Fuente: https://frenteantiimperialista.org/libertad-abajo-la-dictadura-abajo-la-violencia/ Carlos Ruiz 19.07.21
Especifiquemos qué Violencia, qué libertad, y qué dictadura. A favor de ciertas libertades, en contra de ciertas dictaduras y en contra de toda violencia o incitación a la misma, miremos a Cuba hoy 12 de Julio de 2021.
ADVERTENCIA: Para hacer sentido de este texto hay que estar tranquilos, sentados, y con el sombrero de la reflexión, no el de la frustración, el fanatismo extremista, o el de la desesperación, o el de la violencia.
Muchos cubanos y latinoamericanos sabemos que el período de la revolución en Cuba se ha caracterizado por todo lo contrario a lo que caracteriza el resto de nuestra región, incluyendo los Estados Unidos. Entre los rasgos más prominentes de nuestra región se encuentran la violencia y el crimen organizado generalizados; desde la VIOLENCIA con mayúscula de los estados hasta la mayúscula VIOLENCIA de la mafia y el narcotráfico, pero también la VIOLENCIA económica que despoja a las grandes mayorías de bienes básicos y derechos fundamentales. Mientras que en la mayoría de nuestro continente las VIOLENCIAS mayúsculas y estructurales son generalizadas y se enquistan en la vida cotidiana como una malformación congénita, en Cuba el brote de cualquier tipo de violencia contrasta, choca y conforma una imagen ruidosa ajena a nuestra cotidianeidad (acotamos desde cuando Cuba es un país libre de VIOLENCIA en mayúsculas: justo después de la Revolución Cubana, no antes!) Afortunadamente aún no vivimos en una Cuba donde las grandes VIOLENCIAS son el pan nuestro de cada día. Usemos este patrimonio como base para construir y resolver nuestras contradicciones y retos como pueblo.
La conquista inédita y sostenida de la PAZ mayúscula en Cuba no tiene precedentes en nuestro continente. Sí que vale la pena enfatizar y poner en perspectiva la situación en medio de toda esta vorágine de manipulaciones. Nuestro país goza hoy de poca violencia, pocos índices de criminalidad, una estabilidad social, política y paz generalizadas. Lo más increíble es que se ha logrado mantener de forma continua esta PAZ en medio de un sostenido régimen de agresión criminal por parte de EEUU, sus aliados, sicarios, voceros, agentes y masas sometidas a su matriz ideológica y cultural. Pero por cuánto tiempo gozaremos de estas conquista de PAZ con mayúscula, patrimonio nacional ? Cómo se desarrolle todo esto dependerá en gran medida de los propios Cubanos, y especialmente de cuántos seamos o no fácilmente manipulables-confundibles por aquellos que quieren ver a toda costa, a una Cuba quebrada, fracasada y fallida. Dependerá mucho más de los que están adentro, que de los que están afuera.
Pero adentro y afuera, hoy todas y todos los cubanos estamos a prueba, y nuestra madurez política será fundamental para poder encarar en PAZ nuestros retos venideros y pendientes.
Frente a la dictadura de las VIOLENCIAS que nos intentan imponer los enemigos de Cuba y de todos los pueblos soberanos, gritemos ABAJO LA DICTADURA! Frente al agresor que nos estrangula sin contemplación gritemos LIBERTAD verdadera! LIBERTAD soberana!! Frente a la mascarada y los viejos disfraces de injerencismo, las falsas ayudas humanitarias, digamos abajo la VIOLENCIA mayúscula del intervencionismo cínico, patético y tóxico! Basta ya de espejos mágicos, miremos al espejo de la realidad que nos ocupa.
Después de este primer paso de reflexión, de mirarnos en el espejo del mundo, miremos ahora otro espejo, el espejo de nuestra utopía como nación soberana, imperfecta, en peligro y en desarrollo! No vivimos en un país exento de problemas; entre algunos de los problemas externos vale la pena resaltar la desbocada y particular agresión de los Estados Unidos y todo el arsenal que despliega en este justo instante contra Cuba. Hoy, precisamente y al unísono con las acusadas carencias, así como las frustraciones que la situación provoca, arremete más fuerte su maquinaria de propaganda global y omnipresente. ¿Pero por qué ahora ? ¿Por qué en medio de una pandemia a la que Cuba ha venido enfrentando sistemáticamente y ejemplarmente, se incita a salir a las calles a protestar contra el gobierno? ¿Por qué justo ahora cuando enfrentamos más dificultades en cuanto a contagios y muertes? ¿No tiene más sentido sumarse a las convocatorias fuera de Cuba para mandar contenedores, donaciones e insumos? ¿O incitar a la calma, el cuidado y la higiene? Quienes aprovechan este momento vulnerable para incitar a la violencia y la inestabilidad son cuando menos irresponsables, quienes lo hacen con intención y mala fe, son traidores, no son patriotas. Nuestra patria y su historia inspiran sentimientos de amor intensos, pero también frustraciones profundas, propias del desarrollo histórico, sus contradicciones y las emociones que despiertan la moral y la necesidad de mantener nuestra coherencia y la cordura. No cabe duda de que las manifestaciones que se han visto en Cuba desde hace unos meses, y ahora en especial, emergen de nuestras propias vulnerabilidades y contradicciones como nación, negarlo, caricaturizar o trivializar este problema es posponer su solución. Pero tampoco es menos importante el hecho de que emergen también de la decadencia y el desespero desenfrenado de Estados Unidos por recuperar el control geopolítico de la región. En medio de esa estrategia, el derrocamiento de Cuba y su revolución resultan un hito fundamental.
La cobertura, sincronía y el poder de convocatoria en las redes funciona como un reloj suizo, tan impecable y puntual que levanta evidentes sospechas. ¿Cómo es posible que tanta gente opine al mismo tiempo, y con el mismo lenguaje, en este justo momento, lo mismo sobre Cuba? Lo más preocupante es que ya se tiene conocimiento general de cómo las redes y la oligarquía de los grandes medios corporativos de comunicación funcionan y manipulan. Pero a pesar de estar advertidos y de tener relativa información al respecto, la gente cae en la trampa de estas redes como peces.
Las limitaciones de nuestro propio proceso para resolver problemas de índole material, cultural y político son explotadas sistemáticamente por quienes buscan el derrocamiento del proceso socialista en Cuba. Cualquier descuido, retroceso, limitación o dificultad son bien aprovechados en contra nuestra. El enemigo no perdona. Una vez se nos logre someter y programar para reproducir el algoritmo del odio y la violencia, perdemos nuestra ecuanimidad como pueblo y nuestra capacidad para reflexionar. Sin reflexión no se puede actuar con eficacia. Reconozcamos que en este campo nos queda mucho por mejorar. No deja de sorprender la eficacia de estos medios para someter y teledirigir la opinión pública con alta precisión. El cierre temporal de las redes nos da una señal de que el gobierno cubano reconoce esa vulnerabilidad y opta por desconectarla como acción de emergencia para controlar y desbancar la proliferación de esta oleada de odio mediático.
SOS y San Isidro son movilizaciones que surgen al calor de los nuevos tiempos y desde el centro de nuestros problemas domésticos, geopolíticos, económicos, sociales, ideológicos, y otros tantos. Todos estos problemas están estrechamente imbricados y relacionados de manera compleja. Pero estos manifestantes no son sencillamente mercenarios pagados por el imperio; muchos de mis compañeros de estudio (sobre todo fuera de Cuba) se han sumado a estas convocatorias, también lo han hecho algunos de mis amigos. Contrario a la cobertura que reciben estos eventos, los medios no divulgan y promueven la presencia de cubanos afuera que también se suman al apoyo por la unidad, la solución de nuestros problemas y en particular la falta de insumos necesarios para enfrentar la pandemia y el deterioro sanitario. No obstante creo que reducir todo este meollo a que se trata de una bandada de traidores, sin diferenciación y atención es cuando menos una ingenuidad, pero no andamos aquí con paños tibios. No atender el problema con todo el cuidado y el análisis que merece es una irresponsabilidad política, desde los cubanos de a pie hasta los más altos funcionarios de nuestro país. Hay que reconocer que muchos de los participantes y voceros de esta matriz de odio, componen juventudes y sectores descontentos con nuestro país y nuestro gobierno. Muchos, quizás la mayoría me atrevo a decir, residentes en el exterior. Por qué y cómo llegamos a eso es otro tema. Qué defienden y con quién están alineados, cómo han llegado a ser tantos, entre otras muchas preguntas son cuestiones que no se abordan con simples consignas. ¿Por qué nuestro gobierno no goza de legitimidad dentro de estos sectores? ¿Qué motiva este despliegue impresionante de réplicas y linchamientos mediáticos? La precarización material y cultural van de la mano, y son resultado de la falta de eficacia de nuestro proceso en algunos frentes para incorporar a nuestra ciudadanía a la transformación y la radicalización del Socialismo en Cuba. Nos queda pendiente la construcción de otro modo de vida, aún más humano, mucho más consciente, inclusivo, aún más solidario, aún más creador y aún más audaz! Es decir, con más participación de todos y todas para construir, no para destruir. No es suficiente con lo que tenemos y si bien el bloqueo limita nuestro margen de actuación como país, no agota todas las posibilidades de lucha y construcción de nuestra Cuba socialista.
¿Qué hacer? A dónde mirar ahora? ¿Qué referentes tenemos en medio de esta vorágine? ¡Tal parece que estamos montados en una montaña rusa hipersónica! Al menos, así se siente en el teatro virtual de las redes, que ya sabemos no son la vida real, pero si la vida imaginaria de miles de millones que también transforma el mundo real físico. En medio de todo esto por alguna razón he pensado en Silvio y sus rondas por los barrios marginales y las prisiones, como un viejo juglar, sabio, modesto, pero también rebelde!
…..Yo no sé,….. cómo si nos faltaran cadenas, cómo si nos sobraran las cenas, como si diera dicha el dolor…. Yo no sé si el mal tiempo trae mala fe…
Silvio nos llamó la atención ya hace algunos años sobre la importancia de atender y hacer, cuando menos, algo por los sectores más desfavorecidos y vulnerables de Cuba, convocando y realizando actividades culturales por todo el país para actuar y reflexionar sobre nuestra situación. Fue, entre otras cosas, un intento de hacer contraparte a la banalización y marginalización de nuestra cultura. Algo debía de hacerse, sabiendo incluso que no sería suficiente. Ese intento y llamado a no quedarse de brazos cruzados ha sido su manera de convocarnos. Recuerdo otras convocatorias de la cual formé parte durante mi formación como universitario donde presencié este peligro y tuve la oportunidad de ver de cerca realidades duras y complejas en barrios afectados y sectores sociales vulnerables. La acumulación sostenida de precariedades materiales, pero también culturales y en última instancia sociales, son un rasgo innegable de este período que vivimos, pero también de otros períodos de la Revolución. Lo que está en cuestión es qué hacer y cómo enfrentarlo. Son los retos que la revolución decidió asumir como parte de su programa fundacional y aún están en proceso de resolución. La preocupación de Silvio no ha sido en vano, y a mi parecer, parte de su preocupación profunda está fundada en su sensibilidad para anticipar peligros que emanan de estos fenómenos de pauperización y estancamiento que desembocan en desunión, incapacidad y pérdida de fuerza popular.
Pero el intento de Silvio por conectarse con nuestro pueblo no viene de la nada, Silvio vivió y actuó en la campaña de alfabetización, y otros tantos procesos dentro y fuera de Cuba, que conformaron el espíritu de nuestra revolución y su presencia en nuestro continente. Criticó a la burocracia, el oportunismo, la doble moral, la falta de inclusividad, el dogmatismo y otros tantos problemas que son propios de nuestro proceso y que no necesitan de la presencia de ningún enemigo externo para explicarlos. Nuestro pueblo, muchos de nuestras madres, padres, abuelas y abuelos protagonizaron los procesos de lucha por verdaderas y mayúsculas LIBERTADES! Ellos conformaron un movimiento popular y creador, donde los obstáculos eran obstáculos, no causas para justificar por qué teníamos los problemas que teníamos. Era una juventud empoderada, inspirada y armada con ideas, cultura, conocimientos y deseos de luchar.
Cubanas y cubanos, se resiste luchando y dándole poder al pueblo en la lucha, el poder se conquista en la transformación, se resiste también construyendo confianza en los jóvenes y animándonos a tomar el poder. El poder efectivo y actuante de un pueblo para resolver sus problemas es la verdadera libertad de expresión, el espacio que nos demos para transformar constantemente nuestra Cuba Socialista, Antiimperialista e Internacionalista son la causa histórica que ha enfrentado y resuelto muchos de nuestros problemas. Esta causa nos ayudó a desterrar las VIOLENCIAS mayúsculas que plagan a muchas naciones hermanas hoy! Esta causa no solo ha mostrado un camino para nuestro pueblo, sino también para el mundo sometido a las VIOLENCIAS opresoras, profundamente imperialistas, poderosas y enquistadas por décadas. Frente a esta masa de cubanos que se pliegan al lenguaje de odio, ingenua o irresponsablemente, bien intencionada o mal intencionadamente, me pregunto si no nos hará falta otra campaña de alfabetización.
Frente a los gritos por las pseudo-minúsculas libertades! ¡Frente a las malas palabras, la mala fe y a los linchamientos mediáticos, reivindiquemos el camino de la lucha por las grandes libertades! ¡Más libertad para construir! ¡Más libertad para transformar y participar ! ¡Más libertad para poder defender a nuestra patria y continuar la lucha de los jóvenes que nos precedieron ! ¡Más libertad para ser cultos para ser libres !
Es hora de despertar una vez más a Martí, Gómez, Maceo, a Mella, a Guiteras, al Che, a Camilo, a Fidel y otros tantos! ¡Es hora de despertar con los jóvenes a nuestro pueblo!
Ruiz Carlos y Colaborador@s