Fuente: http://arrezafe.blogspot.com/2022/05/otan-vs-rusia-lo-que-viene-despues-pepe.html?utm_source=feedburner&utm_medium=email 26 mayo, 2022
OTAN vs Rusia: lo que viene después — Pepe Escobar
KOLOZEG.org – 25/05/2022
Traducción del inglés: Arrezafe
En Davos y más allá, la narrativa optimista de la OTAN suena como un disco rayado, mientras que, sobre el terreno, Rusia acumula victorias que podrían hundir el orden atlántico. Tres meses después del inicio de la Operación Z de Rusia en Ucrania, la batalla de Occidente (12 por ciento) contra el Resto (88 por ciento) sigue en metástasis. Sin embargo, la narrativa, curiosamente, continúa siendo la misma.
El lunes, desde Davos, el presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, presentó al comediante y presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, en la última etapa de su gira de solicitud de armas, con un elogioso homenaje. Herr Schwab enfatizó que un actor que se hace pasar por un presidente que defiende a los neonazis cuenta con el apoyo de “toda Europa y el orden internacional”.
Se refiere, por supuesto, a todos excepto al 88 por ciento del planeta que suscribe el Estado de derecho, en lugar de la falsa construcción que Occidente llama un ‘orden internacional basado en reglas’.
De vuelta al mundo real, Rusia, de forma lenta pero segura, ha estado reescribiendo el Arte de la Guerra Híbrida. Sin embargo, dentro del carnaval de las operaciones psicológicas de la OTAN, la infiltración cognitiva agresiva y el deslumbrante servilismo de los medios, se está hablando mucho del nuevo paquete de ‘ayuda’ estadounidense de $ 40 mil millones a Ucrania, considerado capaz de convertirse en un cambio de juego en la guerra.
Esta narrativa de «cambio de juego» es cortesía de las mismas personas que gastaron billones de dólares para asegurar Afganistán e Irak. Y ya vimos en qué acabó eso.
Ucrania es el Santo Grial de la corrupción internacional. Esos $ 40 mil millones pueden cambiar las reglas del juego solo para dos clases de personas: primero, el complejo militar-industrial de EEUU, y segundo, un grupo de oligarcas ucranianos y ONG’s neoconservadoras que acapararán el mercado negro de armas y ayuda humanitaria para, posteriormente, lavar las ganancias en las Islas Caimán.
Un rápido desglose de los 40.000 millones de dólares revela que:
● 8.700 millones de dólares se destinarán a reponer las reservas de armas de EEUU (por lo tanto, no irán a Ucrania en absoluto);
● 3.900 millones de dólares para USEUCOM (la ‘oficina’ que dicta las tácticas militares a Kiev);
● 5.000 millones de dólares para una vaga y no especificada «cadena global de suministro de alimentos»;
● 6.000 millones de dólares para armamento real y «entrenamiento» a Ucrania;
● 9.000 millones de dólares en “asistencia económica” (que desaparecerá en seleccionados bolsillos), y;
● 900 millones de dólares para refugiados.
Las agencias de riesgo de EEUU han degradado a Kiev al basurero de las entidades de préstamos sin reembolso, por lo que los grandes fondos de inversión estadounidenses se están deshaciendo de Ucrania, dejando a la Unión Europea (UE) y sus estados miembros como única opción para el país.
Pocos de esos países, aparte de las entidades rusofóbicas como Polonia, pueden justificar ante sus propias poblaciones el envío de enormes sumas de ayuda directa a un estado fallido. Por lo tanto, le corresponderá a la maquinaria de la UE con sede en Bruselas hacer lo suficiente como para mantener a Ucrania en un coma económico, independientemente de cualquier contribución de los estados miembros y las instituciones.
Estos ‘préstamos’ de la UE, principalmente en forma de envíos de armas, siempre pueden ser reembolsados por las exportaciones de trigo de Kiev. Esto ya está sucediendo a pequeña escala a través del puerto de Constanta, en Rumania, donde el trigo ucraniano llega en barcazas por el Danubio y se carga en docenas de buques de carga todos los días. O, a través de convoyes de camiones transportando la estafa-de-armas-por-trigo. Sin embargo, el trigo ucraniano seguirá alimentando al occidente rico, no a los ucranianos empobrecidos.
Además, espera a que la OTAN presente este verano otra monstruosa operación psicológica para defender su derecho divino (no legal) de ingresar al Mar Negro con buques de guerra para escoltar a los barcos ucranianos que transportan trigo. Los medios pro-OTAN lo presentarán como si Occidente fuera ‘salvado’ de la crisis alimentaria mundial, que resulta haber sido causada directamente por la histérica serie de sanciones occidentales.
Polonia apuesta por la anexión blanda
De hecho, la OTAN está aumentando masivamente su ‘apoyo’ a Ucrania a través de la frontera occidental con Polonia, algo que está en sintonía con los dos objetivos generales de Washington: primero, una ‘guerra larga’, al estilo de la insurgencia, como Afganistán en la década de 1980, con los yihadistas reemplazados por mercenarios y neonazis. En segundo lugar, las sanciones instrumentalizadas para “debilitar” a Rusia, militar y económicamente.
Otros objetivos permanecen sin cambios, pero están subordinados a los dos principales: asegurarse de que los demócratas sean reelegidos a mitad de mandato (algo que no va a suceder); regar el complejo industrial-militar con fondos que vuelven reciclados en forma de sobornos (lo que ya está sucediendo); y mantener la hegemonía del dólar estadounidense por todos los medios (complicado: el mundo multipolar ya se está conformando).
Un objetivo clave, que se está alcanzando con asombrosa facilidad, es la destrucción de la economía alemana y, en consecuencia, la de la UE, con gran parte de las empresas supervivientes que acabarán siendo vendidas a los intereses estadounidenses.
Tomemos, por ejemplo, al miembro de la junta de BMW, Milan Nedeljkovic, quien dijo a Reuters: «nuestra industria representa alrededor del 37 por ciento del consumo de gas natural en Alemania», que se hundirá sin los suministros de gas rusos.
El plan de Washington es mantener la nueva ‘guerra larga’ en un nivel no demasiado incandescente –piensa en Siria durante la década de 2010–, alimentada por reatas de mercenarios y con escaladas periódicas de la OTAN por parte de cualquiera, desde Polonia y los enanos bálticos hasta Alemania.
La semana pasada, ese lastimoso eurócrata que se hace pasar por Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, delató el juego al adelantar la próxima reunión del Consejo de Asuntos Exteriores de la UE.
Borrell admitió que “el conflicto será largo” y “la prioridad de los Estados miembros de la UE” en Ucrania “consiste en el suministro de armamento pesado”.
Luego, el presidente polaco, Andrzej Duda, se reunió con Zelensky en Kiev. La gran cantidad de acuerdos que ambos firmaron indican que Varsovia tiene la intención de beneficiarse generosamente de la guerra para mejorar su influencia político-militar, económica y cultural en el oeste de Ucrania. Los ciudadanos polacos podrán ser elegidos para los órganos gubernamentales de Ucrania e incluso aspirar a convertirse en jueces constitucionales.
En realidad, eso significa que Kiev está prácticamente transfiriendo la gestión del estado fallido de Ucrania a Polonia. Varsovia ni siquiera tendrá que enviar tropas. Llámalo una anexión suave.
La apisonadora en movimiento
Tal y como está, la situación en el campo de batalla se puede examinar en este mapa. Las comunicaciones interceptadas del mando ucraniano revelan su objetivo de construir una defensa por capas desde Poltava a través de Dnepropetrovsk, Zaporozhia, Krivoy Rog y Nikolaev, lo que resulta ser un escudo para la ya fortificada Odessa. Nada de eso garantiza el éxito contra el ataque ruso en marcha.
Es importante tener siempre presente que la Operación Z comenzó el 24 de febrero con alrededor de 150.000 combatientes, que definitivamente no son las fuerzas de élite de Rusia, y que, sin embargo, liberaron Mariupol y destruyeron el batallón de élite neonazi Azov en cuestión de solo cincuenta días, limpiando una ciudad de 400.000 personas con mínimas bajas.
Mientras luchan en una guerra real sobre el terreno –no mediante esos bombardeos aéreos indiscriminados de EEUU–, en un país enorme y contra un gran ejército, enfrentando múltiples desafíos técnicos, financieros y logísticos, los rusos también lograron liberar Kherson, Zaporizhia y prácticamente toda el área de los ‘bebés gemelos’, las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk.
El comandante de las fuerzas terrestres de Rusia, general Aleksandr Dvornikov, ha turbo-lanzado misiles, disparos de artillería y ataques aéreos a un ritmo cinco veces más rápido que durante la primera fase de la Operación Z, mientras que los ucranianos, en general, tienen poco o muy poco combustible, municiones para artillería, especialistas capacitados, drones y radares.
Lo que los generales estadounidenses de sillón y televisión simplemente no pueden comprender es que, en la visión rusa de esta guerra –que el experto militar Andrei Martyanov define como una «operación policial y militar combinadas»–, los dos objetivos principales son la destrucción de todos los activos militares del enemigo y la preservación de la vida de sus propios soldados.
Por ello, si bien perder tanques no es un gran problema para Moscú, perder vidas sí lo es. Y eso explica esos masivos bombardeos rusos; cada objetivo militar debe ser destruido definitivamente. Los golpes de precisión son cruciales.
Existe un acalorado debate entre los expertos militares rusos sobre por qué el Ministerio de Defensa no actúan en pos de una victoria estratégica rápida. Podrían haber reducido Ucrania a escombros, al estilo estadounidense, en poco tiempo. Eso no va a suceder. Los rusos prefieren avanzar lento y seguro, en una especie de pauta de apisonadora. Solo avanzan después de que los zapadores hayan inspeccionado completamente el terreno; después de todo, hay minas por todas partes.
El patrón general es inconfundible, cualquiera que sea el aluvión de giros de la OTAN. Las pérdidas ucranianas se están volviendo exponenciales: hasta 1.500 muertos o heridos cada día, todos los días. Si aún hay 50.000 ucranianos en los embolsamientos de Donbass, ya no estarán a finales de junio.
Ucrania debe haber perdido hasta 20.000 soldados, sólo en Mariupol y sus alrededores. Esa es una masiva derrota militar, superando en gran medida a la de Debaltsevo en 2015 y a la anterior de Ilovaisk en 2014. Las pérdidas cerca de Izyum pueden ser incluso mayores que en Mariupol. Y ahora vienen las derrotas en el rincón de Severodonetsk.
Estamos hablando aquí de las mejores fuerzas ucranianas. Ni siquiera importa que solo el 70 por ciento de las armas occidentales enviadas por la OTAN lleguen al campo de batalla: el principal problema es que los mejores soldados se van… se van… se van y no serán reemplazados. Los neonazis de Azov, la brigada 24, la brigada 36, varias brigadas de asalto aéreo: todas sufrieron pérdidas de más del 60 por ciento o fueron completamente demolidas.
Así que la cuestión clave, como han destacado varios expertos militares rusos, no es cuándo ‘perderá’ Kiev como punto de no retorno; es cuántos soldados está dispuesto a perder Moscú para llegar a este punto.
Toda la defensa ucraniana se basa en la artillería, así pues, las batallas clave que se avecinan involucran artillería de largo alcance. Habrá problemas, porque EE UU está a punto de entregar sistemas M270 MLRS con munición guiada de precisión, capaces de alcanzar objetivos a una distancia de hasta 70 kilómetros o más.
Rusia, sin embargo, dispone de un contraataque: el Pequeño Complejo Operativo-Táctico Hermes, que utiliza munición de alta precisión, posibilidad de guía láser, un alcance de más de 100 kilómetros y pueden trabajar en conjunto con los sistemas de defensa aérea Pantsir, ya producidos en masa.
El barco que se hunde
Ucrania, en sus fronteras actuales, ya es cosa del pasado. Georgy Muradov, representante permanente de Crimea ante el presidente de Rusia y viceprimer ministro del gobierno de Crimea, es tajante: “Pienso que Ucrania ya no permanecerá en la forma en que estaba. Esa ya es la antigua Ucrania”.
El Mar de Azov se ha convertido ahora en un “mar de uso compartido” por parte de Rusia y la República Popular de Donetsk (RPD), según ha confirmado Muradov.
Mariupol será restaurado. Rusia ha tenido mucha experiencia en esta tarea, tanto en Grozny como en Crimea. El corredor terrestre Rusia-Crimea está en marcha. En Mariupol, cuatro hospitales de cinco ya han reabierto y ha vuelto el transporte público, así como tres gasolineras.
La pérdida inminente de Severodonetsk y Lysichansk hará sonar serias alarmas en Washington y Bruselas, porque eso representará el principio del fin del régimen actual en Kiev. Y eso, a todos los efectos prácticos, y más allá de toda la altisonante retórica de «Occidente está contigo», significa que los pesos pesados del juego no se animarán exactamente a apostar por un barco que se hunde.
En el frente de las sanciones, Moscú sabe exactamente qué esperar, como detalló el Ministro de Desarrollo Económico, Maxim Reshetnikov: “Rusia parte de que las sanciones en su contra tienen un objetivo a muy largo plazo, y del hecho de que el giro hacia Asia, la acelerada reorientación hacia los mercados del este, hacia los mercados asiáticos, es un giro estratégico para Rusia. Haremos todo lo posible para integrarnos en las cadenas de valor precisamente junto a los países asiáticos, junto a los países árabes, junto a América del Sur”.
En cuanto a los esfuerzos para «intimidar a Rusia», sería prudente que los jugadores escucharan el sonido hipersónico de los 50 misiles de última generación Sarmat, listos para el combate este otoño, como explicó el jefe de Roscosmos, Dmitry Rogozin.
Las reuniones de esta semana en Davos sacan a la luz otra alineación que se está formando en la batalla mundial unipolar versus multipolar. Rusia, los ‘bebés gemelos’, Chechenia y aliados como Bielorrusia ahora se enfrentan a los ‘líderes de Davos’, en otras palabras, la élite occidental combinada, con algunas excepciones como el primer ministro de Hungría, Viktor Orban.
Zelensky estará bien. Está protegido por fuerzas especiales británicas y estadounidenses. Según informes, su familia vive en una mansión de 8 millones de dólares en Israel. Es dueño de una villa de 34 millones de dólares en Miami Beach y otra en Toscana. Los ucranianos comunes fueron engañados, robados y, en muchos casos, asesinados por la pandilla de Kiev que él preside: oligarcas, fanáticos del servicio de seguridad (SBU), neonazis. Y los ucranianos que queden (10 millones ya han huido) seguirán siendo tratados como prescindibles.
Mientras tanto, el presidente ruso, Vladimir “el nuevo Hitler” Putin, no tiene ninguna prisa por poner fin a este drama más grande que la vida, que está arruinando y pudriendo hasta la médula el ya de por sí decadente occidente. ¿Por qué debería? Lo intentó todo, desde 2007, en el frente del «por qué no podemos llevarnos bien». Putin fue totalmente rechazado. Así que, ahora es momento de sentarse, relajarse y observar la Decadencia de Occidente.
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