Fuente: https://www.telesurtv.net/bloggers/Irak-busca-su-destino-20200513-0006.html?utm_source=planisys&utm_medium=NewsletterEspa%C3%B1ol&utm_campaign=NewsletterEspa%C3%B1ol&utm_content=35 Pablo Jofre Leal 13 mayo 2020
Un país milenario, una sociedad cansada de guerras, de invasiones, de ser considerada una base de agresión a países vecinos, esperanzada en poner freno a la corrupción, estabilizar la situación económica y concretar una soberanía coartada desde el año 2003 cuando fue invadida por Estados Unidos y países aliados.
Mustafá Al Kazemi (Mustafá Abd al-Latif Mashtat) licenciado en derecho y que ejerció como periodista fuera de Irak ha sido investido en el cargo de primer ministro, después que Irak pasara cinco meses sin conducción política, tras la renuncia de Adel Abdul Mahdi y una convulsa situación social, que en los tres últimos meses del año 2019 generó al menos 500 muertos.
Se sumó una crisis internacional cuando el día 3 de enero del 2020, un atentado ejecutado por fuerzas militares estadounidenses, estacionadas en la base militar de Ain al Asad, contra la comitiva del Teniente General Qasem Soleimani, a la salida del aeropuerto de Bagdad tuvo como resultado el asesinato del célebre militar iraní. Un dron dirigido desde el comando militar estadounidense acabo la vida con este brillante militar a cargo de las Fuerzas Quds. En este atentado terrorista fue asesinado también el segundo hombre de las Unidades de Movilización Popular (al Hashad al Shabi por su nombre en árabe) Abu Mahdi al-Muhandis,
Soleimani había ocasionado gran número de derrotas a las fuerzas terroristas takfiri apoyadas por Estados Unidos, Israel, Arabia Saudí y las monarquías ribereñas del Golfo Pérsico. Tal realidad lo puso en el radar de posibles acciones terroristas por parte de los organismos de inteligencia de Washington y sus aliados. No es casual que la operación contra el militar iraní haya sido ejecutada en el sitio mencionado. Ya en noviembre del año 2019 Qais Jazali, líder iraquí del grupo Asa’ib Ahl al-Haq, había denunciado que el servicio de espionaje israelí (Mossad) opera en varias provincias del norte de Irak y tiene “una base conjunta” con la Agencia Central de Inteligencia de EE. UU. (CIA) en el aeropuerto de Bagdad.
Este asesinato generó la reacción del gobierno de Teherán, que decidió dar curso a la denominada “Operación Mártir Soleimani”, lanzando 15 misiles tierra-tierra (Fateh 110), que destruyó parte de las instalaciones de las bases militares estadounidenses en suelo iraquí de Ain al Asad y la base militar ubicada en la ciudad de Erbil, causando un numeroso número de muertos y heridos. Cifra exacta que Washington ha mantenido en secreto, pero sin poder restarle importancia a una venganza anunciada y que no será la única. Un ataque de gran envergadura y precisión. Una muestra del poderío misilístico del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) que tiene a su cargo todo este sistema de defensa.
Por su parte, las autoridades iraquíes y su parlamento, en una votación efectuada el día 5 de enero del 2020 por 170 votos – de un total de 266 (sin la presencia de diputados sunnitas y kurdos, estos últimos en general aliados de Washington) aprobaron una moción en la que exigieron al Gobierno, que expulse del país a todas las tropas extranjeras, fundamentalmente los 5.200 soldados estadounidenses afincados en seis bases militares. Si bien el texto no es vinculante, el ex primer ministro Adel Abdul Mahdi (interino en aquel momento pues había dimitido en el mes de noviembre del 2019) pidió, poco antes de la votación a los diputados, que apoyaran poner fin a la presencia de tropas extranjeras lo antes posible, de tal manera de negociar las condiciones del repliegue con Washington.
La determinación parlamentaria de ese 5 de enero, aún no se cumple y ha vuelto a ser reiterada por el actual primer ministro Mustafá al Kazemi “No queremos que Irak siga siendo un lugar de ajuste de cuentas, en función del asesinato del teniente general Qasem Soleimani a manos de Estados Unidos como tampoco las agresiones contra Siria e Irán” que tienen su base en las instalaciones ocupadas por Washington en Irak. El planteamiento iraquí, en general, es que diplomáticos y militares estadounidenses deben salir del territorio pues son un elemento desestabilizador en el país y en la región.
Pero, esta decisión debe ir acompañada de las urgentes soluciones a los acuciantes problemas que enfrenta la sociedad iraquí. Un país con altos niveles de desempleo, sobre todo en la población menor de 25 años. La corrupción de una casta política, que no ha dado el ancho en beneficio de los intereses de su sociedad. La necesidad de satisfacer los derechos a servicios básicos de la población. Todos ellos elementos que conmueven al pueblo iraquí y que explican también los altos niveles de desaprobación de los gobiernos de turno y su volcarse a la calle en busca de respuestas.
El nuevo primer ministro, Mustafá Al Kazemi , investido el día 6 de mayo pasado junto a un gabinete de 15 ministros (donde falta aún nombrar al canciller y al ministro de petróleos) es considerado un político con múltiples contactos derivados de su paso como exiliado, en el gobierno del ex dictador Sadam Hussein, por Alemania, Gran Bretaña y su labor como editor en jefe de la revista Iraq Newsweek, emitida desde Beirut y como escritor y editor gerente de la división de Iraq en el sitio Al-Monitor International. Un conocedor de los entresijos de un país complejo donde se cruzan intereses étnicos, religiosos e influencias externas lo que requiere alguien que pueda generar puentes de solución. Desde que le fue encomendado la formación de su Gabinete, Al Kazemi se enfrasco en la búsqueda de consensos, en un país de disensos, logrando aglutinar el apoyo de la Coalición de Fuerzas Iraquíes, el bloque más importante de fuerzas políticas Sunní, partidos chiitas como Fatah y el conglomerado Estado y Ley del ex primer ministro Nouri al Maliki.
En todo caso, este gobierno es, claramente, una administración interina. Un gobierno de transición mientras se preparan las elecciones generales anticipadas condicionadas según el presidente Barham Saleh, al ejercicio de la plena soberanía iraquí y la conformación de leyes electorales más justas e integrales y ello implica consenso político entre las distintas fuerzas del país. Durante estos 17 años de ocupación Estados Unidos y sus agentes han trabajado por exacerbar las diferencias internas, fragmentar el país, generar odio étnico y religioso, y romper el tejido social de un país que en los últimos 40 años ha pasado en guerras y ocupación. Un escenario de Golpe Blanco como suele denominarse, destinado a fracturar internamente el país. Tratar de superar estos peligros es una tarea titánica, pero esencial, so pena de convertir a Irak en un polvorín aún más sangriento que el que se ha vivido en la región, principalmente en la última década.
Así lo entiende y transmite el máximo clérigo chií en Irak, Seyed Ali Sistani quien desde las manifestaciones antigubernamentales de fines del año 2019 a la fecha ha señalado que “los enemigos de Irak han pretendido extender el caos y sumir al país en luchas internas y luego devolverlo a la era de la dictadura, por ello ante demandas justas hay que saber diferenciarse de saboteadores y agentes externos”. Un Ali Sistani que ha levantado la voz para que los congresistas den curso a leyes electorales que satisfagan la demanda de la gente y esto debe ser el antecedente de elecciones libres y justas, que reflejen en forma correcta la voluntad del pueblo iraquí.
Irak busca un derrotero positivo para su población. Un gobierno que se estrena en función de satisfacer las demandas de una sociedad que está dispuesta a salir nuevamente a la calle, pero teniendo claro que debe distanciarse de saboteadores y violentistas, como lo ha solicitado el clérigo Seyed Ali Sistani. Un Irak apetecido por las potencias occidentales, fundamentalmente, debido a sus enormes riquezas energéticas.
Efectivamente, Irak posee reservas calculadas 120 mil millones de barriles y otras 100 mil de estimación por aquellas zonas no exploradas en el resto del país. Eso lo convierte en el segundo país del mundo con mayores existencias de crudo, tras Venezuela que posee 240 mil millones barriles sin explotar. Sume a eso los recursos gasíferos. Unido a consideraciones geopolíticas, al ser Irak, cruce de oleoductos y gasoductos y ello en el plano de las relaciones y conformación de bloques económicos resulta fundamental.
Si a lo mencionado damos lugar al hecho que Irak es un país fronterizo con la República Islámica de Irán, por tanto el objetivo prioritario de las políticas de desestabilización y agresión de la triada conformada por Washington, el sionismo y la Casa al Saud, se entiende el desenfreno de estos países por generar el control de Irak. Además de ser vecino de Siria, lo que ha permitido constatar que lo mismo ha servido de tránsito de terroristas, como de instalación de ellos para generar el caos en ambos países.
La realidad de un imperialismo tozudo, empecinado en controlar territorios y sus riquezas obliga a pensar que la salida de sus tropas de territorio iraquí no va a ser por la vía pacífica, ojalá así fuera, pero la historia algo nos enseña cuando se trata del imperialismo. Así lo entiende también un alto clérigo iraquí, Seyed Yasin al Musavi, quien en el tradicional rezo colectivo de los viernes en Bagdad señaló “Estados Unidos no pretende hacer las maletas y abandonar Asia occidental, por lo que no hay otro remedio que expulsarlo de la región y en esto la resistencia es clave.
Allí adquiere importancia las organizaciones agrupadas en las llamadas Unidades de Movilización Popular (Al Hashad al Shabi) que han librado duras batallas para derrotar a las fuerzas de Dáesh y expulsarlas definitivamente del territorio, como lo han estado haciendo con la ya terminada operación “ramadán 3”, donde lograron limpiar las zonas fronterizas cerca de Siria en el área de Akashat hasta la ciudad de Al Qaim, en la provincia de Al Anbar. Acciones que tiene su clara justificación en orden a contender contra las pretensiones de Estados Unidos y sus aliados, que apoyan la guerra de agresión llevada a cabo por el terrorismo tanto en Siria como en Irak.
Se señaló en medios de información de la región, que el responsable detrás de los ataques terroristas contra las Unidades de Movilización Popular es Estados Unidos “en concreto denuncian que Washington traslada los miembros de Daesh de Siria a Irak con el objetivo de desestabilizar el país árabe “ Incluso, en un informe del diario Le Monde de Francia ha consignado, que desde fines del mes de abril las células de Daesh, que se habían mantenido ocultas en la Frontera entre Siria e Irak se han activado, además de trasladar a 3 mil extremistas en el norte y noreste de Irak.
Sostuve tiempo atrás que “Irak es un país ocupado, sin una plena soberanía sobre su territorio, con tropas extranjeras que han instalado bases militares sin consentimiento alguno del gobierno iraquí y que además sigue sufriendo los ataques de fuerzas terroristas, que han sido organizadas, armadas, financiadas y protegidas por aquellos que precisamente invadieron el país o prestaron su apoyo. No olvidemos tampoco, que en la zona del Kurdistán iraquí también existen bases militares con personal estadounidense, incluso tropas alemanas (800 soldados) que entrenan a las milicias Peshmergas y que son una permanente presión sobre el gobierno central iraquí, ya sea en lo referente a los campos petrolíferos de Kirkuk o los afanes independentistas de algunos sectores, que incluso llegaron a la realización de un referéndum en septiembre del 2017 que obligó a Bagdad a intervenir” y que contó con el reconocimiento del sionismo en una clara estrategia de fragmentación y ataque al vecino irán.
Dicha situación no ha cambiado y más aún, se ha intensificado la presión contra este país, de tal forma de generar una situación global de pánico, desgobierno, movilizaciones incontrolables u caos de proporciones donde el oportunismo de Washington y sus socios pretende ganar partido. Eso, hay que impedirlo y exigir al nuevo gobierno iraquí que camine con pies de plomo para pisar fuerte, decidido, en beneficio del pueblo iraquí. Las manos sucias de Washington siguen marcando a fuego la política internacional y ejercen una malsana influencia en países, que como Irak, buscan su propio y soberano destino.
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