Fuente: A Fondo num. 2/2020 eldiario.es
elsaltodiario.com Eva Torre
LOS AFRODESCENDIENTES ESPAÑOLES NO SE
RESIGNAN AL RACISMO INSTITUCIONAL
El pasado lunes 25 de mayo, el afroamericano George Floyd dejó de respirar después de que un policía aplastara su cuello durante nueve minutos apoyando en él su rodilla. Las imágenes de este hombre, tirado sobre el suelo e inmovilizado, repitiendo al agente que lo retenía impasible «I can’t breathe» («No puedo respirar»), mientras los compañeros de éste no hacían nada por evitar la situación, han dado la vuelta al mundo encendiendo una ola de
indignación global.
La comunidad afrodescendiente en España se concentra en las ciudades españolas para decir basta
por las muestras de racismo, no solo en EEUU por la última víctima de violencia policial (George Lloyd), sino
por el racismo institucional y social que existe en nuestra sociedad española.
«Las hermanas y hermanos afrodescendientes nos hemos coordinado en distintas ciudades para pedir justicia por George Floyd, pero también para recordar que el racismo institucional y social no solo ocurre en EEUU, sino que es una cuestión global», advierte desde Madrid Yeison García, activista de la recién formada Comunidad Negra Africana y Afrodescendiente en España.
Las exigencias ligadas a su protesta son las mismas que repiten desde hace años. Tras su visita a España en 2018, el Grupo de Expertos de las Naciones Unidas sobre Afrodescendientes llegó a la conclusión de que los controles policiales de personas
afrodescendientes por perfil étnico y racial «es un problema endémico». La población negra en España corre el riesgo de ser parada por la policía «42 veces más» en las estaciones y el transporte público «simplemente por el color de su piel». En cuanto a la discriminación ligada al mercado laboral, el Grupo recogió las denuncias de colectivos de afrodescendientes en España sobre la desigualdad existente en los procesos de contratación: «Personas afrodescendientes no tenían acceso a empleos del mismo nivel que otros ciudadanos españoles, aun teniendo una formación académica similar».
El equipo de expertos de las Naciones Unidas se mostró especialmente preocupado «por la difícil situación de los trabajadores migrantes que viven en condiciones deplorables» en España, particularmente en Almería y Huelva. En 2018 escucharon «los testimonios de trabajadores migrantes que viven en chozas construidas con cartones y plásticos, sin saneamiento ni agua potable», una realidad que permanece. «Los trabajadores migrantes también se quejaron de que sufrían regularmente el acoso, la extorsión y las palizas de la Guardia Civil, presuntamente con la complicidad de los empleadores», recoge el
documento.
La población afrodescendiente española llama también la atención sobre la «invisibilización» que aseguran sufrir. «También salimos a la calle para visibilizar que España no es blanca. Estamos invisibilizadas en los medios», enfatiza Jennifer Molina. Quieren, asimismo, la revisión de los libros de texto y otros materiales educativos «para asegurarse de que reflejen con precisión los hechos históricos relativos a tragedias y atrocidades del pasado, en particular la esclavitud, la trata de personas africanas esclavizadas y el colonialismo».
La Comunidad Negra, Africana y Afrodescendiente de España quiere pedir justicia por George Floyd, pero también por «todas las vidas negras». También por aquellas perdidas en el Mediterráneo en su intento de llegar a Europa (268 en lo que va de año) o en los Centros de Internamientos para Extranjeros (CIE). Citan, entre otros, a las 14 víctimas del Tarajal fallecidos entre pelotas de goma y botes de humo de la Guardia Civil.
Mencionan a Lucrecia Pérez, a Samba Martine, a Mame Mbaye. Según denuncian, sus muertes encuentran su base, de forma directa o indirecta, en el «racismo institucional y social que hay en España».