Fuente: https://frenteantiimperialista.org/la-primera-fase-de-la-guerra-de-rusia-contra-la-otan-en-ucrania-antonio-maira/
La primera fase de la guerra de Rusia contra la OTAN, en Ucrania. Antonio Maira
EEUU, su OTAN, los aliados vasallos y los países Quisling someten a toda Europa a un riesgo suicida
Después de meses de tensiones con movimientos de tropas y equipos bélicos, ejercicios militares y declaraciones mutuas de advertencia, las tensiones que conducirían a la guerra empezaron a concretarse el día 17 de diciembre de 2021.
Poco menos de cuatro meses después del comienzo del conflicto armado como tal es posible hacer un balance aproximado de sus causas fundamentales, así como de su escenario imperialista y de la dinámica general del conflicto global, determinada esta por los intereses de clase, sus contradicciones y sus luchas, muchas veces disimuladas o encubiertas.
En lo que se refiere a la guerra actual entre Rusia y la OTAN dentro del territorio de la Ucrania contemporánea es absolutamente necesario abordar un período histórico precedente bastante largo, que se remonta a la caída y disolución de la Unión Soviética, en primer lugar; a las progresivas incorporaciones de repúblicas populares de trabajadores -anteriormente unificados en la URSS-, a la órbita del “Occidente” capitalista capitaneado por Washington, en segundo; y, finalmente, al proceso continuo que tuvo lugar en Ucrania desde la “Revolución Naranja” hasta el ”EuroMaidán”.
Ucrania, desde la “revolución coloreada” hasta el golpe de estado y el fascismo
La primera fase de la intervención de los EEUU tuvo un guion típico de las “revoluciones coloreadas” con movilizaciones importantes después de preparaciones largas en las que se implica a líderes sociales, casi siempre cooptados y proyectados desde el exterior por los medios de comunicación y las instituciones internacionales; o directamente comprados, financiados y potenciados desde el exterior. En Ucrania se proyectó como “revolución naranja”. La actividad principal es la de demonizar al sistema y a los líderes políticos, y utilizar medios de coacción económica, diplomática y de propaganda, para colocar al país ante una presión política y una crisis casi insostenible. La revolución coloreada acabó fracasando dos años después de procesos por corrupción y por el descrédito de sus líderes.
La segunda -el EuroMaidán– adoptó la técnica más violenta del golpe de estado con la aparición de grupos fascistas locales e internacionales que operaron con absoluta libertad, coreados, armados y encubiertos por los medios occidentales. La violencia fue extrema y sistemática, planificada, armada, dirigida, reclutada en parte y financiada desde el exterior. Una parte del territorio de Ucrania, el Dombass, ante la represión brutal de su población -en su mayoría rusa y rusaparlante- se fue organizando para la autodefensa ante el ejército ucraniano que había incorporado a los grupos fascistas en la Guardia Nacional y posteriormente en las Fuerzas Armadas. Alrededor de 14 a 20 mil personas (hombres, mujeres, ancianos y niños) fueron masacrados sin piedad en las repúblicas de Donetsk y Lugansk. De esa matanza nadie dijo nada. En todo caso, calificar a las poblaciones rebeldes ante el nacismo emergente de terroristas. Las implicaciones de ese genocidio son enormes.
Joe Biden, su hijo Hunter y algún maniquí repeinado
Por supuesto también todos los mandatarios políticos están implicados: desde el miembro de la oligarquía y representante exclusivo del gran capital de EEUU, Joe Biden, que además extiende sus influencias políticas para hacer o exigir contratos desde el complejo militar industrial a nombre de empresas de armas químicas y bacteriológicas que maneja su hijo, Hunter Biden; hasta el obediente regente de un país quisling, Pedro Sánchez, presidente del gobierno español.
Hunter Biden es un representante de segunda o tercera línea de “casta de los Biden” -como el mismo la llama-, similar a otras muchas que pululan entre el Congreso, el Senado, las Presidencias y Vicepresidencias de los poderes federales y de los estados. Maneja muy bien la relación entre los cargos públicos y la cadena de influencias de los lobbies. Se sabe sobre él que fue, durante años, directivo de Burisma, la mayor empresa de gas en Ucrania. Su padre, vicepresidente de los EEUU entonces, tenía relación directa con la confirmación, o no, de un crédito de EEUU a Ucrania por valor de 1.000 millones de dólares en garantía de préstamos al gobierno. El Presidente de Ucrania era ya, en aquel momento, Zelenski, y Joe Biden uno de los mediadores en la crisis de Crimea.
Nadie puede escudarse en atenuante o exculpante alguno. Mucho menos los dirigentes políticos desde el Presidente de los EEUU hasta el comediante y granuja Zelenski: desde el hipócrita Macron, presidente de Francia que, entre coqueteo y coqueteo en las negociaciones, escupió su conciencia de clase y la de su gobierno con la amenaza terrible realizada a través del ministro de Economía. Este último afirmó que “quieren destruir la economía de Rusia con el objetivo de hacer sufrir al pueblo ruso”. “Tal afirmación es indignante” señala con claridad Jacques Baud, coronel del ejército suizo, experto en inteligencia militar y adjunto en la OTAN y la ONU, en entrevista por observatoriocrisis.com del 31 de marzo.
(fragmento)
Entrevista con Jacques Baud, coronel del ejército suizo, experto en inteligencia militar y adjunto en la OTAN y la ONU: «El enfoque bélico ruso es muy diferente al de EEUU»[1]
Sr. Baud, usted conoce la región donde ahora hay guerra. ¿Qué conclusiones ha sacado de lo que está ocurriendo en Ucrania?
Jacques Baud: Conozco bastante bien la región. Estuve con el FDFA [Ministerio de Asuntos Exteriores de Suiza] y en su nombre fui adscrito a la OTAN durante cinco años. Mi trabajo era combatir la proliferación de armamento letal, en esa condición contribuí al programa en Ucrania después de 2014. Además, conozco muy bien Rusia, la OTAN y Ucrania debido a mi trabajo anterior en inteligencia estratégica. Hablo ruso y tengo acceso a documentos que pocas personas en Occidente leen.
Usted es experto en la situación en Ucrania. Su actividad profesional le ha llevado a la actual región de crisis. ¿Cómo percibes lo que está pasando?
Es una locura, incluso podemos decir que hay una verdadera histeria. Lo que me sorprende, y me molesta mucho, es que nadie se pregunte por qué los rusos lanzaron esta operación. Nadie quiere abogar por la guerra, y ciertamente yo tampoco. Pero como ex jefe de «Política y Doctrina» en el Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz de la ONU en Nueva York durante dos años, siempre me hago la pregunta: ¿Cómo llegamos al punto de iniciar una guerra?
¿Cuál fue tu tarea en la ONU?
La ONU necesitaba entender cómo ocurren las guerras, qué factores conducen a la paz y qué se puede hacer para evitar bajas o cómo prevenir la guerra. Si no entiendes cómo sucede la guerra, entonces no puedes encontrar una solución. Estamos exactamente en esta situación. Cada país está imponiendo sus propias sanciones contra Rusia, y sabemos muy bien que esto no va a ninguna parte. Lo que me impactó particularmente fue la declaración del ministro de Economía de Francia de que quieren destruir la economía de Rusia con el objetivo de hacer sufrir al pueblo ruso. Tal afirmación es indignante.
¿Cómo evalúa la ofensiva rusa?
Atacar a otro Estado va en contra de los principios del derecho internacional. Pero también se debe considerar el trasfondo de tal decisión. En primer lugar, hay que dejar claro que Putin ni está loco ni ha perdido el contacto con la realidad. Es una persona metódica y sistemática, es decir, muy rusa. Creo que era consciente de las consecuencias de su operación en Ucrania. Evaluó, obviamente con razón, que, si realizaba una operación «pequeña» para proteger a la población de Donbass o una operación «masiva» a favor de la población de Donbass y de los intereses nacionales de Rusia, las consecuencias serían las mismas. Entonces, fue a por la solución máxima.
¿Cuál es el objetivo de Rusia?
Ciertamente no está dirigido contra la población ucraniana. Putin lo ha dicho una y otra vez. También se puede ver en los hechos. Rusia sigue suministrando gas a Ucrania. Los rusos no han impedido eso. No han cerrado Internet. No han destruido las plantas eléctricas y el suministro de agua. Aunque, tales servicios pueden haberse detenido en las áreas de combate. Pero el enfoque bélico ruso es muy diferente al de los estadounidenses, están los ejemplos en la ex Yugoslavia, Irak y Libia. Cuando los países occidentales atacaron a estas naciones, primero destruyeron el suministro de agua y electricidad y toda la infraestructura.
¿Por qué Occidente actúa de esta manera?
El enfoque occidental, es necesario analizarlo desde el punto de vista de su doctrina operativa, se basa en la idea de que, si destruyes la infraestructura, la población se rebelará contra «el dictador» y podrás deshacerte de él. (…)
¿Cuál es el enfoque ruso?
Es completamente diferente. Han anunciado claramente su objetivo. Quieren la «desmilitarización» y «desnazificación» de Ucrania Si sigues honestamente la situación, eso es exactamente lo que están haciendo. Por supuesto, una guerra es una guerra y, lamentablemente, siempre hay muertes en el proceso, pero es interesante ver qué dicen los números. El viernes 4 de marzo, la ONU informó de 265 civiles ucranianos muertos. Por la noche, el Ministerio de Defensa ruso calculó el número de soldados muertos en 498. Esto significa que hay más víctimas entre los militares rusos que entre los civiles del lado ucraniano. Si ahora compara esto con Irak o Libia, entonces es exactamente lo contrario con las guerras que desata occidente.
¿Los medios occidentales no están mostrando la verdad?
No. Nuestros medios afirman que los rusos quieren destruirlo todo, pero eso obviamente no es cierto. También me preocupa la forma en que nuestros medios retratan a Putin, hablan como si de repente el «tirano» decidió atacar y conquistar Ucrania. EEUU advirtió durante varios meses que habría un ataque sorpresa, pero no pasó nada. (…).