Fuente: Iniciativa Debate
Como el paraíso no existe, lo mejor es siempre relativo. En cambio, los países que han vivido el infierno de la dictadura ejercida durante décadas por autores de crímenes contra la humanidad saben que lo peor nunca termina de morir.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, TEDH, con sede en Estrasburgo, es de lo menos relativo de Europa. Baste decir que no depende de la UE sino del Consejo de Europa y, por tanto, sus jueces están lejos de los intereses que se trafican en Bruselas.
En el año 2007 dos jóvenes quemaron unas fotos del anterior rey de España en protesta por la visita que estaba realizando a Girona y, como lo peor nunca termina de morir, sucedió lo normal:
1. La Audiencia Nacional solo tardó un año en juzgarlos.
3. En cambio, el Tribunal Constitucional español, que es un trámite judicial obligatorio antes de recurrir a la justicia europea, “solo” se demoró siete años* en dictar sentencia para rechazar el recurso de amparo de los condenados.
Pero en cuanto el litigio abandonó España, y aunque lo mejor de Europa siga siendo relativo, el TEDH tardó dos años, y no siete, en destrozar la sentencia del TC español, dando la razón a los jóvenes antimonárquicos y, además, condenando a España por impedir el ejercicio de la libertad de expresión.
Hoy es jueves, 8 de octubre y, enarbolando aquella sentencia europea, miles de catalanes se personarán ante las puertas de sus ayuntamientos y, armados de cerillas y mecheros, quemarán fotografías con el rostro que mejor representa lo peor de España**.
Reincidirán en la libertad de expresión porque mañana, viernes, es el día elegido por Sánchez y Felipe VI para el desagravio que se han inventado contra una Catalunya a la que cada día que pasa le tienen más miedo. Los catalanes que no tienen rey continuarán la acción del jueves montando una cadena humana de las que pasarán a la historia.
Ante tal demostración a favor de una república catalana e independiente, españolistas de todos los matices recurrirán de nuevo a la “mayoría silenciosa” y dirán que son más los que se han quedado en sus casas. En cambio, pondrán cara de póker cuando alguien les diga que son infinitamente más los españoles que no presumen, ni en mascarillas ni en balcones, de la bandera restaurada por el despreciable español mayor asesino de españoles de la historia de España, porque el solo hecho de escribir su primer apellido puede contaminar de maldad esa condición personal tan encomiable como es la de la franqueza.
Las acciones que está impulsando el amplio deseo de conseguir una república independiente en Catalunya solo son posibles cuando la movilización social alcanza porcentajes que no pueden comprender quienes, aunque no lo confiesen, solo conciben “la política como el arte de impedir que la gente se meta en aquello que le afecta”, tal como sentenció el escritor francés Paul Valery, que vino a morir 80 días después de que se suicidara Hitler, quizás con la tranquilidad de saber que el mundo se había librado de un gran peligro.
Cuán distinta fue la muerte de nuestro Antonio Machado en la tierra del francés. Sucedió cuando la victoria de los asesinos golpistas era ya irreversible, ante la mirada vacía de una Europa que no era más que un trozo de geografía.
*El manejo del tiempo jurídico a conveniencia parece ser una costumbre en el TC. Por ejemplo, los cinco años que tardó en declarar inconstitucional la amnistía fiscal de Montoro fueron imprescindibles para que aquellos millonarios delincuentes no tuvieran que devolver nada a la Hacienda que tantos millones habían defraudado. Y lo más cruel de aquella demora judicial fue que, en medio de la ruina generalizada, hablamos de 2012, el tiempo que tardaron no lo emplearon en resolver discrepancias internas entre jueces, pues la sentencia se adoptó por unanimidad. Por tanto, la única conclusión es que los miembros del TC español son también unánimemente culpables a la hora de proteger los delitos de los privilegiados. En España, lo peor nunca termina de morir.
**Felipe VI es lo peor de España hoy, aunque, hay que reconocerlo, en dura pugna con la mayoría de los jueces que forman parte de la Audiencia Nacional, de los tribunales Supremo y Constitucional y del propio CGPJ. Muy instructivo el último artículo de Elisa Beni. Se titula “Observe si el juez descansa”.