Kopano Matlwa, ejemplo de la nueva y cosmopolita generación…

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Kopano Matlwa, ejemplo de la nueva y cosmopolita generación de escritores sudafricanos

Hay en Kopano Matlwa algo diametralmente diferente a otras escrituras. Sus novelas no dejan a nadie indiferente, pero asemejan a meandros muy particulares, con sus curvas duras y sus curvas más relajadas y poco trazadas. La frescura de su personal voz lleva a menudo a resaltar los lugares comunes de sus tramas, olvidando otros aspectos de los que apenas se hablan, como del papel que tiene en su obra la religión.

Su primera novela Coconut (2007) fue publicada por la editorial sudafricana Jacana. Con ella logró éxito de ventas y de crítica, situación que se ha ido repitiendo con su trayectoria futura. Bajo el título Nuez de coco, ha sido traducida este mismo año a castellano por Aurora Echevarría para Alpha Decay.

Más allá de la historia, formalmente escrita de manera un tanto inconexa, que muestra la Sudáfrica post-Mandela con sus diferencias de clase y raza en plena vigencia, la obra habla también del trastorno que ha supuesto en la juventud el ser visto a uno mismo y calificado por otros como “coconut” (negro por fuera pero blanco por dentro). Matlwa quiere exponer “su historia”, lo que “vivimos”, en sus propias y tiernas palabras; lo que se plasma en una imagen bifurcada en varios caminos diferentes, hay tantos, de afrontar la realidad de esta generación que no conoció el “apartheid” como tal, en los años 90. Pero que sufre sus consecuencias.

Ofilwe, digamos la privilegiada, una de las dos protagonistas femeninas de la obra educada en la cultura occidental, blanqueada su belleza y su identidad, no acaba de encajar. Contrasta con Fikile, la otra protagonista que emerge de los barrios más humildes, cuya escalada hacia la “blancura” está relacionada con su aspiración a tener otra vida, huir de la miseria y el rechazo constante asociado a la “negritud”. Un terrible abuso sexual en su infancia es otro de los factores que en su vida más adulta la llevan a rechazar al hombre negro. Son dos caras complementarias: una está inmersa en ese anhelado “superyo” blanco que parece elevarla sobre el resto pero que al mismo tiempo la condena, y la otra quiere lograrlo a toda costa.

El tema de la aspiración al privilegio blanco ha aparecido en otras obras. Me viene como un eco Piel negra, máscaras blancas de Fanon. No es lugar para ahondar en esta profunda obra, por supuesto, solo resaltar mis conexiones mentales que me recuerdan cómo el antillano, recoge el autor en la obra, se ofende si se le supone senegalés, “¡solo faltaría que se les asimilara con los negros¡” y la mujer negra “solo tiene una posibilidad y una inquietud: blanquear”. Lo negro es lo africano (léase lo inferior, lo salvaje o lo subdesarrollado).

Tanto en Nuez de coco como en su tercera novela escrita diez años después, Florescencia (la segunda Spilt Milk, Jacana, 2010, no ha sido traducida todavía), Matlwa pone el acento en otro subtema que ha sido poco explorado, exceptuando su tratamiento para enfatizar los tremendos desmanes de la colonización, logrando en el caso de Matlwa cobrar fuerza y protagonismo: las convicciones religiosas.

En Coconut el dilema surge a partir de una conversación entre Ofilwe y su hermano Tsempo que afirma que el cristianismo es algo ajeno y ésta no quiere que se utilice como un elemento de reafirmación del africanismo (africanidad) de su hermano. Los misioneros nos engañaron y tú has perdido tus creencias, has traicionado a los tuyos, tus raíces, parece querer decirle.

Cada uno de los capítulos comienza con un versículo en su tercera novela Florescencia (2017). En ella la protagonista aúna la ciencia y la religión en su persona. Médico, como la propia escritora, quiere hacer algo relevante, algo que trascienda. Las líneas de su diario son una interpelación contante a su Dios. Su madre, al igual que el padre de la protagonista de La flor púrpura de Chimamanda Adichie Ngozi, es una fanática religiosa que quiere imponer a Masecheba su estrecha y mezquina visión del mundo.

Si en Coconut aparece de soslayo el tema de la religión como identidad, “Las tradiciones de la iglesia son las mías. No tengo otras” dice Ofilwe, en Florescencia Matlwa parece querer ahondar en la propia religión, aquella a la que se agarra como un clavo ardiendo pero ante la que también duda. Aquella que invoca pero que también traiciona. No existe el cuestionamiento de si su religiosidad es algo “importado”, por el contrario, incide en los aspectos que marcan su vida. La culpa que planea incesante, por ejemplo.

A pesar de lo espontánea, a veces poco acabada que resulta ser su obra, de esa pátina de juventud de la que se ha ido librando con los años, ambas novelas merecen nuestra atención. Más madura, recomendable e impactante Florescencia, quedamos a la espera de lo que Matlwa nos quiera volver a contar.

Nuez de coco (Coconut, 2007) de Kopano Matlwa. Traducción: Aurora Echevarría. Editorial Alpha Decay, 2020.

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