Fuente: https://www.sinpermiso.info/textos/in-cammino-con-gramsci-un-pensamiento-dirigido-al-futuro Fabio Frosini 03/09/2020
Reseña del volumen de Giuseppe Vacca, con un ensayo de Marcello Mustè (Viella). Reunidos tres ensayos sobre el filósofo sardo elaborados a lo largo de quince años (del 1977 al 1991).
Al releerlos del tirón, los tres escritos elaborados a lo largo de quince años (del 1977 al 1991) y ahora reunidos, junto con un denso ensayo de Marcello Mustè, por Giuseppe Vacca en su In cammino con Gramsci (Viella, 220 pp., 27 euros), dan la impresión de un “recorrido” extraordinariamente largo, ya que se colocan exactamente en el epicentro de una doble transformación: por un lado, cubren el salto desde los últimos años de los “treinta gloriosos” hasta el comienzo de la “revolución neoconservadora”, por otro, van desde los últimos intentos de “uso” político del pensamiento de Gramsci en el interior del PCI (el congreso florentino de 1977) hasta la emergencia de un escenario prácticamente inédito, en el que la ausencia de referentes políticos directos se unía al cambio completo del corpus gramsciano, con el inicio de la edición nacional de sus escritos.
¿Hay un nexo entre estos dos órdenes de hechos? Releyendo hoy los tres ensayos se diría que sí, pero no en el sentido banal según el cual, una vez terminada la fecunda relación con una cultura teórico-política de partido, se habría iniciado la musealización de Gramsci, sino en uno mucho más complejo, que tiene que ver con el final de la idea según la cual el socialismo se podía construir potenciando cada vez más el welfare state sin ocuparse de relaciones que, en el campo internacional, permanecían fundadas sobre equilibrios y dinámicas de tipo liberal.
Muy brevemente, se puede decir que en estos tres escritos se pasa del nexo entre hegemonía e intelectuales (La «quistione politica degli intellettuali» nei Quaderni del carcere, 1977) a aquel entre hegemonía e interdependencia (I Quaderni e la politica del Novecento, 1991), pasando por aquel entre hegemonía, intelectuales, Estado e “intelecto filosófico y científico moderno” (Dal materialismo storico alla filosofia della praxis, 1985). En esta trayectoria, aunque con la presencia de una continuidad de fondo, existen cambios de acento sustanciales.
Si en 1977 se subrayaba que las formas concretas del Estado no son, para Gramsci, coincidentes con el modo de producción, sino que ponen en tela de juicio una multiplicidad de elementos pertenecientes a la historia nacional, en 1991 el mismo eje es afrontado desde el extremo opuesto: la construcción del moderno Estado nación obedece a una escisión entre política nacional y mercado mundial, que ha condenado al movimiento obrero a ser “apéndice de los procesos de modernización” que él no ha dirigido y que, al contrario, lo han instituido y regulado.
¿Cómo escapar a este papel de actor secundario? Desarrollando un propio fundamento de la política que esté emancipado de las raíces decisionistas y contractualistas del pensamiento burgués. Esto es la hegemonía en tanto que “combinación”, original cada vez, de elementos nacionales e internacionales en beneficio de la sociedad nacional al completo. Sobre esta base, el espacio del Estado moderno aparece como el efecto contingente de la intersección de dos dinámicas: aquella envolvente y estructurante del mercado mundial, interpretada por potentes vectores geopolíticos (de aquí el imperialismo) pero también caracterizada por la presión molecular de la competencia; y aquella segregante, excluyente y jerarquizante del poder político nacional. El auténtico terreno de la lucha por el socialismo no podrá ser, por lo tanto, ni el del poder estatal (a conquistar o destruir), ni el del mundo como “horizonte”: el mundo, al contrario, se convierte en el terreno en el que resulta necesario combinar concretamente nivel global y nacional en la forma de políticas del todo por construir (pero ya en tiempos de Gramsci se anunciaba esta exigencia).
Repensar el Estado ya no como “potencia” sino como inclusión ético-política de las fuerzas sociales en un proyecto “nacional”; valorizar a los intelectuales y la cultura como terreno decisivo para esta tarea; desarrollar el materialismo histórico como “filosofía de la praxis”, es decir, teoría de la unificación de teoría y práctica, intelectuales y masas, como un proceso histórico y no como un dato mecánico: he aquí los grandes capítulos del programa de investigación de Gramsci, tal y como Vacca, antes que nadie, los ha puesto de relieve en los tres ensayos ahora reeditados.
Ahora bien, ¿qué tiene que ver esta innovación hermenéutica con el profundo cambio del corpus gramsciano y el inicio de la edición nacional (que, cabe señalar, se debe, también ella, al impulso de Giuseppe Vacca al inicio de los años noventa)? Esta ha arrebatado a Gramsci del mundo de los “padres”, restituyéndolo a la historia, lo que habría sido imposible en los años sesenta y setenta. La edición crítica de los Quaderni del carcere (1975) debida a Valentino Gerratana inició un modo completamente nuevo de mirar a este sector del legado gramsciano, pero fue solamente con L’officina gramsciana de Gianni Francioni (1984) que este se convierte en un programa de investigación concreto.
Y no por casualidad Vacca sitúa en la estela de este texto la propia reivindicación de una lectura diacrónica, es decir, histórica de los Cuadernos. De esta forma, no solamente se ha comenzado a entender qué problemas editoriales planteaban estos papeles, sino también cuán profunda era la relación que guardaban con la realidad, como tantas otras teselas de un mosaico abierto, porque son producto de la interacción con acontecimientos siempre nuevos.
Así, hemos llegado a descubrir que aquel mundo, con el que Gramsci se enfrentaba, no estaba para nada encapsulado en la jaula trascendental del Estado nación sino que surgía, con la Gran Guerra y la Revolución rusa, de su crisis profunda. Se ha abierto así un nuevo escenario, del que estos tres escritos, hoy nuevamente disponibles, son como el letrero de entrada.
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Traducción:Anxo Garrido