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Ignacio Ramonet: “Todos los países de América Latina y el Caribe votan en la ONU por el levantamiento de las sanciones económicas a Cuba”
- 21 Sep 2021
Si Obama había insinuado una posible distensión con Cuba, Trump ha reforzado las sanciones contra la isla, incorporándola incluso a la lista de estados patrocinadores del terrorismo. ¿Qué espera Joe Biden para levantar estos castigos, que están costando vidas en medio de una pandemia y que son denunciados por prácticamente todo el planeta? ¿Qué medidas concretas podría tomar el nuevo presidente de los Estados Unidos? ¿Cuál es la posición de la Unión Europea? Salim Lamrani habla con Ignacio Ramonet, ex redactor jefe de Le Monde Diplomatique y uno de los mejores especialistas en América Latina.
Ignacio Ramonet, doctorado en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, es profesor de Teoría de la Comunicación en la Universidad París VII desde hace casi treinta años, semiólogo cinematográfico y periodista, y uno de los principales especialistas en América Latina, donde ha pasado muchos años. Su amplio conocimiento de los temas continentales le ha convertido en uno de los conferencistas más solicitados del mundo. Varias instituciones de enseñanza superior, como la Universidad de Santiago de Compostela (España), la Universidad de Córdoba (Argentina), la Universidad de La Habana (Cuba) y la Universidad Autónoma de Santo Domingo (República Dominicana), le han concedido doctorados honoris causa por sus numerosos trabajos.
Director de la versión francesa del mensual Le Monde diplomatique de 1990 a 2008, Ignacio Ramonet dirige ahora la edición española del periódico. Ha realizado numerosas entrevistas con líderes políticos latinoamericanos. En particular, se reunió con el ex presidente cubano Fidel Castro en varias ocasiones, y estos intercambios dieron lugar a la publicación del libro de referencia Fidel Castro: Una biografía a dos voces, que ha sido publicado en una veintena de idiomas. También se reunió con el ex presidente venezolano Hugo Chávez y publicó un libro titulado Hugo Chávez, mi primera vida. Es autor de una veintena de libros publicados en varios idiomas.
El Senado francés le concedió la Medalla de Oro “por su acción en favor del acercamiento entre Francia y América Latina”. También recibió el premio de la FAO de las Naciones Unidas “por sensibilizar sobre el problema del hambre en el mundo”. La ciudad de Nueva York le concedió la Proclamación de Honor por su labor en favor de las comunidades latinas.
En estas conversaciones de abril de 2021, Ignacio Ramonet repasa las conflictivas relaciones entre Cuba y Estados Unidos y ofrece una sabia visión de la política hostil impuesta por Washington. Recuerda que la comunidad internacional, incluidos los principales aliados de la Casa Blanca, lleva varias décadas pidiendo el levantamiento de las sanciones económicas contra la población cubana, y que estas se han incrementado bajo la administración Trump en medio de la pandemia mundial de Covid-19. Por último, analiza qué medidas puede tomar la nueva administración Biden para volver a una política más constructiva en las relaciones entre ambos países.
Salim Lamrani: Ignacio Ramonet, ¿cómo explica la persistencia del conflicto entre Cuba y Estados Unidos treinta años después de la caída de la Unión Soviética? ¿Cuáles cree que son las verdaderas razones de la política hostil de la Casa Blanca hacia Cuba?
Ignacio Ramonet: Esta es una pregunta muy relevante que muchos deben hacerse. ¿Cómo es que Estados Unidos, después de sesenta años, con una sucesión de presidentes muy diferentes, mantiene una hostilidad tan fuerte hacia Cuba? Sin embargo, la Revolución Cubana tuvo lugar en 1959 y la Unión Soviética desapareció en 1991. Al mismo tiempo, Estados Unidos hizo la paz con Vietnam, donde libró una guerra que le costó decenas de miles de muertos, una guerra que duró más de quince años. También hizo las paces con la China Popular, a la que no había reconocido durante mucho tiempo. Esta hostilidad no parece disminuir, mientras que se pensaba que con la llegada al cargo de Joe Biden se eliminarían rápidamente las últimas sanciones tomadas por Donald Trump.
Creo que una de las respuestas –hay otras– es que Cuba se ha convertido en un verdadero problema de política interior para Estados Unidos en los últimos 60 años. En Florida hay una comunidad de más de un millón de cubanos, muy arraigada en este importante estado, como vimos en las últimas elecciones estadounidenses. Florida tiene casi 30 delegados del colegio electoral, siendo esta comunidad muy fuerte, por ser uno de los Estados que más delegados tiene. En los primeros años tras el triunfo de la Revolución, todos los grandes empresarios, todo el dinero, todos los grandes terratenientes se trasladaron a Miami. En aquella época, Florida era un estado pequeño. Miami era una pequeña ciudad costera. Era el equivalente a Saint-Tropez, ni siquiera era como Niza. Hoy en día, se ha convertido en el mayor puerto de cruceros y en uno de los puertos comerciales más importantes del mundo. Miami es ahora una ciudad extremadamente poblada, económicamente muy dinámica y está muy controlada por los cubanos. El alcalde y las principales autoridades son cubanos o de origen cubano. Además, Florida envía parlamentarios tanto al Senado como a la Cámara de Representantes. Así que es un tema muy nacional. Esta comunidad hace todo lo posible para que sus reivindicaciones no caigan en el olvido, a pesar del paso del tiempo. Mantiene abierta la herida en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
El único presidente que se ha movido –más que ningún otro– en una dirección de cambio de política es Obama. Hillary Clinton era la Secretaria de Estado. El principio era simple: una política que no ha funcionado durante sesenta años, ya no va a funcionar. Obama había dicho en repetidas ocasiones que buscaba el mismo objetivo, es decir, el fin de la Revolución Cubana, pero de forma diferente. La táctica sería el “beso del oso”. En otras palabras, enviando turistas y haciendo negocios con Cuba, como fue el caso de Vietnam, el sistema acabaría cambiando su naturaleza.
SL: ¿Cuál es la posición de América Latina en general sobre las relaciones entre Washington y La Habana?
IR: Toda América Latina es casi unánime en la denuncia del embargo estadounidense contra la isla. Puede haber algún presidente ocasional que se desvíe momentáneamente de la línea general, pero esto es excepcional. Cuba mantiene excelentes relaciones diplomáticas con todos los países de América Latina y el Caribe. Hace tiempo que Cuba dejó de practicar una política de exportación de su revolución. De hecho, Fidel Castro solía decir que esto nunca fue así. Pero hubo una época en la que había guerrillas, dictaduras militares muy ideológicas y países extremadamente hostiles hacia Cuba. Hoy en día, esto sigue siendo una excepción. Así ocurrió durante el gobierno títere de la Sra. Añez en Bolivia, fruto de un golpe de Estado, que decidió expulsar a los médicos cubanos presentes en el país. Pero, por regla general, todos los países de América Latina y el Caribe votan en las Naciones Unidas a favor del levantamiento de las sanciones económicas contra Cuba.
SL: ¿Cuál es la posición de la Unión Europea sobre el conflicto entre EEUU y Cuba?
IR: La Unión Europea ha tenido una política fluctuante. Hay que recordar que el embrión de la Unión Europea estaba formado por países perdedores de la Segunda Guerra Mundial, como Alemania e Italia, y por países que habían perdido su imperio colonial, como Francia, Bélgica y los Países Bajos. Es una especie de club de lisiados y mutilados que, confinados en su territorio metropolitano, deciden unirse para recuperar una perspectiva de grandeza.
En lo que respecta a la política exterior, la tradición en la Unión Europea es que las cuestiones relativas al antiguo imperio colonial de un país concreto se dejan en manos de los principales actores. Por ejemplo, si se trata del Magreb, Francia tendrá su opinión. En el caso de Libia, se dará prioridad a Italia. En el caso del antiguo Congo Belga, Bruselas tendrá la palabra. En cuanto a América Latina, España también tiene una especie de prioridad. Evidentemente, no se trata de un acuerdo autoritario ni de algo unánime, pero la opinión de la antigua potencia se considera importante.
En el caso de Cuba, que fue la última colonia española hasta 1898, la opinión de los españoles es importante y fluctúa según los distintos gobiernos. Mientras la derecha gobernó España con Aznar y Rajoy, la posición común de la Unión Europea se alineó en gran medida con la de Estados Unidos. En los últimos tiempos, sobre todo desde que Pedro Sánchez llegó a la presidencia del gobierno español, la UE se ha distanciado de Estados Unidos. Hay que decir que los principales inversores europeos en Cuba son empresas españolas del sector turístico y bancario. España, en definitiva, independientemente de su gobierno, tiene demasiados intereses económicos en Cuba como para poder aceptar la política de Washington, y en particular la decisión de Donald Trump de activar el Título III de la Ley Helms-Burton, que afecta directamente a los intereses españoles y europeos. Toda Europa se solidarizó con los inversores españoles, franceses e italianos con intereses en la isla. La Ley Helms-Burton había sido aprobada en 1996 bajo la administración Clinton, pero el Título III nunca se había aplicado.
SL: Usted se reunió con Fidel Castro en varias ocasiones y publicó un libro titulado Fidel Castro: Una biografía a dos voces, basado en las largas conversaciones que mantuvieron juntos. ¿Qué opinión le merece el líder político y su gestión de la conflictiva relación con Estados Unidos?
IR: Fidel Castro hizo de las relaciones con Estados Unidos un asunto prioritario por razones obvias, tanto históricas como geográficas. De todas las relaciones internacionales que puede tener Cuba, la relación con Estados Unidos es la más importante. Estados Unidos ocupó efectivamente Cuba cuando el país se independizó. Tomó el relevo económico de España y Cuba se convirtió en una neocolonia, lo que significa que todos los sectores estratégicos y económicos importantes estaban controlados por empresas y capitales estadounidenses. En los cerca de sesenta años que transcurrieron entre la independencia y la Revolución Cubana, Washington manipuló la política cubana a través de líderes títeres que cumplían sus órdenes. A ello se suma la proximidad geográfica. Cabe recordar que en 1959, al triunfo de la Revolución, había seis o siete transbordadores que circulaban diariamente entre Miami y La Habana –un viaje relativamente corto, de apenas dos horas– y que llegaban a la isla cargados de coches y turistas.
La Revolución Cubana desafió el dominio de Estados Unidos y Cuba obtuvo lo que podría llamarse su segunda independencia. Estructuralmente, la relación con Estados Unidos siempre ha sido muy importante. Su importancia ha aumentado a medida que Estados Unidos se ha convertido en el principal adversario de Cuba. Y no se trata de un adversario cualquiera, ya que estamos hablando de la primera potencia económica, militar y tecnológica del mundo.
El principal objetivo de Fidel Castro era interesarse por la política estadounidense. Era un gran experto en política interior estadounidense. Conocía la composición del Senado, la Cámara de Representantes, los distintos cargos electos y estaba al tanto de los debates internos del país. Había viajado varias veces a Estados Unidos cuando estaba en la oposición política antes de 1959. Más tarde, se reunió con el vicepresidente Richard Nixon durante el gobierno de Eisenhower, después de la Revolución. Siempre hubo un gran interés en escucharle hablar de los Estados Unidos porque hacía análisis brillantes.
SL: ¿Qué opina del hecho de que Estados Unidos haya vuelto a incluir a Cuba en la lista de países que apoyan el terrorismo internacional?
IR: Si esto no fuera extremadamente serio y grave, sería risible. De todos los vecinos de Estados Unidos, incluido el mismo Canadá, el único país que no es un problema es Cuba. Cuba condena por principio el terrorismo de cualquier tipo. Cuba es una de las naciones que más ha sufrido el terrorismo, con decenas de atentados. Se enviaron comandos desde Florida. Yo mismo hice un reportaje en Miami hace unos treinta años sobre ellos. Conviví con comandos de antiguos mercenarios cubanos que acababan de regresar de Cuba, donde habían realizado atentados. Me explicaron en un mapa en relieve cómo y dónde habían colocado las bombas. Ya era la década de 1980, no la de 1960 o 1970. Se pusieron bombas en las escuelas, en los grandes almacenes e incluso se hizo estallar un avión civil en pleno vuelo en 1976, lo que costó la vida a 73 personas.
Cuba es uno de los países con mayor número de víctimas de atentados terroristas en el mundo, con casi 3.500 muertos y miles más de víctimas, causados por comandos de Miami, con al menos la tolerancia o pasividad de las autoridades norteamericanas. Hasta finales de los años 90 se produjeron atentados, sobre todo en hoteles, para asustar a los turistas. Recordamos a las víctimas, entre ellas un italiano. Cuba es un país que ha sufrido el terrorismo y lo condena en todas sus formas. Según las propias autoridades estadounidenses, Cuba nunca ha organizado un ataque contra el territorio estadounidense. Por lo tanto, no tiene ningún sentido describir a Cuba como un país que apoya el terrorismo internacional.
La base de esta acusación es la siguiente. A petición del gobierno colombiano, estrechamente aliado de Estados Unidos, las FARC –Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia– y el ELN –Ejército de Liberación Nacional–, Cuba aceptó que se celebraran negociaciones en su territorio con vistas a la paz. El año pasado, Colombia rompió las negociaciones con el ELN. En consecuencia, los delegados del ELN ya no pudieron regresar a Colombia, ya que ahora se les persigue allí y permanecen en territorio cubano. Washington utiliza esto para acusar a Cuba de albergar terroristas. Según todas las tradiciones diplomáticas, es obvio que La Habana no tenía otra opción que mantener en su territorio a las personas que había acogido para negociar. Fue el gobierno del presidente Duque el que rompió las negociaciones, al no permitir que los delegados regresaran a su país con un mínimo de seguridad. Por lo tanto, la acusación de Washington es infundada.
Por el contrario, lo que Cuba exporta son médicos y profesores. Acaba de desarrollar una serie de vacunas contra el Covid-19 que pondrá a disposición del mundo. Además, La Habana garantiza que no haya tráfico de drogas a través de su territorio. Por lo tanto, Cuba es un vehículo para la paz y la salud, no para el terrorismo.
SL: ¿Cómo ha afrontado Cuba la crisis sanitaria de Covid-19 en el contexto del aumento de las sanciones económicas impuestas por la administración Trump?
IR: Es especialmente cruel que Estados Unidos haya mantenido las sanciones económicas durante el último año, ya que Cuba ha tenido que cerrar sus fronteras por motivos sanitarios, al igual que la mayoría de los países del mundo, y ha tenido que prescindir de una de sus principales fuentes de ingresos, el turismo. Las dificultades económicas objetivas de Cuba han aumentado considerablemente.
Sin embargo, durante este período, Cuba ha tomado una serie de medidas preventivas que han logrado resultados que se encuentran objetivamente entre los mejores del mundo, como reconoce la Organización Mundial de la Salud. En Cuba hay muy pocos contagios y ha habido muy pocas muertes. Es probablemente la nación que ha tenido menos muertes por Covid-19 en las Américas. Hasta la fecha, no se ha producido ninguna muerte entre los trabajadores sanitarios de Cuba a causa de la enfermedad. Por el contrario, Cuba ha enviado brigadas médicas a unos 50 países, incluidos países europeos como Italia y Andorra. Por ello, la isla, que está sometida a sanciones económicas, se encuentra entre las más exitosas en la lucha contra la pandemia de Covid-19. Cuba también ha desarrollado varias vacunas, dos de las cuales se encuentran en la tercera fase de desarrollo. En abril de 2021 comenzó la vacunación generalizada para La Habana y Santiago, las dos ciudades más grandes del país, para un total de cuatro millones de personas de una población de 11 millones, y se espera que se complete a finales de mayo para estas dos metrópolis. Cuba es un país muy organizado. Es una potencia médica mundial reconocida.
En una palabra, Cuba se enfrenta a muchas dificultades económicas, problemas de abastecimiento y de alimentación, como reconocen las autoridades, porque el país se ha visto privado de uno de sus principales recursos. Al mismo tiempo, la isla ha conseguido grandes resultados en la lucha contra el Covid-19.
SL: ¿Qué cree que debería hacer la administración Biden en sus relaciones con La Habana? ¿Cómo ve el futuro de las relaciones entre ambos países?
IR: En mi opinión, y esta es la opinión de muchos observadores internacionales, hay tres cosas que la administración Biden puede hacer muy rápidamente para cambiar la naturaleza de las relaciones con Cuba. La hostilidad básica no va a desaparecer de la noche a la mañana, pero hay algunas decisiones que se pueden tomar muy rápidamente. El gobierno de Biden controla tanto el Senado como la Cámara de Representantes, aunque en un tema como el de Cuba no habrá unanimidad en Estados Unidos y los funcionarios electos no están obligados a la disciplina de voto. Es cierto que los demócratas elegidos pueden no responder positivamente a las peticiones del presidente Biden. Por ejemplo, uno de los congresistas electos más hostiles a la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba es el senador demócrata Bob Menéndez.
La primera medida administrativa que puede tomar el presidente Biden es retirar a Cuba de la lista de países que apoyan el terrorismo. Donald Trump incluyó a Cuba en esta lista el día antes de dejar la Casa Blanca. Se pensaba que el Presidente Biden revocaría esta decisión muy rápidamente, porque es absurda, como reconocen todas las cancillerías del mundo.
La segunda medida se refiere al restablecimiento de la libertad de viajar para los ciudadanos estadounidenses. Hoy es cierto que existe la pandemia del Covid-19 y que ya casi no se viaja. Sin embargo, en Estados Unidos se está desarrollando una campaña de vacunación muy importante y, para el 4 de julio, probablemente será uno de los países mejor vacunados del mundo. Es una operación que Joe Biden va a completar y será uno de sus éxitos. Así que habrá una oportunidad de reanudar los viajes, en particular para la comunidad cubana en Estados Unidos, pero también para los ciudadanos estadounidenses. También debe restablecerse la libertad de transferir dinero a Cuba. Los expatriados cubanos están preocupados por la situación de sus familias y quieren enviar dinero. En las últimas semanas de su mandato, la administración Trump tomó medidas para hacer casi imposible este tipo de remesas, suprimiendo los servicios de Western Union que tenían el monopolio en este sector.
La tercera medida administrativa que puede tomar la administración Biden es restablecer los servicios consulares en La Habana. La situación actual es absurda y creo que mucha gente no es consciente de la realidad. El consulado de Estados Unidos en la capital cubana se ha trasladado a Ciudad de México y a Guyana. Así, si un cubano quiere solicitar un visado para visitar a su familia en Miami, tiene que ir a México o a Guyana y esperar allí a que su solicitud sea aceptada o rechazada. Imagínese lo que esto significa en términos de gastos de viaje y de vida. Es totalmente absurdo. Trump habría tomado esta medida sólo para molestar a los cubanos y sus familias que viven en Estados Unidos, no al gobierno cubano ni a las autoridades de la isla. Esto significa que los cubanos se ven obligados a pasar por una especie de encrucijada para realizar los trámites consulares habituales. Por ello, Joe Biden puede restablecer rápidamente los servicios consulares y poner fin a esta tortura administrativa que Estados Unidos impone a las familias cubanas.
SL: Estados Unidos está condicionando el levantamiento de las sanciones económicas a la situación de los derechos humanos. ¿Cuál es su opinión al respecto?
IR: La cuestión de los derechos humanos se discute desde hace mucho tiempo en muchos países, y la lectura no es siempre la misma. Si por derechos humanos entendemos salvar vidas, Cuba ha salvado más vidas que cualquier otro país de América, incluidos Estados Unidos y Canadá, simplemente porque la isla tiene la tasa de mortalidad infantil más baja del continente. Un niño nacido en Cuba tiene muchas más probabilidades de estar sano que en cualquier otro país de América. Se trata de los primeros datos objetivos sobre derechos humanos.
Además, basta con pasear por cualquier parte de Cuba para darse cuenta de que no hay indigentes, que no hay niños ni ancianos durmiendo en la calle. Los servicios sociales se ocupan de las personas vulnerables.
Los ejemplos podrían multiplicarse. En lo que respecta a Covid-19, Cuba es el país de América con menos muertes. Las mujeres tienen derecho al aborto desde hace más de cincuenta años en Cuba, mientras que en el resto del continente tienen que luchar para ejercer este derecho. El reciente éxito en Argentina en este ámbito, nos ha recordado que en la mayoría de los países latinoamericanos las mujeres no tienen derecho al aborto, independientemente de la situación y la forma en que hayan quedado embarazadas.
Las principales críticas de Estados Unidos se refieren a las libertades políticas y a la presencia de un partido único. Cuba responde a esto señalando que es su elección y que la Constitución fue votada por el pueblo y garantiza una forma singular de elegir a los funcionarios electos. Esto se puede discutir y es perfectamente legítimo.
Por otro lado, hay que recordar que Estados Unidos apoya y ha apoyado dictaduras en todo el mundo, donde no hay elecciones y no se respeta ninguno de los derechos humanos que acabamos de mencionar. No tienen ningún problema con eso. Por lo tanto, es muy sorprendente que Estados Unidos diga que tiene un problema con la situación de los derechos humanos en Cuba, cuando Washington ha apoyado todas las dictaduras y golpes de Estado a lo largo del siglo XX en América Latina y en otros lugares. Estados Unidos sigue siendo el principal aliado de Arabia Saudí y sabemos lo que este país hace con sus opositores, especialmente cuando se arriesgan a entrar en las oficinas consulares. Lo vimos con el periodista opositor Jamal Khashoggi cuando entró en el consulado saudí de Estambul en 2018. Lo cortaron en pedazos y nunca lo encontraron. Esto nunca ha impedido que Estados Unidos tenga las mejores relaciones con Arabia Saudí. Podríamos citar decenas de ejemplos.
SL: Usted conoce de primera mano la realidad cubana, ya que viaja allí con frecuencia. ¿Cuál es su visión de la sociedad cubana actual?
IR: Cuba está en vísperas de un gran acontecimiento político porque en abril de 2021 se inaugura el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba, que es el partido único que gobierna la isla desde hace unos 60 años. Se trata de un Congreso muy importante que normalmente ratificará la jubilación de Raúl Castro, que sigue siendo el Primer Secretario del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Probablemente verá la salida de la generación histórica que hizo la Revolución. El presidente Díaz-Canel está ahora en el poder y representa a la generación que tiene más de cincuenta años y que no participó en la Revolución Cubana. Esta es la generación de la continuidad. Así que este es un momento simbólicamente importante.
La vida cotidiana ha sido muy difícil últimamente por las consecuencias de la pandemia de Covid-19 a nivel internacional, que ha paralizado el comercio. Uno de los principales recursos de Cuba es el turismo. Es la segunda fuente de ingresos, justo después de la exportación de servicios médicos. Existe la perspectiva de poder vender la vacuna y esto puede ser una fuente de ingresos muy importante. Hoy en día, está la cuestión alimentaria, porque el país no puede permitirse importar gran parte de sus alimentos como antes, hasta el 80% de su consumo. Este año no ha sido posible, salvo a muy pequeña escala. Cuba no produce suficientes materias primas alimentarias para satisfacer sus necesidades, aunque este año se ha producido una aceleración de la producción agrícola. Es absolutamente necesario que Cuba produzca más alimentos. Como resultado, la vida diaria es difícil.
Esperemos que la administración Biden acabe adoptando las reformas que todo el mundo espera hacia Cuba y que afloje el estrangulamiento impuesto por Trump.
SL: ¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrenta Cuba en la actualidad?
IR: A nivel interno, el principal reto es la alimentación, porque Cuba tiene que ganar la batalla por la soberanía alimentaria. Se trata de un reto importante y fundamental, ya que el embargo le impide pagar las importaciones que el país desea realizar. Además, como señaló el Presidente Díaz-Canel, desde el punto de vista estructural, no es normal que un país como Cuba, que está sitiado, dependa en un 80% de las importaciones extranjeras. Esto debe cambiar y el país está decidido a hacerlo. Veremos qué medidas se toman en este sentido. Sin duda, será necesario reducir las medidas burocráticas que pesan sobre el campesinado cubano. Tal vez sea necesario inspirarse en la Revolución Doi Moi llevada a cabo por los vietnamitas, que ahora son grandes exportadores de productos alimentarios, mientras que el país se vio sumido en la hambruna tras su victoria militar sobre Estados Unidos.
El segundo reto es vencer al Covid-19 de una vez por todas y ser el primer país de América Latina en vacunar a toda su población, lo cual es bastante factible durante este verano.
Por último, el tercer reto es la relación con Estados Unidos. Habrá que ver de qué manera es posible mantener un diálogo pacífico, como ocurrió durante el segundo mandato del Presidente Obama. Creo que estos son los tres principales retos para Cuba.
Foto de portada: Joe Piete
Traducido del francés por Edgar Rodríguez para Investig’Action
Fuente: Open Editions