Fuente: Portal Libertario OACA 26 Apr 2021 05:53 AM PDT
Noelia Bueno: «La propuesta de una moral sin obligación de Kropotkin es fascinante, un reto»
La doctora en filosofía considera que el anarquista ruso fue un precursor de la epigenética, ya que adelantó en su época que los instintos se aprenden y que la cultura es el resultado de la historia de la vida.
Noelia Bueno, doctora en Filosofía por la Universidad de Oviedo e investigadora del análisis e interpretación de fenómenos contemporáneos del ámbito de la filosofía social y cultural, afirma que Kropotkin esbozó una moral sin obligación que es “fascinante y un reto”. La filósofa participó el pasado viernes en el local Cambalache de Oviedo en el seminario “Actualidad de Kropotkin”, dentro de los actos organizados para celebrar el centenario del anarquista ruso por el grupo Higinio Carrocera/FAI. Bueno estuvo acompañada en el seminario del geógrafo Salvador Beato y de la activista en abolicionismo penal Sara Cuellas.
La profesora considera que la ‘Ética’ de Kropotkin, su último trabajo, está vinculada a lo político. Una ética que está emancipada de la religión y de la metafísica. Explica que Kropotkin fundamenta la moral en la ciencia y en la naturaleza pero se pregunta que si el anarquismo de Kropotkin está en contra de la autoridad ¿puede haber moral entonces?. Noelia contesta que sí porque el teórico ruso no es amoralista y cree que el ser humano puede distinguir el bien del mal. De hecho es muy crítico con el amoralismo. Justifica el príncipe ruso una moral sin obligación “y es fascinante, un reto”, explica Noelia, para quien esta moral es la moral anarquista.
Destaca que el bienestar común y el del individuo no están reñidos para Kropotkin y que al estar el fundamento de la moral en la naturaleza “no hay que luchar contra la naturaleza porque de ella dimanan nuestras ideas del bien y del mal”. Habló también la filósofa del rechazo del autor ruso a las teorías contractualistas y recordó que Darwin defendió, como él, que la evolución también se produce con el apoyo mutuo, pero los seguidores del darwinismo social lo olvidaron.
Noelia destaca en las ideas de Kropotkin la socialidad como característica de la vida. Su idea potente es que la moral no se implanta, está ahí, pero sí hay que cultivarla. En este sentido reconoce que algunos pueblos primitivos están más avanzados que los llamados civilizados. Por otro lado considera una distorsión la idea de que somos egoístas y perversos. “El apoyo mutuo confía en el ser humano. La moral está ahí, a veces no se ve y mueve el mundo. La cooperación asegura mejores posibilidades para sobrevivir, por lo que asociarse con los semejantes “es una necesidad”. Y aunque no niega los instintos egoístas considera que la compasión es necesaria.
Su principio de la naturaleza como fuente de la moral no es determinista, según explica la profesora Bueno “niega el determinismo de la naturaleza y que es el Estado el que está para controlar esos instintos. No es biologicista, no niega la libertad humana. Esboza así una noción de la biocultura, en donde lo natural y lo cultural no se distingue y que también los instintos se aprenden, “lo que le coloca como un precursor de la epigenética actual.
Por eso, añade Noelia, hay que seguir la socialidad para no autodestruirse y pensar en la cultura como el resultado de la historia de la vida. Al final esta moral sin castigo, que evita la autodestrucción del ser humano, esa creencia en la fusión de vida y naturaleza tiene una ligazón de su propuesta con lo político.
Salvador Beato, por su parte, recordó que Kropotkin tenía una idea de progreso, al estilo decimonónico, “porque era una persona que creía en el ser humano y en su capacidad de mejorar”. Destacó también que le preocupaba mucho la cuestión pedagógica, “la educación era la manera de evitar una sociedad creadora de autómatas, susceptibles de ser dominados, favoreciendo los desequilibrios de las clases sociales, por el contrario lo que deben hacer los anarquistas es crear personas libres. La educación es lo contrario de autoridad, debe ser un factor de cambio y debe ser horizontal, hacer reflexionar”.
Beato subrayó la concepción de Kropotkin de entender la biosfera como un sistema en el que todo está relacionado. En este sentido, como geógrafo que fue entendía el objetivo de esta disciplina como una búsqueda de la hermandad de los seres humanos, disipando los prejuicios de las llamadas “razas inferiores” (concepto que estaba en boga en su época, en pleno colonialismo). Un apunte interesante es la idea del anarquista ruso de que no debería haber profesores sino que “todo el mundo debe serlo. Cada uno hace su trabajo y puede dedicar parte de su tiempo a enseñar a los demás”.
Sara Cuellas profundizó en el abolicionismo penal de Kropotkin, “siempre que investigo este aspecto me encuentro con Kropotkin. Fue uno de los primeros que propuso su abolición y presentó alternativas”. Y es que Kropotkin conoció personalmente la cárcel en condiciones muy duras. Por eso estudió el sistema penitenciario y la psicología de los presos. “Decía que era preferible prevenir el delito que reprimir al preso y que la delincuencia estaba generada por causas sociales, físicas y psicológicas y que con buenas condiciones materiales se disminuye la predisposición al delito”. Para el pensador anarquista las verdaderas causas de la delincuencia son sociales.
Sara explicó que en el estudio de Kropotkin sobre las cárceles está presente también el componente de clase de los presos. “Entiende que las cárceles son inútiles en una sociedad que eduque en el bien común. El trabajo libre cultiva la inteligencia y eleva el espíritu”. Para el pensador ruso el abolicionismo solo puede ser posible con la destrucción del capitalismo. “Con el fin de la propiedad privada desaparecen los delitos”.
La imperfección del sistema penitenciario que destacaba Kropotkin lo ve Sara Cuellas en las estadísticas actuales, en donde hay altas tasas de reincidencia, “en EEUU el 75% de los presos son reincidentes”. Pero además es un sistema que corrompe a los presos y a los propios carceleros, al disponer de autoridad. “Aislamiento, trabajo esclavo, degradación emocional, autoritarismo de los carceleros, generan una pérdida de la energía física y mental de los presos. Tienen pocos estímulos visuales y auditivos, perciben siempre lo mismo, lo que lleva a una despersonalización, y a una pérdida de la fuerza de voluntad. Además, cuando salen de la cárcel la sociedad les margina”. Para Kropotkin son dos las alternativas al sistema carcelario: la fraternidad humana y libertad. “Una mano amiga a los descarriados. Sin duda Kropotkin es el autor que mejor resume en su persona el abolicionismo penal”, concluye.