Fuente: https://www.telesurtv.net/bloggers/Honduras-entre-grandes-expectativas-y-milagros-que-no-suceden-20200504-0002.html?utm_source=planisys&utm_medium=NewsletterEspa%C3%B1ol&utm_campaign=NewsletterEspa%C3%B1ol&utm_content=37 Ricardo Arturo Salgado Bonilla 4 mayo 2020
La famosa ley de Murphy dice que, si algo puede salir mal, saldrá mal. Mas que una ley parece guiarnos a la situación general que vive Honduras en tiempos del Coronavirus. Mientras la pandemia es enfrentada como un inmenso acertijo, la propaganda, la manipulación y los interminables escándalos por corrupción y narcotráfico, marcan la cotidianeidad de este, que es el país mas pobre del continente americano.
A inicios de la pandemia, la revista Forbes hizo un mapa caracterizando los países según sus capacidades para resistir y derrotar al novel virus. Por supuesto, Europa Occidental y Estados Unidos figuraban como los mejores lugares para pasar esta tormenta. La realidad demostró que aquella “predicción” estaba equivocada, excepto, quizá, por Honduras, que ya aparecía como el lugar en el que podían estallar todos los males del apocalipsis. Y bueno, los hechos hablan por si mismos.
Después de casi 50 días de cuarentena, el país muestra datos que a la mayoría de la población le suenan falsos. Recordemos que Honduras tiene uno de los peores sistemas de salud pública del mundo, por lo que, al momento de la llegada del temido bicho, nada estaba preparado, y no existía una estructura sanitaria previa para defender la población de la tormenta. De hecho, la aplicación de la cuarentena parece haberse tomado intuitivamente, pues en el país no existe información suficiente como para adoptar medidas basadas en datos sólidos.
Hasta ayer, 47 días exactos desde el inicio, se han anunciado los resultados de unas cuatro mil pruebas, con casi 900 contagios confirmados oficialmente. Este es el país con menor cantidad de pruebas por 100,000 habitantes en la región. En el medio de los trabajadores de la salud y sus amistades, las cifras que circulan son mucho mayores, pero no existen elementos para darles la credibilidad que ayudaran a obligar al régimen a mostrarse mas transparente en la información cotidiana.
Mientras el gobierno hace aguas tratando de iniciar una acción sistemática de pruebas, Juan Orlando Hernández, aparece constantemente en Cadenas de Radio y Televisión en las que lo único que luce claro es que “lo peor esta por venir”. Además, ya es una tendencia muy bien definida en los medios de comunicación, culpar a la población por cualquier resultado catastrófico que se produzca. Claro, porque ese evento sucederá, si o si, y el dictador lo intuye bien.
Y en medio de una crisis que está inflándose aceleradamente para llegar a su punto de rompimiento, surgen casos de corrupción descarada, legislación absurda planeando un saqueo total del país, y una renovada telenovela de los casos de asociación de las elites gobernantes con el narcotráfico y sus carteles. Todos estos factores nutren los medios de comunicación, que saturan de escándalos sus emisiones noticiosas, con lo que la mayoría de la gente queda inerte, inmóvil y embelesada ante un embate que Joseph Goebbels hubiera presenciado con ojos de aprendiz.
Los casos de corrupción en las compras de emergencia para atender la crisis del coronavirus, parecen cometidas con estupidez desproporcionada. Considerando que la mayor distinción del régimen postgolpista ha sido precisamente su habilidad para el robo, resulta inverosímil que ahora salgan al mercado a comprar basura inservible, que además de sobrevalorada, ha sido rápidamente expuesta, por los mismos medios de comunicación que han apoyado incondicionalmente a la dictadura. Para ser profesionales en el latrocinio, esto ha parecido una obra hecha para ser descubierta, y bastante divulgada.
Mientras tanto, el Congreso Nacional ha dejado de cumplir sus funciones, y adoptó un formato virtual para sus reuniones, en el que básicamente las bancadas de oposición no pueden ni siquiera expresar sus opiniones. El uso de la palabra es otorgado a voceros previamente acordados, y a voluntad de la directiva, controlada por supuesto por el Partido de Hernández. Muchos diputados son marginados sencillamente por sus propias carencias en temas tecnológicos, mientras los que tienen suerte de hablar, o son cortados o sus propuestas aparecen en forma descontextualizada. En ese formato, ya no existen ni manifestaciones ni mociones, lo único que se aprueba es lo que propone el régimen.
En ese medio se han aprobado decretos de ley, reformas al codigo de comercio y a otras leyes, que poco a poco han ido dando legalidad a poderes amplios para el dictador, quizá para darle una cara más creíble para negociar con las elites, que hoy se valen de la emergencia para sembrar el camino de nuevas prebendas que les permitan ampliar su poder y su riqueza, a costa del siempre “generoso” estado, y, sobre todo, del enorme sacrificio de la mayoría.
Luego, los gringos aparecen nuevamente acusando a un alto mando policial por asociación con el narcotráfico, y sicariato en favor del circulo intimo del dictador. La explosión mediática del asunto dirigida con especial énfasis a dos sectores disimiles: uno el de las grandes masas analfabetizadas que siguen programaciones sensacionalistas, y otro, un grupo de la clase media, contrario a la dictadura, pero cautivado por cualquiera que es capaz de darles un buen show.
En este caso, el acusado, General Juan Carlos Bonilla, conocido hace mucho tiempo por la mayoría de los hondureños (no precisamente por sus grandes acciones). La noticia de su acusación en New York aparece en CNN como ultima hora, y aquí, un canal fiel a Juan Orlando Hernández (pero siempre a la venta al mejor postor), rápidamente contacta al militar/policía (entrenado en la época de la seguridad nacional y las desapariciones forzadas) y le abre un espacio de una hora, durante la que incrimina a todos los personajes que la población ha sospechado por años que “andan en malos pasos”. Es decir, no dice nada nuevo, pero todo suena chocante.
Para terminar de alimentar el morbo, un programa transmitido por redes sociales, alineado con un sector del bipartidismo y los planes de Estados Unidos para un posible (aunque aun incierto) cambio de régimen, obtiene la primicia del general, para llegar a miles de personas, muchas de las que, seguramente, fueron perseguidas y reprimidas por el mismo. El efecto de la transmisión, que no aporta ningún dato desconocido, o noticia que marque diferencia, resulta ser una droga eficaz que adormece y produce euforia al mismo tiempo, un escape a la realidad, oportuno y efectivo en tiempos de un prolongado encierro.
Por arte de magia, el militar pasa a convertirse en una especie de prócer, aunque, básicamente no revela nada, solo balbucea algunos nombres, y levanta amenazas de que “va a hablar”. De repente, sin saberlo, la mayoría se pierde en la esperanza de que, ahora sí, los gringos van a hacer “el milagrito” de llevarse a Juan Orlando Hernández. Todo se olvida, el coronavirus pasa a tercer plano, hay expectación, todo creado artificialmente.
Algunas precisiones pierden el interés del público, por ejemplo, el retiro de la mesa de emergencia por parte de los empresarios de la poderosa Cámara de Comercio e Industrias de Cortes, alegando que no pueden trabajar en medio de tanta corrupción. Tampoco resulta de interés que las brigadas que han salido a las pesquisas para la contención del COVID 19 se han encontrado con una población que cree que el virus es un invento, o que, en algunos sectores, se muestra hostil a los equipos epidemiológicos.
Tampoco interesa mayor cosa que la empresa colombiana que maneja la energía eléctrica siga sacrificando al pueblo hondureño, y que sus facturas sigan reflejando un “ajuste por combustible” que nadie entiende. La rebaja que anunciaron de casi 15% en la factura a partir de mayo es casi un insulto a la inteligencia, en un país donde le Kilowatt/hora cuesta más del doble de lo que es normal en otros países donde esta privatizado el servicio de energía.
Menos reacción aun produce el nuevo aumento a los combustibles anunciado para el próximo lunes, cuando el precio del barril de petróleo no pasa de los veinte dólares en el mercado internacional. Para dar una idea digamos que el galón de gasolina hoy cuesta lo mismo que nos costaba en el momento pico de 147 dólares el barril de petróleo en 2008. A los hondureños no les impacta pagar el mismo precio, si el barril esta a 20 o 147 dólares, eso, en la jerga periodística de los setenta, es la magia de la televisión.
Mientras la sociedad hondureña se sume en un momento de cuasi jubilo, por los nuevos capítulos de la narconovela del jefe de estado (aunque toda la trama se sabe desde el primer capítulo), el régimen mantiene su objetivo de mantenerse en el poder indefinidamente, y los Estados Unidos maniobran erráticamente en todo el caribe. Aun así, el State Department y el propio Trump, siguen guardando las espaldas al golpismo hondureño, y sostiene sin miramientos la dictadura de Hernández. Honduras es ese traspatio gringo que es mantenido no por razones humanitarias, sino por su valor geoestratégico.
Lo que sigue nos parece sombrío; la debacle económica es inevitable, con lo que las desigualdades se van a profundizar dramáticamente en este país que ya es de los más desiguales del mundo. La producción de alimentos esta amarrada por el tratado de libre comercio con Estados Unidos (CAFTA RD), por lo que la capacidad de resistencia a una escasez mundial es casi nula.
La posición postergada de Honduras en el escenario mundial hace que la esperanza por una vacuna contra el virus sea muy distante. Aun después de descubierta, el tiempo que tardara en llegar al país puede demorar muchos meses. Peor aun si la misma es patentada, pues la inmunización pasara a ser un privilegio, que la mayoría de población no puede comprar. Esto implica que el virus seguirá provocando daños económicos y sociales por un periodo de tiempo prolongado. Además, considerando las medidas adoptadas por el régimen para el sector económico, es claro que las condiciones de vida van a empeorar exponencialmente (si, lo afirmamos matemáticamente).
Por otra parte, las posibilidades de articulación de un movimiento político social amplio que imprima presión a la dictadura, y que, eventualmente, provoque un cambio de régimen, son contenidas por los propios Estados Unidos que han venido alimentando la idea de que un nuevo gobierno debe estar distanciado de la izquierda, aglutinada en el Partido LIBRE. Asi que mucho que son “enemigos” del régimen, están mas determinados a impedir cambios “radicales”, que a construir una oposición real.
Hay que convenir que, en este país, la empresa privada, que apoyo el Golpe de Estado de 2009, también se mantuvo, aunque con mas discreción, en apoyo al fraude electoral de 2017. Aquellos apoyos, los llevaron a sufrir la ambición del dictador, y eso también los ha dividido. También debemos mencionar que, es improbable, que las esferas mas altas del empresariado ignoraran las actividades ilícitas y los vínculos del régimen con los carteles de la droga. De muchas formas, el miedo a la izquierda, llevo a muchos empresarios e enfrentar la pesadilla que hoy viven.
Mientras tanto, muchas personas, mantienen grandes expectativas en lo que otros vayan a hacer por nosotros, al tiempo que ningún milagro se avizora en el horizonte.
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