productos del trabajo anterior.”44
La importante intuición presentada por Rosa Luxemburg se refiere al uso del término “trabajo muerto” para describir este proceso de transmisión social: el trabajo pasado expresa el vínculo entre el hombre y la naturaleza y el hecho histórico esencial de que las sociedades humanas necesitan heredar condiciones materiales de existencia de generaciones anteriores para sobrevivir y perpetuarse. Luxemburg entiende el acto mismo de la transmisión histórica como la manipulación de herramientas materiales y productos del trabajo anterior, recursos a partir de los cuales las generaciones presentes literalmente “hacen” el presente, al reanudar el proceso productivo. El proceso de transmisión permite a Luxemburg indicar que “cada nuevo producto contiene, por lo tanto, no sólo el trabajo vivo por el cual se le da su forma final, sino también el trabajo muerto que le proporcionó los materiales, los instrumentos de trabajo, etc.”45 Las circunstancias históricas materiales que determinan el presente son productos del trabajo muerto, o “trabajo anterior”, que el presente revive y reproduce.
En una sociedad capitalista, este proceso de manipulación y transmisión del trabajo pasado se reformula como la formación de capital constante. Luxemburg señala que en el capitalismo, el trabajo muerto asume un doble aspecto: por un lado, se convierte en valor de uso, un medio de producción concreto que sirve para la fabricación de mercancías. Por otro lado, se convierte en “trabajo abstracto, general, socialmente necesario y como tal crea valor… este trabajo pasado también aparece ahora como valor, como valor antiguo”.46 El trabajo muerto se convierte en capital y por lo tanto en valor; está plenamente incorporado en la reproducción ampliada del capitalismo y sometido a la ley coercitiva de la acumulación. El hecho de que este “valor antiguo” o capital constante sea en verdad el producto del trabajo transmitido desde el pasado es de hecho olvidado y borrado del proceso de acumulación de capital. Esta es una intuición que Marx había mencionado en el primer volumen de El Capital, donde describió el trabajo como un “metabolismo” entre los humanos y la naturaleza.47 La imagen del metabolismo o “subsunción” se introdujo en parte para explicar el hecho de que, siempre que los productos del trabajo entran en el proceso de producción, pierden su naturaleza como productos del trabajo humano y se convierten en meros recursos, “factores objetivos que contribuyen al trabajo vivo”.48 Marx explica:
“Un hilandero trata los husos solo como un medio para hilar, y el lino como el material que hila. Por supuesto que es imposible hilar sin material y sin husos… Pero en el proceso mismo, el hecho de que sean productos del trabajo pasado es tan irrelevante como, en el caso del proceso digestivo, el hecho de que el pan sea el producto del trabajo anterior del agricultor, el molinero y el panadero… En un producto exitoso, el papel jugado por el trabajo muerto [past labour] en la mediación de sus propiedades útiles se ha extinguido.”49
El primer punto planteado por Luxemburg en su comentario sobre el concepto de reproducción de Marx implica recuperar el trabajo muerto subsumido en el capital constante. Luxemburg observa que cuando “volvemos a ese período de producción, cuando se creó por primera vez el capital fijo total”, la noción de capital constante de Marx parece “insatisfactoria o incompleta”.50 Luxemburg sugiere que la sociedad “posee trabajo transformado que asciende a más que aquellas partes del capital fijo que se absorben en el valor del producto anual.”51 En sus comentarios sobre la noción de “reproducción simple”, Luxemburg señala que el capitalismo implica convertir el trabajo pasado en valor capturado por la lógica de la acumulación. Luxemburg recupera este aspecto elemental, que juega un papel fundamental en su intento de mostrar que la reproducción capitalista necesita otros tiempos, espacios y formaciones sociales para perseverar y expandirse.52 En su crítica al concepto de “reproducción simple” de Marx, Luxemburg escribe:
“Bajo los métodos capitalistas de producción, el trabajo muerto de la sociedad conservado en los medios de producción toma la forma de capital, y la cuestión del origen de este trabajo muerto que constituye la base del proceso reproductivo se convierte en la cuestión de la génesis del capital. Esto está… escrito con letras de sangre en la historia moderna.”53
El trabajo acumulado es el fundamento del proceso reproductivo y la “génesis del capital”, una génesis que vincula la reproducción a un proceso más amplio de transmisión histórica del trabajo que excede al capitalismo y del que este último simplemente se apropia y distorsiona. Los medios de producción preservan un almacenamiento de trabajo pasado que el capitalismo disfraza como capital constante. El sentido de determinación histórica engendrado por el capitalismo se ve afectado por el proceso de reproducción y su impulso para extinguir el trabajo acumulado en la creación de capital constante. Es este olvido y este borrado lo que permite que el proceso de acumulación aparezca como una ley coercitiva que guía todo el proceso, mientras su génesis en la apropiación de trabajo muerto es constantemente borrada. Luxemburg menciona el concepto de trabajo pasado para captar “el proceso social como un movimiento perpetuo, como un eslabón en la cadena interminable de eventos” y para mostrar que la historia del trabajo excede lo que Marx llamó “reproducción simple”: el trabajo “no tiene principio, como tampoco tiene fin”.54 Luxemburg indica que la reproducción económica es la formación y expansión incesante de capital a través de la apropiación de recursos producidos por el valor antiguo o la acumulación de trabajo pasado transfigurado en materiales de producción. La ilusión de que el capital es la causa y la guía de todo el proceso depende de la constante eliminación de las huellas del trabajo pasado acumulado del capital constante y de la toma del capital constante como el comienzo de la reproducción. La crítica de Luxemburg al capitalismo demuestra que la condición de existencia del capitalismo es la apropiación y mercantilización de la capacidad humana para transmitir los productos del trabajo a través de generaciones de productores.
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4. Conclusión: El Trabajo de la Historia
La crítica de Rosa Luxemburg a la lógica de reproducción del capitalismo tiene dos implicaciones para pensar el concepto de Historia. Primero, involucra la conciencia de que el capitalismo es un fenómeno históricamente contingente, un sistema que se alimenta de condiciones materiales exteriores de existencia y que, por esta razón, es “inmanentemente incapaz de convertirse en una forma universal de producción”.55 Sin embargo, la conciencia de la historicidad y caducidad del capitalismo conlleva una segunda implicación. La reproducción del capitalismo depende de la mercantilización de los productos del trabajo pasado –herramientas, recursos, materiales– y del borrado de las huellas históricas del trabajo anterior conservadas en ellos. De ello se deduce que la posibilidad de construir una alternativa al capitalismo necesita reapropiarse del proceso de transmisión histórica que el capital disfraza de valor. La alternativa socialista sólo puede comenzar por recuperar las condiciones de transmisión del pasado al presente. La espiral de la reproducción sólo puede interrumpirse manteniendo vivas las huellas del trabajo muerto, acto que implica pensar la historia de otro modo y asumir el presente como producto de la acción humana. En este sentido, Luxemburg muestra que, en un sistema capitalista, la determinación histórica es el resultado de la apropiación: las condiciones materiales de existencia no se transmiten como producto del trabajo pasado sino que se insertan en el proceso de trabajo como capital constante.
Una concepción de la Historia basada en la crítica de la lógica de la reproducción exhibe la necesidad de reivindicar las condiciones materiales de existencia como una historia continua de trabajo y de lucha. Esta perspectiva revela el significado más profundo de las observaciones posteriores de Luxemburg de que el futuro socialista no surgirá automáticamente, sino que solo puede crearse a partir de las “condiciones materiales que han sido construidas por el desarrollo pasado”.56 Desde este punto de vista, el énfasis de Luxemburg en el problema de la reproducción anticipa la idea de que el socialismo ‘no caerá como maná del cielo’ sino que sólo podrá realizarse “mediante una larga cadena de luchas poderosas, en las que el proletariado… aprenderá a tomar el timón de la sociedad para convertirse, en lugar de la víctima impotente de la historia, en su guía consciente.”57 El punto no se refiere tanto a si el factor subjetivo u objetivo es primario, sino a la capacidad de desarrollar una conciencia histórica que pone las luchas del presente en contacto con la “larga cadena” de luchas pasadas y la “cadena interminable” de trabajo social de la que el capital se apropia constantemente. La posibilidad del socialismo deriva, para Luxemburg, de este otro tiempo histórico y de esta visión diferente de la historia, en la que el presente hereda el trabajo pasado y lo lleva adelante, guiando el proceso de transmisión histórica y resistiendo las manipulaciones capitalistas del tiempo.
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NOTAS:
1. Jacqueline Rose. Women in Dark Times. London: Bloomsbury, 2014, p. 31.
2. Hannah Arendt. ‘Rosa Luxemburg.’ In The Portable Arendt. Ed. Peter Baehr. London: Penguin, p. 422.
3. Ibíd. p. 420.
4. En un importante ensayo sobre Luxemburg titulado “Red Dreams and the New Millennium”, Eric Bronner señala que “apropiarse de su legado” requiere “más que regurgitar los viejos lemas y buscar citas de sus panfletos y discursos”. En la contemporaneidad, Bronner, sin embargo, no es convincente al tratar de demostrar que fue una pensadora libertaria y “no esclava de Marx”. Luxemburg no puede separarse de la tradición del socialismo revolucionario y el marxismo. El ensayo de Bronner junto con las críticas de Paul Le Blanc, Alan Johnson y David Camfield se recopilan en Jason Schulman ed. Rosa Luxemburg: Her Life and Legacy.. Basingstoke: Palgrave, 2013. Véase también Eric Bronner. Rosa Luxemburg: A Revolutionary for Our Times. University Park: Penn State UP, 1997.
5. Hannah Arendt. „Rosa Luxemburg“, p. 419.
6. Nota introductoria a “The Crisis in the German Social Democracy.” En Rosa Luxemburg Speaks. Ed. Mary– Alice Waters. Atlanta: Pathfinder, 1970, p. 371.
7. Rosa Luxemburg. “The Crisis in the German Social Democracy”.In Rosa Luxemburg Speaks, p. 387.
8. Ibíd.
9 J.P. Nettl, autor de una biografía de Luxemburg, observa que el concepto de “acción” en Luxemburg no significa autoliberación individualista, sino más bien el desarrollo dialéctico y colectivo de la conciencia de clase que da lugar a la lucha política organizada. Véase: J.P. Nettl. ‘The German Social Democratic Party 1890-1914 as a Political Model.’ Past & Present, n.° 30 (1965), pp. 65-95.
10. György Lukács. History and Class Consciousness, trans. Rodney Livingstone. London: Merlin, 1971, p. 40.
11. Karl Marx, [1852] [Segundo parrafo inicial] en El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. New York: International, 2008. p. 15. Este extracto ha sido extremadamente influyente en los debates durante le siglo XX en torno a estructure y praxis en el materialismo histórico, especialmente en la controversia entre E.P. Thompson y Louis Althusser. Véase, en particular, Perry Anderson. Arguments within English Marxism. London: Verso, 1980. Alex Callinicos reconsidera estos debates en Making History: Agency, Structure, and Change in Social Theory. Leiden: Brill, 2004, y Ellen Meiksins Wood ofrece perspicaces reflexiones en su libro Democracy Against Capitalism. London: Verso, 2016.
12. Paul Blackledge señala que, si bien «a través de este aforismo, [Marx] dio una solución formal al problema de sintetizar la estructura y la agencia dentro de su teoría de la historia, no proporcionó a los marxistas una guía clara en cuanto al peso relativo que puede atribuirse a cada uno de estos elementos.”
13. Karl Marx, ‘Concerning Feuerbach.’ In Early Writings. Trans. Gregor Benton & Rodney Livingstone. London: Penguin, 1992, p. 421, enfasis en el original.
14. Eric Hobsbawm. On History. London: Abacus, 1998, p. 214.
15. Rosa Luxemburg. ‘The Crisis in the German Social Democracy’, p. 388.
16. Michael Löwy. ‘Rosa Luxemburg’s Conception of “Socialism or Barbarism”.’ Trans. Paul LeBlanc. In On Changing the World. Chicago: Haymarket, 2013.
17. Ibíd. 91.
18. Michael Löwy. ‘Rosa Luxemburg’s Conception of “Socialism or Barbarism”,’ p. 95.
19. Friedrich Engels. Herr Eugen Duhring’s Revolution in Science (Anti-Dühring), trad. Emile Burns, New York, International, 1894, p. 179.
20. Michael Löwy. ‘Rosa Luxemburg’s Conception of “Socialism or Barbarism”,’ p. 95.
21. Michael Löwy. ‘Marx‘s dialectic of progress: Closed or open?’ Socialism and Democracy 14:1 (2000) p. 39, enfasis en el original.
22. Michael Löwy. ‘Rosa Luxemburg and Communism.’ Actuel Marx, Vol. 2; n.° 48 (2010), p. 7.
23. Ibíd.
24. Michael Löwy. Fire Alarm, trans. Chris Turner, London: Verso, 2005, p. 109.
25. Norman Geras. The Legacy of Rosa Luxemburg. London: Verso, 1976, p. 29
26. Rosa Luxemburg. ‘Reform or Revolution.’ In Rosa Luxemburg Speaks, p. 90, enfasis en el original.
27. Ibíd
28. Rosa Luxemburg. ‘The Mass Strike, the Political Party, and the Trade Unions.’ In Rosa Luxemburg Speaks, p. 233.
29. Furio Jesi. Spartakus. The Symbology of Revolt, trans. Alberto Toscano. London: Seagull, 2014.
30. Norman Geras. The Legacy of Rosa Luxemburg, p. 31, enfasis en el original.
31. Ibíd. p. 31-32.
32. De manera similar, Paul Sweezy señala que la teoría del colapso de Luxemburg proporcionó una “refutación implícita” del revisionismo porque mostró que las contradicciones del capitalismo se estaban volviendo cada vez más violentas e insoportables, por lo tanto, “brindó un poderoso apoyo a la visión revolucionaria de que el capitalismo debe ser derrocado, en lugar de reformarse gradualmente.” ‘Rosa Luxemburg‘s “The Accumulation of Capital”. Science & Society, 31. 4 (1967), p. 480.
33. Michael Löwy. ‘Rosa Luxemburg: A Re–assessment’ New Left Review I/101–102 (1977), p. 140.
34. Norman Geras, The Legacy of Rosa Luxemburg,, p. 37. Este concepto de la historia emerge más vívidamente en escritos como «¿Qué es la economía?», en el que Luxemburg señala que, como “programa de acción política común para todo el proletariado internacional, el socialismo se convierte en una necesidad histórica, porque es el resultado operante de las mismas leyes del desarrollo capitalista.” En Rosa Luxemburg Speaks, p. 357.
35. En su excelente libro sobre Luxemburg, Lelio Basso escribe que “fue gracias a métodos dialécticos de pensamiento que Rosa Luxemburg pudo ver un futuro socialista como ya existente en el presente capitalista; esto significaba apoderarse de los aspectos contradictorios de la realidad presente, que estaban indisolublemente ligados entre sí.” Rosa Luxemburg: A Reappraisal, trad. Douglas Parmee, London: Deustch, 1975, pp. 17–18.
36. Tadeusz Kowalik muestra de manera convincente que el análisis de Luxemburg no se refiere, como creen muchos críticos, a la explicación de las crisis del capitalismo o al factor del subconsumo, sino al tema clave de la reproducción capitalista “en su forma pura… omitiendo los cambios periódicos en los ciclos de negocios y crisis, que, por un lado, son las características más obvias del capitalismo pero, por el otro, constituyen meramente una forma del movimiento de la producción capitalista, más que su núcleo. Theory of Accumulation and Imperialism, trad. (Eng) Jan Toporowski y Hanna Szymborska. Basingstoke: Palgrave, 2014, p. 41.
37. Rosa Luxemburg. The Accumulation of Capital, trad. Agnes Schwarzschild. London: Routledge Classics, 2003, pp. 3–4.
38. Ibíd., p. 4.
39. Ibíd., p. 6.
40. Ibid., p. 11. Rosa Luxemburg aclara que “la plusvalía en nuestra exposición es idéntica a la ganancia. Esto es cierto para la producción en su conjunto, que es lo único que cuenta en nuestras observaciones posteriores. Por el momento, no nos ocuparemos de la división adicional de la plusvalía en sus partes componentes: ganancia de empresa, interés y renta, ya que esta subdivisión es irrelevante para el problema de la reproducción.” Ibíd., p. 10.
41. Ibíd., pp. 11-12
42. El capital necesita encontrar una demanda que sea una fuente externa de más dinero, es decir, una demanda que no se origine en el capital mismo, porque es estrictamente imposible para la clase capitalista en su conjunto obtener un exceso de ingresos monetarios sobre el dinero. inyectado en el sistema. Riccardo Bellofiore. ‘General Introduction.’ In Rosa Luxemburg and the Critique of Political Economy. Abingdon: Routledge, 2009, p. 10.
43. Marx definió el capital constante como “el valor de todos los medios de producción”, subdivididos “a su vez en capital fijo: máquinas, instrumentos de trabajo, edificios, animales de tiro, etc.; y capital constante circulante: materiales de producción, tales como materias primas y auxiliares, productos semiacabados, etc.». Capital vol. 2, trad. (Engl.) David Fernbach, Harmondsworth: Penguin, p. 472, enfasis en el original.
44. Rosa Luxemburg, The Accumulation of Capital, p. 38.
45. Ibíd.
46. Ibíd.
47. Karl Marx. Das Capital, Vol. 1, trad. Ben Fowkes, London: Penguin Classics, 1990, p. 283.
48. Ibíd., p. 289.
49. Ibíd. Esto es lo que Marx llama «consumo productivo», un proceso en el que, como observa Alfred Schmidt, los productos del trabajo pasado son «arrojados» al proceso de trabajo y despertados por el trabajo vivo «como los resultados y las condiciones de existencia». de ese proceso.’ The Concept of Nature in Marx, trans. Ben Fowkes. London: Verso, 2014, p. 73.
50. Rosa Luxemburg. The Accumulation of Capital, p. 61.
51. Ibíd.
52. La apropiación de medios de producción y materiales de sociedades no capitalistas no debe verse, según Luxemburg, como ‘incidental’, “que ilustra simplemente la génesis del capital” o lo que Marx llamó “acumulación primitiva”, porque “el capitalismo en la madurez de su plenitud también depende en todos los aspectos de los estratos no capitalistas… El capital necesita los medios de producción y la fuerza de trabajo de todo el mundo para una acumulación sin trabas; no puede arreglárselas sin los recursos naturales y la fuerza de trabajo de todos los territorios”. The Accumulation of Capital, pp. 345-346.
53. Rosa Luxemburg. The Accumulation of Capital, p. 61.
54. Ibíd.
55. Ibíd., p. 496.
56. Rosa Luxemburg. “The Crisis in the German Social Democracy”, p. 388.
57. Ibíd.