La Deseada, a la búsqueda de la felicidad desconocida

Fuente: https://literafricas.com/2021/08/22/la-deseada-a-la-busqueda-de-la-felicidad-desconocida/

Portad de “La Deseada” de Maryse Condé

Te puedes pasear por las páginas de esta novela como si estuvieras en un tren de cercanías que se mueve lento pero implacable. Maryse Condé, la guadalupeña sin domicilio fijo, la mujer que solo sabe escribir en “Condé”, volcó esta historia en busca de historia casi al comienzo de su larga y premiada trayectoria literaria.

Raspan las líneas que contienen una obra titulada con el nombre de una isla guadalupeña “La Deseada” y que describe lo más alejado que pueden estar las tres mujeres protagonistas de ese adjetivo en este laberinto sin atajos que nos propone Condé. Lugar no-querido, ellas no-deseadas. Siempre entre susurros, secretos no contados u ocultados, medias verdades o sombras que se hurtan, entre zombis que guardan en sus almas errantes terribles penas no resueltas. Marie-Noëlle es el último eslabón de un periplo familiar que se inicia con su abuela para continuar con su madre y terminar en ella. Híbrida hija de su tiempo conoce lo que es no arribar nunca a un puerto seguro.

Son ásperas las maneras de estas mujeres antillanas que han vivido despojadas de amor, de esa clase de amor que se necesita para respirar, el que emana de los poros de aquellos que te han traído a la vida. La falla ya es enorme de por sí, máxime cuando los padres están en el centro de un laberinto que pide a gritos encontrar la salida.

Son madres que no desean serlo y que tratan a sus hijas con brutalidad, ausente la dulzura del cariño, las heridas en el pasado se revuelven como monstruos destilando su falta de empatía y de caridad, son sordas a los gritos que reclaman su atención y que se quedan para siempre sin destinataria posible, flotando en el aire turbio de generación en generación.

Errantes los cuerpos intentando encontrar un lugar en el que posarse y calmar su alma. Ellas se mueven como pueden entre la violencia, la sexualidad abusadora y el afecto esquivo, sin poder dar lo que no les dieron a ellas.  Parecen sumisas, plegadas a los dictados de los hombres que son los primeros en desaparecer de las vidas de las pequeñas, aunque dice Maryse Condé que esta actitud ha cambiado hoy en día. Ella ha explicado, en entrevista para El Cultural, el tiempo en el que la noción de familia solo existía “en el núcleo social de la pequeña burguesía de color, de la que yo formaba parte. Solamente en estos círculos se veían familias con un padre y una madre. En su mayoría, los niños de las demás clases sociales ignoraban quién era su padre”.

La Deseada eleva el suelo de lo confortable para posar al lector sobre las tablas de un puente levadizo que transmite a quien lee la zozobra de muchos de sus planteamientos. Como si se tratara de un mapa del desconcierto, Condé va internándose en profundas cuestiones en torno a las relaciones, la identidad o la naturaleza misma del carácter personal marcado por un entorno que no da lugar a tregua.

La escritora quiso bucear en su mundo, poblado de mujeres que sobrevivían fuertemente heridas, rodeadas de una selva hostil y depredadora en la que ni siquiera entre ellas mismas era posible cerrar el círculo y amar.

Como si fuera ineludible, las carencias retumban en la siguiente generación destinada a acometer el mismo camino incierto y errático. Las anteriores arrastran en su devenir a las que llegan después y se encuentran sin asideros a los que agarrarse hasta que son capaces de preguntar, rompiendo el silencio que les precedió para comenzar a encontrar la salida personal a cada laberinto. Porque la educación sola no basta (ese deseo imposible de una abuela condenada a recoger algodón), hay que preguntar, indagar, no tanto para saber la verdad, un puzle de difícil reconstrucción (“La identidad no es un traje perdido que un buen día reaparece en el armario“, pág. 190), sino para poder emprender una nueva andadura en la que reafirmarse cosiendo los pedazos de un pasado que recompone sus puentes maltrechos hacia un futuro que se vislumbra diferente.

La Deseada (Desirada, 1997). Maryse Condé. Trad.: Martha Asunción Alonso. Editorial Impedimenta, 2021.

Agradecimiento especial a la editorial Impedimenta que está recuperando la obra de Maryse Condé, descatalogada a día de hoy, traducida de manera grandiosa por Martha Asunción Alonso. Queda sobre todo Segu, pero llegará.

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