El viernes por la mañana, el Washington Post informó de que Rusia ha presentado una nota diplomática formal, en la que protesta por la transferencia de miles de millones de dólares en material militar a Ucrania por parte de Estados Unidos, y plantea la posibilidad de que Rusia tome represalias contra los envíos de armas de Estados Unidos y la OTAN.

La nota diplomática de Rusia acusaba a Estados Unidos de ‘echar más leña al fuego’ del conflicto y advertía de ‘consecuencias imprevisibles’.

Decía: ‘Pedimos a Estados Unidos y a sus aliados que pongan fin a la irresponsable militarización de Ucrania, que implica consecuencias imprevisibles para la seguridad regional e internacional’.

En respuesta a estas declaraciones, el portavoz del Departamento de Estado de EE.UU., Ned Price, declaró a la CNN: ‘Los rusos han dicho algunas cosas en privado, han dicho algunas cosas en público; nada nos disuadirá de la estrategia en la que nos hemos embarcado’.

Price dijo que si a Rusia le preocupa que la Casa Blanca esté ‘proporcionando miles de millones de dólares en asistencia de seguridad a nuestros socios ucranianos… entonces somos culpables de los cargos’.

Estas temerarias declaraciones se produjeron en medio de una importante intensificación de la guerra esta semana. El jueves, el Moskva, el buque insignia de la flota rusa del Mar Negro, se hundió, tras ser supuestamente alcanzado por misiles antibuque ucranianos.

El viernes, el Pentágono respaldó la versión del gobierno ucraniano, diciendo que el hundimiento del buque fue el resultado de un ataque ucraniano, y no, como había afirmado Rusia, un accidente.

Un funcionario de la Casa Blanca declaró al Washington Post: ‘Lo que los rusos nos dicen en privado es precisamente lo que hemos estado diciendo al mundo públicamente: que la enorme cantidad de ayuda que hemos estado proporcionando a nuestros socios ucranianos está resultando extraordinariamente eficaz’.

El Post también citó a George Beebe, ex director de análisis de Rusia en la CIA y asesor para Rusia del ex vicepresidente Dick Cheney, diciendo que ‘han apuntado a depósitos de suministros en la propia Ucrania, donde se han almacenado algunos de estos suministros’.

Beebe continuó: ‘La verdadera cuestión es si van más allá de intentar atacar [las armas] en territorio ucraniano, si intentan atacar los propios convoyes de suministros y quizás los países de la OTAN en la periferia de Ucrania’ a través de los cuales se transfieren los suministros estadounidenses.

Beebe advirtió que si Rusia sufre nuevos reveses militares, ‘entonces creo que las posibilidades de que Rusia apunte a los suministros de la OTAN en territorio de la OTAN aumentan considerablemente… Ha habido una suposición por parte de muchos de nosotros en Occidente de que podíamos suministrar a los ucranianos realmente sin límites y sin correr un riesgo significativo de represalias por parte de Rusia… Creo que los rusos quieren enviar un mensaje aquí de que eso no es cierto’.

Las armas estadounidenses que se están enviando a Ucrania incluyen 300 ‘drones kamikaze’ conocidos como ‘Switchblades’, 300 vehículos blindados y 11 helicópteros Mi-17, así como minas terrestres, radares, miles de armas antitanque y equipos de protección nuclear. Al anunciar la acción, el Pentágono declaró: ‘Estados Unidos ha comprometido ya más de $3.200 millones en asistencia de seguridad a Ucrania desde el comienzo de la Administración Biden’. Esto incluye $2.600 millones sólo en los últimos dos meses, desde el comienzo de la guerra.

La intensificación de la guerra se produce en el marco de la militarización de Europa del Este. Es ‘muy probable’ que Finlandia ingrese en la OTAN, según declaró el viernes el ministro de Asuntos Europeos, Tytti Tuppurainen, en una entrevista, pocos días después de que el primer ministro finlandés dijera que el país estudiaría su ingreso en la OTAN en cuestión de semanas.

El viernes, Reuters informó de que el canciller alemán, Olaf Scholz, anunció otros $2.000 millones en gasto militar, con más de $432 millones destinados a envíos de armas a Ucrania.

Tras el hundimiento del Moskva y las acusaciones rusas de ataques ucranianos en su territorio, se informó de ataques con misiles dentro de la capital ucraniana, Kiev.

A medida que la guerra se intensifica rápidamente, se habla cada vez más abiertamente del uso de armas nucleares. El jueves, William J. Burns, director de la Agencia Central de Inteligencia, dijo que Rusia podría responder a la escalada de la guerra con el uso de armas nucleares.

‘Dada la posible desesperación del presidente Putin y de los dirigentes rusos, teniendo en cuenta los reveses a los que se han enfrentado hasta ahora, en el plano militar, ninguno de nosotros puede tomar a la ligera la amenaza que supone un posible recurso a las armas nucleares tácticas o a las armas nucleares de bajo rendimiento’, dijo Burns en una sesión de preguntas y respuestas en el Instituto de Tecnología de Georgia.

Cuando se le pidió que comentara la declaración de Burn, el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky dijo a la CNN el viernes: ‘No sólo yo, todo el mundo, todos los países tienen que estar preocupados’.

La combinación de la advertencia de Burn sobre el posible uso de armas nucleares y la declaración de Price de que ‘nada disuadirá’ a EE.UU. de intensificar la guerra pinta un cuadro de asombrosa temeridad. Estados Unidos está ampliando masivamente sus objetivos en el conflicto, buscando no sólo ‘desangrar a Rusia’ durante meses y años, sino imponer una derrota estratégica a Rusia con el objetivo de derrocar su gobierno e instalar un régimen títere.

Un factor importante que contribuye a la política desesperada y temeraria de la administración Biden es la crisis interna de Estados Unidos. Esta semana, Politico ha publicado un artículo titulado ‘Bidenworld [mundo Biden] proyecta calma sobre el Covid pero se muerde las uñas en privado’, en el que se admite que la administración Biden, tras haber desmantelado totalmente la infraestructura de seguimiento de la pandemia de COVID-19 para crear un clima de ‘normalidad’, no tiene ni idea de lo extendida que está la pandemia en Estados Unidos.

Los precios se disparan, los salarios reales caen en picado y se habla cada vez más abiertamente de una inminente recesión. En estas condiciones, la administración Biden ve la guerra como un medio desesperado para imponer la ‘unidad nacional’ frente a un creciente movimiento de la clase obrera no sólo en Estados Unidos, sino a nivel internacional.

Sin embargo, la intensificación de la participación de Estados Unidos en la guerra por parte de la Administración Biden no hará más que profundizar e intensificar la crisis y estimular el surgimiento de la oposición de la clase obrera.

(Publicado originalmente en inglés el 15 de abril de 2022)