Fuente: Umoya num. 98 – 1er trimestre 2020 Cristina Bayo
El mundo de la arquitectura africana cuenta con una gran variedad de tipologías, relacionadas con diferentes usos, como el doméstico o religioso, siempre adaptados a las zonas donde estén asentadas las poblaciones.
Piedra, hierro, madera o materiales más actuales como el latón se aplican a las construcciones, siendo el barro uno de los más importantes y su uso se da tanto en construcciones sencillas como en grandes edificios, como la espectacular Gran Mezquita de Djenné o de Konboro.
La mezquita se ubica en el centro de la ciudad de Djenné, situada en el centro de la República de Malí, en el África occidental, en el delta del río Níger.
Es la edificación de barro más grande del mundo, realizada en una sola pieza, uno de los monumentos más conocidos de toda África y desde 1988 posee el título, junto con el casco antiguo de la ciudad, de Patrimonio de la Humanidad otorgado por la UNESCO, además de haber entrado en el Libro Guinness de los Records Mundiales por su tamaño.
Su historia se remonta a finales de los siglos XII y XIII d.C., y ha sufrido grandes modificaciones hasta llegar a su estado actual.
La primera mezquita se levantó entre los años 1180 y 1330, como nos apunta en 1620 el imán de la mezquita Es-Sa`di, que señala que en el año 1180 el sultán Koi Konboro, vigésimo sexto gobernante de la ciudad se convirtió al islam, religión que se estaba extendiendo de manera imparable por el norte de África. Así decide derribar su palacio y levantar en su lugar el edificio religioso, hasta el año de su fundación, en 1240.
Los siglos pasan y la mezquita continúa su función religiosa, hasta que en el siglo XIX se funda el Imperio Mecina, con Amadu Hammadi Bubu o Sékou Amadoum, que, en 1834 decide destruir y dejar caer la mezquita, por considerarla demasiado lujosa y por no reunir las características de simplicidad física y moral que él busca para su imperio. Por respeto, conservará las tumbas de los antiguos líderes locales.
La segunda mezquita se construyó hacia el año 1896 inspirada, aunque no fielmente, en los planos conservados de la primera, pero con apariencia mucho mas humilde. No tuvo mucha fortuna, pues fue demolida a los pocos años, para dar lugar a la actual, la tercera mezquita de Djenné.
La edificación, creada entre 1906 a 1909, es un símil de la primera, tanto en apariencia, como en tamaño y forma. La financiación económica y la ayuda política de la obra vino dada por los franceses que dominaban en ese momento gran parte del África occidental.
Llama la atención su aspecto exterior, muy liso y con formas redondeadas, muy distinto al de los inicios del siglo XX, como se observan en las antiguas fotografías conservadas, observando que era mucho mas angulosa. El cambio responde a la erosión ambiental y a la endeblez de los materiales utilizados, como son el barro cocido al sol, ladrillo, arena y yeso.
El yeso se emplea para revestir los muros de barro con una capa de este material, que, cada año, se adecenta con nuevas capas para evitar su deterioro. Capa tras capa, se va creando esta curiosa forma ondulada. La profundidad del muro, con un grosor entre los 0,4 y 0,6 m., va aumentando de manera pequeña y constante cada año.
Las vigas de madera que aparecen en el exterior, poseen un sentido utilitario más que estético, pues, por un lado, ayudan a reducir los agrietamientos por los cambios drásticos de temperatura y humedad, y por otro lado, sirven de andamio.
El edificio tiene 18 m. de altura, y está construido sobre una plataforma cuadrada de 75×75 m., que se eleva 3 metros sobre el nivel del mercado. Esta plataforma sirve para protegerla de las recurrentes inundaciones del río cercano a la mezquita.
El muro exterior de la mezquita posee 18 contrafuertes y varios minaretes.
La mitad de la mezquita es un patio abierto al aire y la otra está cubierta por una techumbre bajo la que se encuentra la zona de rezo. Apoyada por un total de 90 pilares de madera que atraviesan su interior, posee numerosos respiraderos con tapas cerámicas, que se pueden quitar y poner para que se produzca la ventilación en el interior.
El muro de oración, o quibla, aparece lógicamente orientado hacia la Meca, hacia el Este.
Su significado cultural es muy interesante. Es un edificio religioso, sí, pero también comunitario y por ello la población entera de Djenné toma un papel activo en su mantenimiento. Cada año se realiza una fiesta, con el objetivo de reparar el daño que haya podido soportar.
Los muchachos más jóvenes realizan la mezcla del yeso para recubrir las paredes. La parte femenina se encarga de llevar el agua para la mezcla y otros jóvenes la transportan en calderos. El enyesado es realizado por los hombres adultos, que se suben a las vigas de madera, acompañados también de escaleras exentas de madera de palma. Los integrantes del gremio de arquitectos de Djenné dirigen el trabajo, mientras que los más ancianos, que ya han trabajado durante su vida en el recubrimiento, se sientan en un lugar de honor para observar el acontecimiento.
Aunque la Gran Mezquita de Djenné ha sido equipada con un sistema de megafonía, los ciudadanos se han resistido a otras modernizaciones del edificio.
Hay que recordar que la Gran Mezquita se cerró a los no musulmanes después de que se realizaran unas fotografías para la revista de moda Vogue, donde modelos en bañador posaban en el interior sagrado, acto que fue considerado como una violación religiosa.
La evolución arquitectónica de la Gran Mezquita de Djenné cada año se seguirá dando, gracias al sentido comunitario de su población, porque, como dice el refrán africano: «El río se llena con adornos pequeños».