Fuente: https://www.elsaltodiario.com/ocupacion-israeli/ofensiva-militar-supremacismo-y-un-netanyahu-que-siempre-resurge
Ofensiva militar, supremacismo, y un Netanyahu que siempre resurge
Los ataques contra la mezquita de Al Aqsa y el ataque aéreo y terrestre a la Franja de Gaza preocupan a una comunidad internacional incapaz de detener la ofensiva israelí.
@jcabasesvega 14 MAY 2021 09:48
La escalada de violencia contra la población palestina en Jerusalén Este y en la franja de Gaza se enmarca en el ascenso del supremacismo en Israel, con extremistas que se sienten respaldados por las instituciones. Mientras, la ofensiva, que ha dejado ya más de cien víctimas mortales en Gaza, se sucede en paralelo a las negociaciones para formar gobierno en Israel, suponiendo un giro que parece garantizar la permanencia de Benjamin Netanyahu en el ejecutivo.
Sheikh Jarrah y supremacismo
Una mirada amplia de la situación en la Palestina histórica indicaría que la tensión hoy desatada tiene su origen en el sistema de apartheid que instituciones como Human Rights Watch han denunciado recientemente en Israel. Sin embargo, hay hechos recientes y concretos que pueden marcar el punto de partida a una movilización sin precedentes por parte de la sociedad palestina en cuanto a intensidad, pero sobre todo en cuanto a la unidad entre personas de distintos territorios.
La resistencia contra la expulsión de familias palestinas en Jerusalén Este es quizá el factor más claro de ellos. En Sheikh Jarrah, un barrio ubicado en la parte oriental de la ciudad sagrada, ocupada por Israel desde 1967, ocho familias estaban pendientes de desalojo. Grupos judíos de extrema derecha, envalentonados por la entrada del supremacismo en el parlamento israelí y por tribunales israelíes que sienten que les dan la razón, atacaron impacientes las residencias que estaban pendientes de ser desalojadas, en un intento de apropiárselas. Pero enfrente tenían activistas palestinos protegiendo los últimos bastiones de población árabe en Jerusalén.
Hace años que se denuncia la sustitución sistemática de población árabe por colonos judíos en Jerusalén Este. La lucha por Sheikh Jarrah conectó a los palestinos de la ciudad con los que residen en Israel, en los territorios ocupados y en el exilio
En los enfrentamientos de aquellos días se vieron entradas ilegales a hogares particulares, disparos, heridos y decenas de detenidos, todos palestinos. La revuelta en defensa de Sheikh Jarrah (viralizada en redes sociales con la etiqueta #SaveSheikhJarrah) no tenía su razón de ser en unos desalojos puntuales. Según la entidad israelí Ir Amim, unas 200 familias palestinas de Jerusalén Este viven actualmente bajo amenaza de desalojo, 70 de las cuales sería en Sheikh Jarrah y 8 las que afrontan un riesgo de expulsión inminente. Desde años atrás, organizaciones palestinas, israelíes e internacionales denuncian la sustitución sistemática de población árabe por colonos judíos en Jerusalén Este. La lucha por Sheikh Jarrah conectó a los palestinos de la ciudad con los que residen en Israel, en los territorios ocupados y en el exilio.
Sheikh Jarrah recibió la visita —provocadora, según los residentes del barrio— de políticos israelíes supremacistas. Como Bentzi Gopstein, uno de los organizadores de la manifestación en la que grupos judíos patrullaban Jerusalén la noche del 22 de abril al grito de “Muerte a los árabes”, en una noche que se cerró con 105 heridos.
Las agresiones contra los palestinos de Cisjordania, como el asesinato del chico de 16 años Said Odeh —el segundo menor en morir asesinado a manos de la policía israelí en 2021— o los incendios supuestamente provocados contra tierras y propiedades palestinas, en los que la policía se habría quedado de brazos cruzados, fueron otros factores que caldearon el ambiente.
Agresión en Al Aqsa y Día de Jerusalén
El gas lacrimógeno, las bombas de aturdimiento y las balas de goma se apoderaron el pasado lunes de los 38 metros de altura del minarete más reconocible de Jerusalén. La mezquita Al Aqsa, el tercer lugar más sagrado del islam en el mundo, se convirtió en una trampa para los fieles que celebraban la pregaria matinal. Con los pies descalzos sobre la alfombra, miles de personas tuvieron que reaccionar ante la aparición sobrevenida de las fuerzas israelíes, que impidieron el acceso a los equipos médicos mientras gaseaban el interior del edificio de confusión y miedo. Hubo más de 300 heridos y 258 personas hospitalizadas durante aquella intervención.
“Lo que vimos en Al Aqsa es fácil de explicar”, cuenta Fayrouz Sharqawi, directora de la entidad palestina Grassroots Jerusalem: “La población ocupada asistía a las plegarias y ejercía su pertenencia a Jerusalén, y eso es algo que Israel, como cada fuerza ocupante, ve como una amenaza”. El ataque contra Al Aqsa se enmarca en un contexto de restricciones generales contra las celebraciones del Ramadán.
La conmemoración del Día de Jerusalén, una festividad en la que la derecha judía celebra la unificación de la ciudad bajo poder israelí el 1967, añadía más leña al fuego. La cita congrega cada año decenas de miles de judíos nacionalistas por el centro histórico, pasando por destacadas localizaciones en la parte oriental de Jerusalén, como la puerta de Damasco, y a menudo con enfretamientos entre judíos y palestinos al final de la marcha.
“Para los palestinos, el Día de Jerusalén es una festividad provocadora”, cuenta Sharqawi. “Implica miles de personas caminando por las calles de Jerusalén de manera desafiante y cantando canciones de odio mientras son protegidas por las fuerzas ocupantes”, añade. La policía no preveía cancelar el acto aunque reconocía que contaba con que provocaría duros enfrentamientos en medio del inflamable ambiente que respiraba la ciudad. El gobierno, ya con la marcha iniciada, redirigió el evento e impidió su paso por la Puerta de Damasco, donde 200 palestinos pretendían impedir el paso de la marcha. Los organizadores de la concentración, ofendidos con la decisión gubernamental, la desconvocaron, pero los asistentes siguieron por su cuenta.
“Para los palestinos, el Día de Jerusalén es una festividad provocadora. Implica miles de personas caminando por las calles de Jerusalén de manera desafiante y cantando canciones de odio mientras son protegidas por las fuerzas ocupantes”
Desde la Franja de Gaza, Hamás atacó a Jerusalén ese mismo día por la tarde lanzando siete cohetes al ver que el gobierno israelí no cedía a sus advertencias. El partido islamista exigía la libre circulación palestina por toda la Ciudad Vieja de Jerusalén, que había sido cortada al paso palestino para abrir camino a la marcha nacionalista judía. El bombardeo que las autoridades israelíes lanzaron como respuesta dejó veinte personas muertas en la Franja de Gaza al final del lunes, y hasta hoy viernes, el intercambio de ataques continúa.
Bombardeos contra población y estructura civil
Las más de 100 personas muertas en la Franja de Gaza por el impacto de misiles israelíes —una treintena de ellas menores de edad— y los centenares de heridos son solo parte del macabro bagaje de los últimos cinco días. Calles enteras destruidas, decenas de hospitales y colegios dañados y centenares de familias han perdido su hogar.
Son resultados premeditados: las autoridades israelíes mandan mensajes de advertencia a algunos de los edificios más altos de Gaza, donde supuestamente Hamás tendría oficinas, para que la gente los evacúe antes de derribarlos. Según la prensa hebrea, Israel “se asegura” de que los edificios estén vacíos disparando primero pequeños misiles contra el tejado para provocar que la gente se vaya mientras se causa “el menor daño posible”, antes de mandar las bombas definitivas.
También está el miedo. Palestinos desde la Franja de Gaza han acudido esta madrugada a las redes sociales para despedirse ante el incremento masivo de bombardeos desde tierra y aire contra el pequeño enclave, en el que viven encajadas dos millones de personas sin escapatoria.
Palestinos desde la Franja de Gaza han acudido esta madrugada a las redes sociales para despedirse ante el incremento masivo de bombardeos desde tierra y aire contra el pequeño enclave
Las autoridades israelíes han cortado también el paso de Kerem Shalom, por donde la ayuda humanitaria accede a la Franja de Gaza, poniendo en riesgo —entre otras muchas cosas— el suministro de carburante que alimenta la única planta eléctrica del territorio. Fuentes médicas han advertido afectaciones severas en la red de hospitales.
La brutalidad de los ataques contra la población de Gaza provoca estos días una respuesta dentro de la comunidad árabe de Israel que parece que las autoridades israelíes no esperaban. La resistencia contra la intimidación de grupos colonos en Sheikh Jarrah ha continuado mientras las concentraciones de solidaridad con Jerusalén y con Gaza se han replicado por Israel y en la Cisjordania ocupada. “Los palestinos están protestando en toda la Palestina histórica y lo están haciendo con una unidad sin precedentes”, decía a Sky News la analista Yara Hawari, del think tank palestino Al-Shabaka: “eso a Israel le da miedo”
Los actos de odio se han extendido por todo el territorio israelí, especialmente en ciudades como Lod, Bat Yam, Acre o Jaffa donde conviven comunidades judías y árabes. Ha habido palizas grupales, apuñalamientos, disparos, incendios provocados intencionadamente contra vehiculos, y heridos graves tanto entre árabes como judíos. Mientras, observadores denuncian el hecho de que la policía israelí está participando del linchamiento de palestinos junto con los extremistas judíos.
Una nueva vida para Netanyahu en la lucha por el poder
La sucesión de los hechos hace inevitable plantearse si Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí en funciones, habría podido tensar la cuerda contra las milicias palestinas de la Franja de Gaza en un intento consciente de imposibilitar la formación de un gobierno sin su presencia.
El presidente israelí, Reuven Rivlin, dio al centrista Yair Lapid, líder de Yesh Atid, el encargo de formar gobierno después de que Netanyahu, ganador de las últimas elecciones, fracasara en su intento. El líder del Likud parecía descolgarse de la carrera por la silla de primer ministro mientras Lapid negociaba hasta anoche un gobierno con líderes judíos de ultraderecha como Naftali Bennet, del partido Yamina (‘derecha’, en hebreo). Según los planes de ambos, Lapid y Bennett habrían pactado una rotación en el cargo de primer ministro en un ejecutivo formado por grupos de derecha y de centro en el que el apoyo de formaciones árabes, como la Lista Árabe Unida, era clave.
Netanyahu habría podido tensar la cuerda contra las milicias palestinas de la Franja de Gaza en un intento consciente de imposibilitar la formación de un gobierno sin su presencia
Sin embargo, Mansour Abbas, líder de la Lista Árabe Unida, abandonó las negociaciones el lunes cuando empezaron las hostilidades contra los palestinos. El líder del grupo islamista, aseguró que no volvería a la mesa mientras durara la violencia, lo que complicaba las cosas para que el ‘gobierno alternativo’ sin Netanyahu pudiera formarse antes de que se agotara la veintena de días que le restaban al mandato de Lapid.
La noche del jueves, Bennett (antiguo socio de Netanyahu en el Likud) anunció públicamente que abandonaba las negociaciones para formar gobierno con el conocido “Bloque del Cambio” para intentar gobernar con Netanyahu en un ejecutivo que excluya las formaciones árabes. Según Bennett, los enfrentamientos en las calles de Israel entre judíos y árabes desaconsejan un gobierno con la presencia de partidos árabes, en un giro de 180 grados que parece otorgar a Netanyahu una nueva vida para prolongarse en el poder.
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