Fuente: https://www.telesurtv.net/bloggers/Nuevo-rumbo-politico-de-Guatemala-20230628-0001.html?utm_source=planisys&utm_medium=NewsletterEspa%C3%B1ol&utm_campaign=NewsletterEspa%C3%B1ol&utm_content=31 Adalberto Santana 28 junio 2023
El pasado 25 de junio de 2023, se realizaron en la República de Guatemala comicios generales. Dichas elecciones tuvieron como eje principal la competencia por la presidencia y vicepresidencia del país centroamericano. Al mismo tiempo se eligieron a 160 miembros del Congreso y a 20 diputados para el Parlamento Centroamericano (Parlacen), así como a 340 corporaciones municipales. Quienes lleguen al binomio presidencial ocuparán sus cargos hasta el mes de enero de 2024. Decisión que finalmente se tomará cuando potencialmente los 9,3 millones de ciudadanos guatemaltecos elijan en la segunda vuelta a alguno de los dos aspirantes presidenciales que llegue a obtener la mayoría de votos. Recordemos que el voto nulo fue del 40%, el cual fue mayoritario.
Es decir, triunfó en esa primera vuelta el abstencionismo cuando eran más numerosos los candidatos que representaban a las distintas expresiones de políticas del sector conservador y oligárquico. Esta situación probablemente fue un factor para que el candidato de la centroizquierda (Semilla) pudiera obtener el segundo lugar del voto del electorado.
Quienes pasaron a la segunda ronda electoral presidencial obtuvieron la mayor votación: Sandra Torres candidata de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) quien alcanzó el más elevado número de votos (15,69%) y Bernardo Arévalo del Movimiento Semilla, quien quedó en segundo lugar (11,8%). Ambos candidatos representan para la segunda vuelta dos propuesta bien diferenciadas. Por un lado, Torres va a concentrar el voto de los sectores ideológica y políticamente conservadores. Tal como se ha desarrollado en Costa Rica con Rodrigo Chaves, en Panamá con Laurentino Cortizo Cohen, en Ecuador con Guillermo Lasso, en Uruguay con Luis Lacalle Pou y en Paraguay con Mario Abdo Benítez. En tanto que Arévalo representa el espectro de la centroizquierda política guatemalteca, muy semejante a las izquierdas latinoamericanas de Gustavo Petro en Colombia, Alberto Fernández en Argentina, Luis Arce Catacora en Bolivia, Lula en Brasil, Xiomara Castro en Honduras o Andrés Manuel López Obrador en México.
Es decir, la dinámica del proceso electoral guatemalteco en gran medida se orienta bajo una línea semejante a la de otros países latinoamericanos donde la disputa política electoral se da entre el sector conservador y pro-oligárquico, enfrentado a la centroizquierda latinoamericana. Hasta ahora en la región lo que ha predominado, mayoritariamente en los recientes procesos electorales, es este último segmento del espectro político latinoamericano. Lo cual, de darse el caso, veríamos en la presidencia un nuevo ganador de la centroizquierda como Bernardo Arévalo, en la segunda ronda de las elecciones de Guatemala del 20 de agosto.
País donde buena parte de ese 40% del electorado podría participar no absteniéndose o votando nulo, inclinándose la balanza por Arévalo, en especial los jóvenes guatemaltecos y los sectores medios urbanos cansados de las prácticas de corrupción constantes en la derecha guatemalteca. También, pensemos que el paisaje social de esa nación centroamericana tiene una población de más de 17 millones de habitantes donde el 60% se reconoce como población originaria y el 61.6% viven en condiciones de pobreza multidimensional. Sin duda, dentro de los países latinoamericanos con mayor población indígena como México, Perú y Bolivia, Guatemala albergan una diversidad de comunidades originarias, tal como decía Simón Bolívar “los legítimos propietarios de estas tierras”, como lo son los pueblos mayas. Estos se identifican en un estimado de 6,5 millones (43,75%) como: “Achi’, Akateco, Awakateco, Chalchiteco, Ch’orti’, Chuj, Itza’, Ixil, Jacalteco, Kaqchikel, K’iche’, Mam, Mopan, Poqomam, Poqomchi’, Q’anjob’al, Q’eqchi’, Sakapulteco, Sipakapense, Tektiteko, Tz’utujil y Uspanteko”, a la par de otras comunidades como los “Garífuna, Xinka y Creole o afrodescendiente” (https://web.whatsapp.com/).
En esas condiciones figura la situación de que buena parte de la población chapina se ve en la necesidad de migrar. Estimándose que medio millón de personas emigran a los EU vía México al año. De igual manera, otros indicadores apuntan al crecimiento de la violencia criminal como también la persecución política de distintos dirigentes sociales, de activistas que defienden los derechos humanos, como de jueces que han tenido que exiliarse y periodistas que han sido amenazados de muerte y cerrados sus canales de información y de expresión. Tal como aconteció con el periodista José Rubén Zamora director del diario El Periódico. Este marco de la nueva situación de Guatemala en la llamada época democrática que lleva más de tres décadas, tiene como contexto la guerra de baja intensidad que en esa nación y en Centroamérica se ejerció en los últimos años del siglo XX. Momento en que se estima hubo más de 200 mil muertos y 50 mil desaparecidos. Todo esto, sin considerar las expresiones de los golpes miliares que se dieron a partir de 1954 contra el gobierno del presidente Jacobo Arbenz Guzmán. De ahí, que el escenario que en breve podría presentarse en esa nación centroamericana nos lo describe Dolores Gandulfo cuando señala: “Gobernar Guatemala no será tarea fácil para quien sea el próximo mandatario, las prácticas clientelares y de acarreo del poder territorial se refleja en los resultados parlamentarios donde el oficialismo conserva mayoría. Las transformaciones sociales no se dan de un día para el otro, y menos en contextos de retracción democrática como el que atraviesa el país hace décadas, pero cualquiera de los dos que gane representaría un inicio de cambio de rumbo en las políticas que históricamente se vienen llevando adelante, y a las que los y las guatemaltecas le dijeron basta en las urnas” (https://www.nodal.am/2023/06/guatemala-fue-a-las-urnas-con-esperanzas-de-cambio/).
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