Fuente: https://elsudamericano.wordpress.com/2021/12/31/las-consecuencias-proletarias-por-paul-mattick/ 31.12.21
LAS CONSECUENCIAS PROLETARIAS por Paul Mattick
LAS CONSECUENCIAS PROLETARIAS 1
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La revolución es un proceso dialéctico. Para ella no existe una receta predeterminada. Su teoría y su práctica están sometidas al cambio. La lucha de clases encuentra su climax en la apropiación de los medios de producción por parte de las uniones industriales del proletariado vencedor con el objeto de formar la asociación de productores libres e iguales.
Las organizaciones fabriles, la unión industrial, la organización clasista, son a la vez la organización de la sociedad futura. Así es como en la IWW el objetivo y la táctica configuran una totalidad. Su construcción organizativa es ya la estructura de la nueva sociedad dentro de la caparazón de la vieja. Organizada por industrias para desarrollar la lucha cotidiana contra la burguesía; organizada por industrias para proseguir la producción industrial tras la toma del poder. La tendencia de la organización: aquella gran unión es a la vez su objetivo.
Hacia esto conduce el desarrollo del proceso. Pero para entender el desarrollo mismo es preciso incluir en el cálculo también a todas las tendencias que se orientan contra dicho objetivo.
La lucha de clases es el producto natural de la sociedad basada en la propiedad privada. Las formas de la lucha de clases cambian de acuerdo con el desarrollo de ésta. El desarrollo es detenido por contraataques de la burguesía, por influencias tradicionales; es detenida por nuevos elementos contrarrevolucionarios que se generan en la misma lucha de clases, como, por ejemplo, las organizaciones obreras reaccionarias.
Si decíamos que la revolución es un proceso dialéctico, entonces expresábamos con esto que ambas partes del proceso de desarrollo –los factores objetivos y los subjetivos– se influyen recíprocamente. En el curso de la lucha de clases, en el cual ambos elementos se fusionan, la acción consciente de la parte consciente del proletariado es de importancia fundamental. Aquí se encuentra la fundamentación de la necesidad de la organización.
El proletariado hace, si bien no espontáneamente, su propia historia. En la fase final de la sociedad burguesa al capital le faltan las condiciones objetivas para seguir existiendo, así como tampoco están dadas las condiciones subjetivas para la revolución. La burguesía y la minoría revolucionaria luchan por imponer su ideología a la clase obrera. El desarrollo de esta lucha se expresa en el desenvolvimiento de las formas de la lucha de clases, y, según nuestra opinión, en el desarrollo de la propia actividad de la clase obrera en lucha, que se unifica en organizaciones que ella misma controla y que son a la vez verdaderas armas de lucha. Así es como, para nosotros, la IWW representa el instrumento más importante de la revolución.
La IWW se distingue fundamentalmente de todas las demás organizaciones obreras existentes. Lo positivo de ella ya se encuentra en la crítica del viejo movimiento obrero.
El viejo movimiento obrero está construido de acuerdo con el principio estatal burgués “dirigente y masa” (de arriba hacia abajo). El mejoró las posibilidades de existencia de algunos sectores del proletariado en la época ascendente del capitalismo y desarrolló organizaciones que se convirtieron en eslabones de la sociedad capitalista. Creó dirigentes y un aparato de funcionarios que se enfrenta al proletariado, al igual que el mismo capital, en interés de su propia existencia de casta. Así como el parlamentarismo encarna el poder intelectual de los dirigentes sobre las masas obreras, el movimiento sindical encarna su poder material. En estas organizaciones, la burocracia domina sobre los medios del poder, los medios financieros, la prensa, etcétera. Los dirigentes se identifican con la organización; la organización se ha convertido en su propiedad privada. Los miembros no están en condiciones de imponer su voluntad contra el poder de los caciques. La organización se enfrenta a los obreros como algo extraño, como un poder exterior contra el cual, por cierto, pueden rebelarse, pero que está por sobre ellos pese a que, después de todo, dicho poder surge de ellos mismos. La relación de los obreros con respecto a su organización es la misma que la que mantienen hacia el estado burgués.
Durante los períodos revolucionarios se producen importantes transformaciones. El objetivo de los obreros se torna completamente distinto, se radicaliza. Esto se comprueba por el hecho de que la clase obrera usa en la revolución otras formas de organización que las empleadas durante el tiempo del mejoramiento pacífico de las condiciones de trabajo. La doctrina más importante que aportó Europa durante el período revolucionario de 1917 a 1923 es el uso por parte de la clase obrera de nuevos métodos de lucha, que se encontraban en estricta contradicción con los empleados por las viejas organizaciones obreras y con estas mismas organizaciones. Los consejos obreros, los comités de acción, las organizaciones fabriles, fueron combatidos por el viejo movimiento obrero de la manera más sangrienta. Es decir, las organizaciones en las cuales el proletariado podía auto determinarse, que no se dejaban dominar por una pandilla de zánganos, eran los enemigos mortales del movimiento sindical-parlamentario.
La IWW es odiada precisamente porque encarna hasta en sus últimas consecuencias el nuevo principio del movimiento obrero “de abajo hacia arriba”, porque aquí, en la iww, los obreros controlan su organización.
Ponemos nuestra atención especialmente en la crisis porque a nosotros, como organización revolucionaria, nos resulta claro que la táctica y las tareas del movimiento dependen absolutamente de la situación económica. La IWW no inventa su teoría a partir de la nada, sino que trata de demostrarla científicamente.
Con la sobreacumulación del capital se alcanza el límite histórico objetivo del movimiento sindical puro. En la fase final de la sociedad burguesa, ninguna organización puede modificar el hecho de que la pauperización es el punto final del desarrollo capitalista. Teniendo como base el modo de producción capitalista, el proletariado sólo puede pauperizarse. Todas aquellas organizaciones que pugnaban por los “intereses” de los obreros solamente en el interior del sistema capitalista tienen que hundirse. Porque la única solución para la clase obrera es la eliminación del sistema, y sólo una organización que se ha propuesto como objetivo la sociedad sin clases está capacitada para llevar adelante la lucha de clases.
Toda huelga salarial de mayores dimensiones, toda lucha por el mejoramiento de la situación de la clase obrera, si se lleva a cabo con éxito, se convierte en una cuestión de vida o muerte para la burguesía. Toda organización que desee mantener en pie al capitalismo tiene que luchar junto con la burguesía contra el mejoramiento de la situación de las condiciones de vida del obrero.
En la fase final de la sociedad capitalista los sindicatos ya no tienen ninguna función que cumplir, como tampoco la tienen en el comunismo. Han llegado así a tocar sus límites objetivos. Pero eso aún no conlleva su desaparición, porque las ideologías siempre marchan rezagadas en relación con las condiciones reales. Pero entonces se vuelven contrarrevolucionarias, tratando de auxiliar al capitalismo para salvar su propia vida, ya que un capitalismo que funcione bien es una cuestión vital para los sindicatos. Por ello éstos se convierten en organizaciones rompehuelgas, por ello tratan de desviar la verdadera lucha de clases anudando pactos traidores con los empresarios.
Pero solamente en el período de decadencia del capital la huelga adquiere su verdadero significado revolucionario. Todo éxito de los obreros profundiza la crisis. Toda acción de resistencia del proletariado se desarrolla a expensas de la burguesía. E incluso cada fracaso, por el simple hecho del cese de la producción y con ello de la disminución de la masa del plusvalor, aprieta aún más la soga alrededor del cuello capitalista. En cada caso es el proletariado quien sale ganando desde el punto de vista de la revolución. Todo lo que los desempleados arrancan a la burguesía lleva a la intensificación de la explotación en las empresas, lleva con ello a la agudización de las luchas de clases, conduce, a través de la revolución, hacia la supresión del régimen basado en la ganancia.
La lucha económica de los obreros es la lucha revolucionaria. La lucha tiene que ser llevada a cabo y sólo puede serlo por los mismos obreros, sólo puede realizarse por organizaciones que no desean mantener al capitalismo sino suprimirlo, sólo puede ser dirigida hacia el triunfo decisivo en todos los frentes por. el conjunto del proletariado y no por algunos grupos. Las uniones industriales son las organizaciones más apropiadas para esta lucha
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NOTA:
1 Paul Mattick: “La crisis mortal del capitalismo”, [Die Todeskrise des Kapitalismus], en Programa de los Trabajadores Industriales del mundo. Traducción del alemán por Alejandro Zenker. [Programm der Industriearbeiter der Welt], I.W.W. (Industrial Workers of the World) Chicago, 1933. Cuadernos de Pasado y Presente, n.º 78. México, 1978