La crisis del marxismo por Karl Korsch

Fuente: https://elsudamericano.wordpress.com/2022/12/26/la-crisis-del-marxismo-por-karl-korsch/                                      DICIEMBRE 26, 2022

1931]

Publicado por primera vez por E. Gerlach junto a Die materialistische Geschichtsauffassung, pp. 167–172. Francfort, Europäische Verlagsanstalt, 1971.

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En cuanto movimiento y teoría, el marxismo se encuentra actualmente en crisis. Ya no se trata de una crisis dentro del marxismo, sino de una crisis del propio marxismo.

Exteriormente, la crisis consiste en el colapso total de la posición hegemónica que detentaba el marxismo, durante el periodo de preguerra, en todo el movimiento obrero europeo, en parte realmente y en parte en apariencia. Interiormente consiste en una reforma de la teoría y práctica marxista propias, que se ve con la mayor claridad en la modificación de la posición de los marxistas frente a su propio estado y al sistema estatal burgués en general.

Es una concepción superficial y falsa la de ver la índole teórica de la crisis actual solamente en la circunstancia de que la teoría revolucionaria de Marx y Engels haya degenerado y sido parcialmente abandonada en manos de los epígonos, oponiéndose a este marxismo degenerado y falsificado la “doctrina pura” del marxismo de Marx y Engels. Antes bien, la actual crisis del marxismo también significa, en última instancia, una crisis de la propia teoría de Marx y Engels. La separación ideológica y doctrinaria de la “doctrina pura” del movimiento histórico verdadero, inclusive el ulterior desarrollo de la teoría, es de por sí una manifestación de la crisis existente en el marxismo.

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La figura histórica del marxismo que hoy entra en su fase evolutiva crítica se originó en la segunda mitad del siglo XIX mediante la recepción, por parte del movimiento obrero de los países europeos, de determinados elementos de una teoría surgida de condiciones históricas totalmente diferentes, las que no habían florecido aún hasta el punto de lograr un desarrollo capitalista completo.

Sobre este origen histórico del marxismo actual reposa la separación entre teoría y práctica que le es innata desde un principio. En este caso la teoría no es, desde el comienzo, la ”expresión general de las luchas de clases existentes”. Por el contrario, es el resultado compendiado de las luchas de clases de una época anterior, sin ninguna relación inmediata con las luchas de clases actuales, que recomienzan en condiciones totalmente modificadas.

La separación entre teoría y práctica, existente desde un comienzo, no se ha atenuado en el curso de la evolución, sino que se ha agudizado cada vez más.

Sobre estos fundamentos se basan los tres fenómenos peculiares del “revisionismo”, de la “ortodoxia” y de los esfuerzos –reiniciados cada tanto– en pro de una “restauración” de la forma pura del marxismo revolucionario original. En ellos también se basa, en última instancia, la crisis del marxismo que se expresa actualmente.

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La prosecución del desarrollo vivo de la teoría marxista en la práctica del movimiento obrero de 1850 fue impedida por las modificadas condiciones históricas de la nueva época del capitalismo y del movimiento de la clase obrera.

Con el año 1850 se cierra el primer gran ciclo histórico del desarrollo capitalista. En ese ciclo el capitalismo ya había recorrido todas las fases de su desarrollo sobre su restringida base de aquel entonces, hasta llegar al punto en el que la parte consciente de clase del proletariado podía poner la revolución social de la clase obrera a la orden del día. En consecuencia, el movimiento de clases del proletariado ya había alcanzado entonces –sobre esa base restringida– un grado de desarrollo relativamente elevado, que halló su expresión práctica en las luchas revolucionarias que libraban a la sazón algunas fracciones de la clase obrera, y su expresión teórica en las primeras formulaciones, lanzadas durante ese periodo por los llamados “socialistas utópicos”, acerca del contenido de la conciencia proletaria de clase y de los objetivos de la revolución proletaria.

Durante esa época y la siguiente, Karl Marx y Friedrich Engels realizaron una doble crítica, mediante el perfeccionamiento de su teoría, que también en lo sucesivo estuvo decisivamente determinada por las experiencias recogidas durante este periodo. Por una parte criticaron todos los fenómenos de la sociedad capitalista existente (base económica y superestructura) desde el nuevo punto de vista de la clase proletaria, para lo cual tomaron el contenido de esa nueva conciencia de clase proletaria de la realidad inmediata de las luchas de clases existentes y de las formulaciones de los socialistas utópicos, en forma inalterada. Por otra parte criticaron simultáneamente el movimiento proletario práctico de su época y las teorías del socialismo utópico, haciendo comprender a la clase proletaria, mediante la anexión de los resultados supremos de la ciencia burguesa de entonces, las verdaderas leyes del movimiento y de la evolución de la sociedad capitalista existente y con ello, al mismo tiempo, las verdaderas condiciones para la acción de clases proletaria revolucionaria.

Después de 1850, el capitalismo comienza, sobre una base ampliada (geográfica, técnica y organizativamente) un nuevo ciclo histórico de su evolución. Bajo estas condiciones, resultaba imposible para el proletariado entroncar directamente con la imagen revolucionaria de la teoría marxista original, surgida bajo las condiciones de la época pasada. El movimiento obrero podía adoptar formalmente esta teoría bajo las condiciones del periodo de crisis y depresión de la década de 1870, particularmente favorable para el desarrollo de una conciencia revolucionaria de clase, pero no podía adueñarse real y completamente del contenido revolucionario de esta teoría, ni en el aspecto teórico ni en el práctico.

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La teoría marxista, adoptada por el movimiento obrero europeo en la segunda mitad del siglo XIX, ya había modificado en varios aspectos su carácter originario, directamente revolucionario, en ocasión de su adopción.

La concepción materialista de la historia, que se originó en el período revolucionario anterior a 1850 como parte integrante directa de la acción subjetiva de la clase revolucionaria y que continuamente criticó en la teoría y subvirtió en la práctica las falsas apariencias y los aspectos transitorios de todas las condiciones sociales imperantes, posteriormente se desarrolló hasta convertirse, cada vez más, en una teoría contemplativa y meramente abstracta acerca del decurso objetivo de la evolución social, determinado por leyes exteriores.

La economía marxista se formuló originariamente como una crítica radical de la economía política de la clase burguesa, que debía hallar su conclusión práctica y teórica en una verdadera revolución. Más tarde Marx, y más aún Engels, modificaron este plan originario. Actualmente, tanto los apologistas como los críticos del marxismo entienden por economía marxista simplemente una tentativa de derivación teórica de todos los fenómenos económicos dados de la sociedad burguesa a partir del concepto fundamental del “valor”, acrítica y axiomáticamente aceptado, y que concluye con la formación de un sistema científico. El fetiche hacia cuya derogación teórica y práctica apuntaba la crítica revolucionaria marxista de la economía política, se ha convertido en ídolo de los economistas científicos marxistas, y en piedra de escándalo para los críticos burgueses y reformistas de Marx.

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Después de la muerte de Marx y Engels y de la primera generación marxista que aún se halló bajo su influencia directa, la ciencia marxista, adoptada por el movimiento obrero moderno sólo como ideología, ha cesado por completo de seguir desarrollándose como un ente vital. Los mejores representantes del principio revolucionario dentro de los partidos marxistas, quienes en esa época debieron librar una violenta lucha defensiva contra la teoría y práctica reformistas que avanzaba pujantemente, enfrentaron hostilmente en ese periodo a todas las tentativas en pro de una prosecución vital del desarrollo de la forma de expresión teórica de la lucha de clases proletaria, inclinándose a ver en su estancamiento un mal menor, en comparación con la flagrante falsificación burguesa de la teoría marxista tradicional (artículo de Rosa Luxemburg Stilstand und Fortschritt iMarxismus [Estancamiento y progreso en el marxismo]). Los impulsos más importantes en favor de un renovado desarrollo vital de la teoría proletaria de la lucha de clases partieron, durante ese periodo, desde tres direcciones que enfrentaban (conscientemente, por una parte, e inconscientemente, por otra) a la teoría marxista ortodoxa: del reformismo sindical, del sindicalismo revolucionario y del bolcheviquismo leninista. Pese a sus restantes poderosas diferencias, esas corrientes tenían en común una tendencia. Todas ellas apuntaban a que se convirtiera a la propia acción subjetiva de la clase obrera en objeto principal de la teoría socialista, en lugar de hacerlo con la evolución objetiva regular del capitalismo en una u otra forma. En tal medida aparecen como tendencias progresistas dentro de la evolución de ese momento del movimiento obrero, y como primeros precursores de la nueva teoría y práctica de clases proletaria a desarrollar en el futuro sobre las nuevas bases.

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De este esbozo de las causas y condiciones históricas del origen y el desarrollo de la actual crisis del marxismo, se desprenden algunos signos para determinar la dirección en que debe ser superada.

Ninguna de las orientaciones marxistas actuales aparece como una expresión teórica suficiente para las necesidades prácticas (subsistentes a pesar de la grave derrota temporaria) de la lucha de clases proletaria, revolucionaria en sus medios y objetivos.

Menos que ninguna, el llamado “marxismo ortodoxo”. Entre todas las formas en que se presenta el marxismo, ésta aparece como la más nociva para el movimiento progresista de la clase proletaria. Después de haberse petrificado como una mera ideología, y en su última fase también haberse desintegrado en cuanto ideología (Kautsky), hoy en día sólo es aún una atadura para el ulterior desarrollo de la teoría y de la práctica de la lucha proletaria de clases.

En cambio, las otras dos orientaciones en las cuales prosigue históricamente, hoy en día, el movimiento marxista del periodo de la preguerra (el socialismo estatal reformista de los actuales partidos socialdemócratas, y el antimperialismo comunista), no pueden desdeñarse simplemente como movimientos reaccionarios, incluso desde el punto de vista del proletariado revolucionario. Por el contrario, la relación existente actualmente entre el movimiento del proletariado revolucionario y estas dos continuaciones principales del movimiento obrero marxista de la preguerra, se corresponde casi exactamente con la posición que había asumido el movimiento general de la clase proletaria, durante aquel primer periodo, cuando el movimiento burgués de clases aún tenía un carácter limitadamente progresista en Europa, frente a la teoría y la práctica del partido progresista radical burgués.

Parece un hecho histórico incontrovertible que durante el periodo de la guerra y posguerra mundiales la anterior ideología, revolucionaria y enemiga del Estado, propia del marxismo socialdemócrata en los países dominantes del sistema mundial capitalista, los llamados países imperialistas, se transformó por doquier en un socialismo de Estado reformista, en forma comparable a la transformación que a comienzos de la Edad Media sufrió el cristianismo, revolucionario y enemigo del Estado, convirtiéndose en la religión estatal oficial romana.

Por otra parte, la forma teórica en la cual las clases oprimidas y explotadas en los grandes territorios marginales del sistema mundiacapitalista, que aún no han logrado abrirse paso hacia un desarrollo capitalista independiente, buscan una expresión adecuada a sus luchas en la fase actual, parece irse formando actualmente como continuación del llamado comunismo. No puede entroncar con el viejo marxismo, ya que éste parte de la base de una relación directamente positiva entre la revolución burguesa y la proletaria, entre el triunfo del capitalismo sobre las formas económicas y sociales precapitalistas y la lucha de clases proletaria, mientras que aquí la relación entre la lucha de clases proletaria y las luchas de la burguesía local y extranjera es de otra índole, si no en lo fundamental, cuando menos en su apariencia inmediata. Con menos razón aún pueden entroncar con el reformismo, que en la actualidad se halla inseparablemente ligado a la política expansionista y colonial de los países centrales del sistema capitalista mundial. En cambio hallan en el bolcheviquismo y comunismo leninista una forma de ideología marxista con un carácter declaradamente antimperialista, que pueden adoptar como ideología provisoria de su propia lucha de clases antimperialista, proceso que, a su vez, puede equipararse con la difusión del cristianismo entre los bárbaros fuera de las fronteras del Imperio romano.

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El marxismo como fenómeno histórico, tal como se originó en sus rasgos fundamentales, primeramente en las luchas revolucionarias de clases de la primera mitad del siglo XIX, y que luego, durante la segunda mitad de la centuria, se conservó como ideología revolucionaria de un movimiento proletario que, de acuerdo a su verdadera esencia, no había vuelto a ser revolucionario, es hoy un hecho del pasado. Del mismo modo, y en un sentido histórico más profundo, también la nueva teoría de la revolución proletaria que se forme en el periodo siguiente será una continuación histórica del marxismo. Para todo el futuro de la lucha proletaria de clases, la teoría revolucionaria en la cual Karl Marx y Friedrich Engels ofrecieron la primera grandiosa recopilación de las ideas proletarias durante el primer periodo evolutivo revolucionario de la lucha de clases, seguirá siendo la imagen clásica de la nueva conciencia revolucionaria de la clase obrera en lucha por su liberación.

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