Fuente: Umoya num. 88 – 3er trimestre 2017 wiriko.org afribuku.com. E. Torre, comité de LogroñoLas calles de cualquier ciudad africana son una fiesta llena de colorido donde, aparte de los miles de puestos de venta, el tráfico caótico y el bullicio de gente yendo y viniendo, llama la atención la moda: la ropa es una alegría para la vista, los colores, los tejidos, la elegancia de las mujeres y hombres, los pañuelos y los boubous, los caftanes, kangas, el wax, los estilos afro-céntricos junto con los diferentes estilos vintage,punk, hipsters, etc., los mercados donde encontrar todo tipo de telas,los mercadillos de segunda mano, los sastres que confeccionan los vestidos a pie de calle… Todo habla de moda, diseño, alegría para los sentidos y autoafirmación para los que la llevan puesta.
La moda emerge en África a ritmo de las Fashion Weeks (Semanas de la moda), que se suceden en distintas ciudades africanas para dar a conocer lo que está ocurriendo en la moda africana. La Semana de la moda de Dakar, de Lagos, de Johanesburgo, de Agadez, etc. muestran la variedad y la riqueza de los diseños africanos.
En Agadez, Níger, se celebra la FIMA desde 1998. Este certamen de moda a la puerta del desierto nigerino del Teneré es una plataforma para propulsar las industrias creativas de la región y para crear una cooperación entre África y Europa que posibilite un desarrollo
económico y pacífico. Agadez ya no es el centro turístico y el opulento enclave comercial que era antes, debido a las rebeliones tuareg y los golpes de estado que salpicaron Níger en la década de los 90 y a los flujos migratorios ilegales y el tráfico humano, junto con el peligro extremista islamista de Boko Haram. Por eso este evento es una posibilidad de mejora y desarrollo.
El principal motor humano de la FIMA, el diseñador Alphadi, apodado “el mago del desierto”, ha sido reconocido por nombres internacionales de la alta costura como Yves Saint-Laurent, Paco Rabanne o Christian Lacroix, poniendo en alza el valor del mestizaje cultural del Sahel con la absorción de elementos globales del mundo del diseño. Con él, los universos tradicionales touareg, songhai, bororo, hausa, fulani, bambara, árabe y masai, han dado un vuelco africano a las pasarelas internacionales. Pero en este caso, no se trata solamente de inspirar, que es lo que África ha conseguido siempre hacer con los creadores de otros puntos del planeta, sino de que los creadores y diseñadores africanos sean puestos en el mapa y revalorizados por su trabajo. Y de esta manera, con su econocimiento, puedan vivir de ello.
Adama Ndiaye, una mujer carismática de origen senegalés, es la responsable de la Dakar Fashion Week, una de las plataformas de moda más importantes del continente africano y que ha celebrado ya su décimo quinto aniversario. Decidió crear la Dakar Fashion Week cuando volvió a su ciudad natal a instalarse como joven diseñadora y no encontró en Senegal ninguna plataforma para presentar sus colecciones.
La que se describe a sí misma como una “emprendedora cultural” ha demostrado no sólo que el sector tiene mucho potencial en el continente sino también que los creadores africanos tienen mucho que aportar en el panorama internacional. Con esa filosofía nacen las Black Fashion Weeks de París y de Montreal, otro gran proyecto en cuyo origen está también Adama Paris. Además de una evidente visión estratégica, esta militante de la moda africana es conocida por haber hecho accesible su ropa a su clientela (sus prendas cuestan menos en África que en Europa) y por abrir los desfiles a la calle, acercando la moda a la población. El propósito de Adama es, además,
situar a Senegal en la agenda internacional de la moda y empezar a crear no solo belleza, sino también riqueza.
Y hablando de moda, no podemos olvidarnos de que en Congo Brazaville existe un movimiento denominado SAPE (Sociedad
de personas de ambiente y elegancia y el culto a la apariencia van ligados a un estilo de vida creativo. Los sapeurs son hombres que visten extremadamente elegantes, que llaman la atención por la calle caminando como verdaderas estrellas. Su lema es “desafiar las circunstancias y vivir la vida”. En cierta manera ocultan su origen social y se transforman a través de una imagen de prosperidad y joie-devivre que no es real, con el fin de olvidar por un momento la miseria que les rodea.
La SAPE surgió como expresión de desobediencia civil durante la dictadura de Mobutu Sese Seko, en el momento en que se prohibió
a la población vestir con ropa de estilo occidental en favor de un retorno a la vestimenta tradicional africana. Mobutu quiso imponer
el abacost (traje de tres piezas tipo maoísta) como uniforme. El hombre que inspiró este movimiento fue el grand sapeur André Grenard Matsoua, que volvió de París vestido con trajes occidentales y creó escuela. Durante los años 50 el movimiento de jóvenes elegantes, más conocido como los sapeur, se convirtió en sinónimo de la rumba congoleña que surgió en Kinshasa y Brazaville. El músico Papa Wemba creó música inspirada en la SAPE y King Kester Emeneya, otro cantante congoleño, afirmó que “el hombre blanco podía haber inventado la ropa, pero nosotros la convertimos en arte“.