Narrativa y realidad de la crisis Libia: Otro país destruido por la OTAN

Fuente: https://canarias-semanal.org//art/31912/narrativa-y-realidad-de-la-crisis-libia-otro-pais-destruido-por-la-otan  Domingo, 09 de Enero de 2022

La Alianza Atlántica ahora dice «sentir gran preocupación» por la situación del país africano

Cuando se analiza la operación de la OTAN contra Libia, lo más impresionante es la ‎diferencia entre lo que creyó la opinión pública en el mundo occidental y lo que ‎los libios vivieron. Para Occidente, lo sucedido en Libia fue la liberación de un ‎pueblo oprimido por el peso de una dictadura. Pero lo que vivieron los libios fue una ‎invasión extranjera que arrasó todo lo que encontró por delante y devolvió su país ‎prácticamente a la edad de piedra. ‎

Por MANLIO DINUCCI.-

La OTAN dice sentir gran preocupación ante la crisis en Libia y afirma que esta «tiene ‎implicaciones directas para la seguridad y la estabilidad de todos» los miembros de la alianza ‎atlántica. Agrega que, por consiguiente, se mantiene «comprometida con proporcionar a Libia sus consejos para la defensa y la seguridad».

Los gobiernos de Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia y Reino Unido declaran que ‎‎«elecciones libres permitirán al pueblo libio fortalecer su propia soberanía» y que están ‎‎«dispuestos a pedir cuentas a quienes amenazan la estabilidad de Libia». Reafirman ‎seguidamente «el pleno respeto y compromiso por la soberanía y la independencia de Libia». ‎

Esas solemnes palabras vienen de las mismas potencias que luego de haber destruido Yugoslavia ‎en los años 1990 –saboteándola desde adentro y atacándola desde el exterior– recurrieron a la ‎misma maniobra en 2011 para destruir el Estado libio. ‎

Primero financiaron y armaron dentro de Libia facciones tribales y grupos islamistas hostiles al ‎gobierno de la Yamahiriya e infiltraron fuerzas especiales –principalmente de Qatar– para ‎propagar los enfrentamientos armados. Y seguidamente atacaron desde el exterior –en 7 meses ‎la aviación de Estados Unidos y la OTAN realizó unas 30.000 misiones contra Libia, incluyendo ‎‎10.000 misiones de ataque, con el uso de más de 40.000 bombas y misiles.

 

Italia participó ‎poniendo a disposición de los atacantes 7 bases aéreas así como cazabombarderos y un ‎portaviones. La agresión contra Libia se realizó bajo la dirección de Estados Unidos, ‎inicialmente a través del US AfriCom y después por intermedio de la OTAN. ‎

Así fue destruido aquel Estado africano, el cual –como se mostraba en la documentación del ‎Banco Mundial en 2012– registraba «altos índices de crecimiento económico y de desarrollo ‎humano» y donde encontraban trabajo alrededor de 2 millones de migrantes, en su mayoría ‎africanos. ‎

Gracias a la exportación de sus recursos energéticos, la Yamahiriya había invertido en el extranjero ‎unos 150 000 millones de dólares. Las inversiones de Libia en África eran determinantes para el ‎proyecto de la Unión Africana de crear sus propios organismos financieros, un mercado común ‎africano y moneda única para toda África.

Los correos electrónicos de la secretaria de Estado de ‎la administración Obama, Hillary Clinton –revelados por WikiLeaks a la opinión pública–, ‎demuestran que Estados Unidos y Francia querían eliminar al líder libio Muammar el-Kadhafi ‎antes de que utilizara las reservas libias de oro para crear una moneda panafricana como ‎alternativa al dólar estadounidense y al franco CFA (la moneda que Francia impuso a 14 de sus ‎ex colonias africanas). De hecho, los bancos entraron en acción antes de que lo hiciesen los ‎bombarderos y secuestraron los 150 000 millones de dólares que la Yamahiriya tenía depositados ‎en el exterior, acción que bloqueó todo el proyecto africano –además de que la mayor parte de ‎todo ese dinero “desapareció”. 

Pero la narrativa político-mediática sobre la crisis libia no dice nada de eso, de manera que los ‎principales responsables de la catástrofe social provocada por la guerra contra Libia se presentan ‎como salvadores de ese país. ‎

Hoy en día, las transnacionales extranjeras y las milicias de las diferentes facciones que ‎se disputan el poder en Libia acaparan los ingresos provenientes de la exportación de los ‎recursos energéticos libios. Grandes volúmenes de petróleo libio se venden a países miembros de ‎la Unión Europea a través de firmas maltesas que esconden el origen de ese recurso. El nivel de ‎vida de la población libia se ha derrumbado y su país se ha convertido en la principal vía de ‎tránsito de un caótico flujo migratorio que ya registra más víctimas que la guerra de 2011. ‎

Según los datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), alrededor de ‎‎1.500 migrantes se ahogaron en el Mediterráneo en 2021, pero la cifra real es seguramente muy ‎superior ya que son muchos los que perecen sin que llegue a saberse.‎

También en 2021, unos 30.000 migrantes fueron interceptados en el mar y devueltos a Libia por ‎los guardacostas “libios” –creados, entrenados y financiados por Italia a un costo de 33 millones ‎de euros. Muchos de esos migrantes interceptados acabaron en centros de detención del ‎‎“gobierno” de Trípoli o de las milicias que le disputan el poder. Más de 600 000 migrantes de ‎‎45 nacionalidades se encuentran hoy atrapados en una especie de trampa en Libia, ‎prácticamente en situación de esclavos, siendo obligados a trabajar sin paga y víctimas de ‎violencias físicas. Y son cada vez más numerosos los que ya ni siquiera piden ser enviados a ‎Europa sino al menos poder regresar a sus países de origen para escapar a esa situación. ‎Particularmente dramática es la situación de las mujeres jóvenes, vendidas al mejor postor, ‎violentadas y obligadas a prostituirse. ‎

Y todo eso sucede “gracias” a la operación «Protector Unificado» realizada por la OTAN ‎en 2011 para garantizar, según el ministerio de Defensa de Italia, «la protección de los civiles ‎en Libia». ‎

(*) Manlio Dinucci. Geógrafo y politólogo. Últimas obras publicadas: Laboratorio di geografia, Zanichelli 2014 ; Diario di viaggio, Zanichelli 2017 ; L’arte della guerra / Annali della strategia Usa/Nato 1990-2016, Zambon 2016. Guerra nucleare. Il giorno prima. Da Hiroshima a oggi: chi e come ci porta alla catastrofe, Zambon 2017; Diario di guerra. Escalation verso la catastrofe (2016 – 2018), Asterios Editores 2018.‎

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