Fuente: La Jornada/Alejandro Espinosa Calderón* 28.08.2020
Organizaciones empresariales de productores y otras que agrupan a productoras y comercializadoras de herbicidas, como el glifosato, y de cultivos genéticamente modificados (Monsanto/Bayer Crop Science, Corteva Agriscience, Syngenta, Cargill, Basf) en los medios de comunicación y sus redes sociales abogan por el uso del glifosato con mensajes imprecisos y erróneos. Advierten que, si no se renueva la importación del agroquímico, limitado desde hace ocho meses, habrá una caída de entre 30 y 50 por ciento en la producción de diversos productos, se importarán más alimentos, se encarecerán y crecerá la pobreza.
La repercusión del glifosato en el rendimiento es marginal y así lo reconocen varios industriales agrícolas, como Alonso Campos Encines, productor de maíz del Valle de Culiacán, Sinaloa, quien señala que el problema de costos no es en el control de las hierbas o el uso del glifosato, se da en eslabones más relevantes en el proceso productivo; es semillas, nutrición, labranza, agua, agroquímicos y temas financieros, también, en reconocer los robos y atropellos en los centros de recepción. La semilla de maíz en el mercado internacional, con la bolsa de 70 mil semillas, promedia 100 dólares, en Sinaloa la bolsa de 60 mil semillas se adquiere de Dupont o Bayer en 200 dólares. En Sinaloa, se emplean cerca de un millón de bolsas al año, lo cual representa 200 millones de dólares
.
El futuro que auguran los paladines del glifosato no puede aceptarse. En los hechos, el campo mexicano ha estado en crisis desde hace más de 30 años con la implementación de políticas económicas y agropecuarias neoliberales inadecuadas, que llevaron a la destrucción de la infraestructura y de las condiciones favorables que habían llevado al país a la producción suficiente y al reconocimiento mundial como el milagro del campo mexicano
, ya que éste crecía a 7 por ciento, muy arriba del PIB nacional, 3 por ciento. En la oscura noche del neoliberalismo se propició la crisis más grave en la historia del campo nacional y México dejó de ser autosuficiente en maíz. La implementación del TLCAN favoreció el aumento en las importaciones del grano, predominantemente de Estados Unidos, amarillo y transgénico, tolerante a glifosato. Nuestra nación importa 18 millones de toneladas de maíz, 5 millones de toneladas de trigo, 87 por ciento del arroz y 97 por ciento de las oleaginosas que se consumen.
Los mismos personajes proponen revertir la dependencia de importaciones mediante el programa Plan Estratégico 2030, Maíz para México
, como la opción para avanzar hacia la suficiencia alimentaria. Dicho programa es la continuación de la estrategia denominada Masagro, coordinada por el Cimmyt de 2009 a 2019 y que no cumplió con las metas prometidas (http://masagro.mx/es/?limitstart=0). La propuesta tiene el riesgo de dedicar otros 10 años a una estrategia fallida, lo que obliga a revisar lo que ocurrió para que no se repita la experiencia (http://www.scielo.org.mx/pdf/remexca/ v5n8/v5n8a16.pdf y http://www.jornada.unam.mx/2017/ 11/18/politica/016a2pol).
Los promotores del glifosato ponderan con poco sustento sus bondades, que contrastan con múltiples trabajos científicos sobre sus perniciosos efectos, sistematizados y difundidos por autori-dades internacionales, como la OMS (https://monographs.iarc.fr/ wp-content/uploads/2018/06/mono112-10.pdf); extranjeras y la Agencia para el Regis-tro de Enfermedades y Sustancias Tóxicas del Departamento de Salud del gobierno de Estados Unidos (https://www.atsdr.cdc.gov/ toxprofiles/tp214.pdf) y nacionales, como el Conacyt (https://www.conacyt.gob.mx/images/ ciencia_sociedad/Dossier_formato_glifosato_.pdf) y la sociedad civil organizada (https://imagenagropecuaria.com/revista/wp-content/ uploads/2020/05/antologia5.pdf).
El 27 de julio, el Presidente de México se refirió a un acuerdo que en su momento debería derivar en la emisión de un decreto con tres mandatos: a) no usar este agroquímico en nada que tenga que ver con el gobierno, reducir los volúmenes de importación año con año y eliminarlo en cuatro años; b) el Conacyt será la entidad encargada de buscar opciones alternativas al herbicida, y c) no permitir el uso de semillas transgénicas. Antes de esto, hubo intentos de que el acuerdo fuese modificado ( https://www.jornada.com.mx/2020/ 08/11/opinion/014a1pol).
A partir del encargo al Conacyt, se propuso un conjunto de estrategias y acciones para prescindir gradualmente del glifosato, se hizo énfasis en la obligación que guarda el Estado mexicano de cumplir a cabalidad la aplicación del principio precautorio en las políticas públicas para la regulación de agrotóxicos, así como en materia de bioseguridad.
Prescindir del glifosato, y en paralelo lograr la suficiencia alimentaria, será posible con base en la coordinación gubernamental, en la articulación de las capacidades científicas, en la asesoría técnica, y en los conocimientos y prácticas de los propios productores, que son los mejores hijos de México
. Desde el centro y sur de México, en la agricultura de subsistencia y tradicional, y donde se practica la agricultura orgánica y la agroecología, hasta la agricultura empresarial del centro al norte de la nación, entre los extremos de la agroecología y la agricultura industrial, existe una amplia gama de técnicas estudiadas y aplicadas por la agronomía clásica con uso mesurado de recursos, que conviene reconocer y transitar con diferentes niveles de tecnología. En ese camino se avanzará con propiedad y se podrá lograr la autosuficiencia alimentaria sin glifosato y sin transgénicos para bien de de México y los mexicanos.
* Encargado del despacho de la Secretaría Ejecutiva de la Cibiogem