No siempre somos conscientes de lo poco que sabemos

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No siempre somos conscientes de lo poco que sabemos

 

Citas extraídas de “La intoxicación lingüística. El uso perverso de la lengua”. Vicente Romano

«Donde la reflexión es imposible, el mundo recibido debe considerarse como «la realidad». La autenticidad de la percepción difusa con el medio técnico hace que la imagen televisiva o el texto de prensa sea la cosa misma. Lo «esencial» es haberlo oído, visto o leído en la radio, la TV o el periódico.

Se prometen informaciones y conocimientos. Pero, salvo la previsión del tiempo, útil para la excursión dominguera, lo que se transmite raras veces es reducible a la práctica directa de la vida. La fe en la información se diluye en muchas noticias que se olvidan al cabo de un par de horas y con las que el receptor no sabe qué hacer porque no está en condiciones de comprender su origen, su alcance ni su significado. Cuanto mayor es la fe en la información, más dogmático es el retorno al mito. Los déficit racionales se satisfacen emocionalmente.»

«La concepción de la realidad como el peor enemigo del hombre y, por consiguiente, la explotación de la «ilusión redentora» se ha convertido desde hace tiempo en la máxima de la industria del entretenimiento. El sentimiento se ha convertido en mercancía rentable.

De ahí que, como la conciencia es el resultado de la acción y la experiencia, haya que crear otras condiciones sociales de vida y de trabajo que permitan al hombre enriquecerse con experiencias personales y no permitir ninguna «explotación de sus almas» por poderes ajenos.»

«El uso tan frecuente de abreviaturas (OTAN, ONU, UE, etc.) obstaculiza el planteamiento de preguntas no deseadas. Así, OTAN no sugiere lo mismo que Organización del Tratado del Atlántico Norte. En este caso habría que preguntarse qué hacen en ella países que, como Turquía, Grecia, Italia o Colombia, nada tienen que ver con el Atlántico Norte, o que estas tropas se hallen ahora defendiendo los intereses de los grandes consorcios petroleros usamericanos en Asia Central.»

«Para aproximarse a una sociedad de hombres y mujeres libres, sociedad que jamás ha existido en la historia, hay que incrementar la participación de la mayoría en el producto de su trabajo y reducir la de la minoría. Pero lo que ocurre es precisamente lo contrario. Bienestar significa disponer de cosas, dominio es disponer de las personas, y, en el caso de los medios, de su biotiempo. Con el biotiempo de los consumidores succionan la fuerza de trabajo gratuita de la percepción. Esto forma parte de la economía de señales. La fuerza de trabajo de los telespectadores se succiona por la vía del entretenimiento y a las diez de la mañana siguiente se intercambian por dólares o euros las cuotas de audiencia.»

«El reduccionismo actual del discurso periodístico conduce a la despolitización de la sociedad, efectuada a través del reclamo consumista, lo que equivale a la debilitación del Estado. Este se reduce entonces a acciones simbólicas.

Este mecanismo apunta a un orden económico que ya no pretende satisfacer necesidades, sino crearlas. Los mensajes de los medios de masas, acoplados a la industria de la sugestión del reclamo comercial, despiertan en los receptores falsas expectativas. Deben buscar la salvación donde no puede estar: en el consumo de los milagrosos mundos de los medios. Como afirma Pross, tal vez la explotación de la tierra, de los tesoros de la naturaleza, haya llegado tan lejos que la industria tenga que recurrir ahora a la explotación del alma de los hombres y mujeres. Los esfuerzos se dirigen ahora no tanto a explotar la fuerza de trabajo como a estimularla fisiológica y psicológicamente para crear las necesidades que hacen girar esta rueda de la denominada «sociedad libre de mercado», o sea, del capitalismo.»

«El significado clásico de informatio como formación, configuración, se mantuvo en la filosofía medieval, en la escolástica, como terminus tecnicus: proveer de una forma a la materia. Este significado desapareció junto con la escolástica.

El significado de formación mediante instrucción se destacó en el humanismo y el Renacimiento. Informador era el maestro. Una noción que se mantuvo hasta el siglo XIX.

Lo que ha quedado hasta hoy es el significado de información como exposición, comunicado, noticia.»

«En nuestra civilización «tecnocientífica», cada vez es menor el ámbito de lo que conocemos por experiencia directa. Para la inmensa mayoría de la población, el conocimiento de la realidad se deriva de las noticias que afluyen de los medios de producción masiva de comunicación, en particular de la TV. Se trata, pues, de experiencias de segunda o tercera mano. O sea, no son experiencias en el sentido original del término.

A decir verdad, no siempre somos conscientes de lo poco que sabemos. Son más bien raros los momentos en los que podemos notar lo poco que podemos vislumbrar, comprender o concebir. Lo demás, aunque presenta la apariencia del saber, no es más que una maraña de supuestos, opiniones interesadas, prejuicios, ficciones. Y esto es lo que suele marcar la actitud ante los acontecimientos tal como nos los presentan. Este campo de opiniones derivadas y prefabricadas es el dominio de la propaganda.

Resumiendo mucho, sus rasgos distintivos son la simplificación, indiferenciación, uniformidad, el estereotipo, en suma, el pensamiento acrítico, mágico.»

«Ampliar los conocimientos, la conciencia, equivale a esforzarse contra la manipulación general. En este sentido, el principal instrumento de manipulación, de contaminación lingüística, es la violencia simbólica o psicológica. Desentrañarla constituye una tarea básica en todo proceso de emancipación.»

«En el contexto de la intoxicación lingüística, la propaganda se entiende como producción y difusión de mensajes dirigidos a influir en la conciencia y el comportamiento de un público determinado o de todo el público. La tarea de la propaganda estriba en imponer valoraciones e interpretaciones hasta el punto de que las personas se identifiquen con ellas y, así, adquieran validez social. Es, pues, una aplicación de la violencia simbólica. Pretende hacer creer algo, persuadir de algo. Tiene más carácter apelativo que discursivo. Es, en alto grado, de índole monológica, no dialógica, contrapuesta al diálogo.»

Los EEUU versus ellos. Se trata de pintar a todos los enemigos como terroristas, salvajes, malvados, comunistas, ateos, etc. Se alimentan así los peores miedos: ¡que vienen los rusos!, los «pijamas negros», los islamistas… La propaganda usamericana demoniza así a mucha gente, desde los habitantes originarios de Norteamérica hasta los iraquíes, palestinos y libaneses que están muriendo mientras se redactan estas líneas.

Apoyo incondicional a las tropas. Los estadounidenses se crían viendo películas de guerra, jugando con armas de fuego, rodeados de monumentos bélicos, entrenados en el respeto y temor a los uniformes. Presencian la demonización de quienes se oponen a la guerra. Los medios rezuman fervor militarista. Aceptan que los impuestos financien las guerras y la propaganda bélica. Una vez iniciadas las intervenciones, todos tras las fuerzas armadas hasta la victoria final: My country right or wrong [Mi país, con o sin razón]. Todo ello fomentado por la industria del reclamo, como se demostró claramente en la primera Guerra del Golfo.»

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