Fuente: Gustavo Duch La Fertilidad de la Tierra otoño 2021
¿Se han fijado en las luciérnagas? Quedan muy pocas pero son muy valiosas. Estos coleópteros, que en el caso de las hembras parece que no han superado el estado larvario, sin necesidad de electricidad son capaces de emitir un constante destello de luz para atraer a los machos y asegurar así la reproducción de su especie. En el centro, la Vida.7
De la misma manera, en el caso de la especie humana, sobreviven aún algunas escasas personas que, bien podríamos decir, como las luciérnagas hembras, voluntariamente han decidido no evolucionar, no progresar. Pero, como las luciérnagas hembras, en esta oscuridad actual, nos indican un camino a seguir. Seres que con su lucidez, valga la redundancia, nos iluminan.
En el libro “Los Cuentos del Progreso” recojo conversaciones imaginadas con una de estas personas campesinas, con un pastor estereotipado: varón, ya abuelo, taciturno por oficio pero muy hablador cuando tiene la ocasión. Pacifista por ideología, pero con una sublime navaja en el cinto. Gruñón y cascarrabias por derecho, pero sus finos sarcasmos son propios del mejor humor inglés. Con pocos estudios y ningún currículo, pero catedrático en muchas disciplinas fundamentales para la Vida.
Y cuento como, en mi casa de la ciudad, durante una visita que me hizo, observando todo lo que se anuncia como progreso, me preguntó:
—Nevera digital, aspirador robótico, cine en casa, pero ¿tendréis alimentos?
Y cuento como, tomando con una mano el mando a distancia de la televisión y con la otra mi móvil, apuntó:
—Los mandos que os mandan.
Y cuento como, mirando por la ventana las celdas del enjambre urbano donde viven tantos especímenes humanos, me cuestionó:
—Enjaulados en las ciudades, para recuperar la libertad, ¿lo único que se os ocurre es encerraros en un mundo digital?
Y cuento como, señalándome tantas cosas conectadas y tantos supuestos privilegios, nos bautizó:
— Sois “la civilización de los Enchufados”.
Y dejándolo hablar, cuento que el progreso es un cuento.