Fuente: https://www.telesurtv.net/bloggers/La-Guerra-Fria-EE.UU.-y-Rusia-se-desplaza-al-Artico-20211103-0001.html?utm_source=planisys&utm_medium=NewsletterEspa%C3%B1ol&utm_campaign=NewsletterEspa%C3%B1ol&utm_content=31 Germán Gorraiz López 3 noviembre 2021|
¿La Guerra Fría EE.UU. y Rusia se desplaza al Ártico?
El transporte marítimo representa en la actualidad el 95% de todo lo transportado en el mundo, correspondiendo dos tercios al tráfico de petróleo y minerales y siendo portacontenedores una quinta parte del total. Los grandes cargueros se habrían convertido en elementos imprescindibles para mantener la febril capacidad exportadora de China, de los tigres asiáticos o de la Unión Europea ya que aúnan la capacidad de transportar unos 800 millones de toneladas con unos fletes mucho más competitivos que el transporte aéreo y mucho menos contaminante que el transporte por carretera. Así, según datos de Lloyd´s Register Fairplay, un tercio del total de la flota mundial de buques mercantes de transporte navegaría bajo pabellón de conveniencia (Islas Marshall, Liberia, Chipre, Panamá), países que aún respetando las convenciones internacionales serían laxos en lo relativo a la seguridad y la protección social de sus asalariados, lo que se traduce en una considerable reducción de costes para las navieras y en la práctica endémica de dejar abandonados a su suerte a sus obsoletos barcos junto con sus tripulaciones.
El Ártico, la última frontera
La Ruta Marítima del Norte y el Paso del Noroeste son las rutas marítimas a lo largo de los bordes del océano Ártico (más exactamente a lo largo de las costas del norte de Canadá y Rusia) y aúnan la capacidad de proporcionar un medio para el transporte de los recursos naturales (petróleo y gas) extraídos en el Ártico amén de una reducción notable de la duración del trayecto de los envíos de mercancías desde el Pacífico hasta las costas atlánticas de Europa y América del Norte ( con esta nueva ruta se ahorrarían 7.400 millas náuticas de las 11.500 que actualmente hay que emplear para unir Hamburgo y Yokohama).
Durante la primera década del siglo XXI el interés hacia el transporte marítimo entre Europa y Asia a través del Océano Ártico se habría incrementado, debido a los masivos deshielos que han abierto la ruta del “Oceáno de Hielo”.Así, en el verano de 2009, dos buques alemanes de transporte usaron la Ruta del Mar del Norte sin la ayuda de barcos rompehielos. Por parte rusa, el 14 de agosto de 2010, el primer tanquero de alto tonelaje partió de puertos rusos tomando la Ruta del Mar del Norte hacia Asia y alcanzando Pevek en la Península de Chukotka e igualmente, en el otoño de 2010 el primer embarque de hierro fue enviado desde Kirkenes, Noruega hacia China a través de la Ruta del Mar del Norte y China envió por primera vez un buque mercante a Europa a través del Paso del Noreste y se habría asegurado el acceso al Ártico tras la firma con Islandia de un TLC mientras que Canadá también se prepara para un incremento significativo de la utilización de la ruta noroeste del Ártico. EEUU y Rusia habrían ya escenificado el comienzo de la carrera por el control del tráfico marítimo y las vastos recursos del Ártico, pues según la Fundación Vida Sostenible, las reservas energéticas del Ártico, condicionadas por encontrarse hasta ahora bajo un mar helado, albergarían aproximadamente el 25 por ciento de las reservas de gas y petróleo a nivel mundial y según varias fuentes, en los mares del océano Ártico se habrían encontrado más de 62 billones de metros cúbicos de gas y más de 9.000 millones de toneladas de petróleo y en la orilla unos 3.500 millones de toneladas de petróleo.
La Carrera por controlar el Ártico
Según vidasostenible.org, aunque en teoría la soberanía nacional se detiene a las 200 millas acuáticas de las propias costas, la Convención de Derecho marítimo de la ONU otorga derechos en la plataforma continental ártica a quien pueda demostrar su propiedad (rememorando la anarquía inicial del lejano Far West de EEUU), por lo que en el 2013 se celebró el I Foro Internacional sobre Ártico en la ciudad siberiana de Salejard, bajo el rimbombante epígrafe de “El Ártico – Territorio de diálogo”. Dicha cumbre ártica tenía como objetivo sentar las bases de una cooperación constructiva entre los países con acceso directo al Ártico pero tan sólo sirvió para escenificar la falta de consenso entre dichos países englobados en dos bloques antagónicos: de una parte, EEUU y sus aliados occidentales Canadá, Noruega y Dinamarca y de otra, Rusia, liderando una coalición internacional que englobaría a Islandia como portaaviones de China, la India y posiblemente Alemania.
Rusia plantó su bandera nacional en el lecho del océano Ártico bajo la capa de hielo ártica argumentando que su plataforma continental se extiende hasta allí e igualmente Dinamarca reclama la soberanía de Groenlandia al argüir que ambas regiones estarían unidas geológicamente a través de una cordillera submarina y por su parte, Estados Unidos reivindica sus derechos de explotación de las región árticas próximas a Alaska que ascienden a 30.000 millones de barriles de crudo mientras Canadá y Noruega reivindican su soberanía sobre parte de la región argumentando su necesaria protección ecológica, quedando Islandia como portaaviones boreal de China tras la firma de un TLC que permitirá al gigante asiático el acceso al Ártico. Desde el punto de vista económico, la región ártica cobra una especial relevancia ya que debido al progresivo deshielo, se recupera una antigua ruta navegable que abre la posibilidad de atravesar todo el año el Paso del Noroeste. Además, ofrece a las empresas navieras una reducción considerable de los tiempos de navegación que tendrá como efectos colaterales la progresiva disminución del tráfico marítimo por las rutas tradicionales marítimas del siglo XX, devenidas en una complicada carrera de obstáculos debido a la saturación de tráfico y a la inestabilidad política de los países circundantes y que tendrían como hitos principales el canal de Suez, el Golfo de Adén, el Estrecho de Ormuz, el estrecho de Malaca y el Canal de Panamá.
¿Hacia la militarización del Ártico?
«El hecho de que el Ártico albergue más del 25% de las reservas mundiales de gas y petróleo podría reavivar la militarización de la región», según Michel Chossudovsky, director del Centro de Investigación sobre la Globalización de Canadá en declaraciones a Rusia Today. Según Chossudovsky, “la raíz del problema está en que geográficamente Estados Unidos no tiene realmente territorios limítrofes (o, más bien, sus territorios fronterizos con el océano Ártico son muy limitados), por lo que Washington solamente puede conseguir su trozo de pastel a través de la militarización de la región por medio de sus aliados Canadá, Noruega y Dinamarca, siguiendo la doctrina Rumsfeld quien en el 2002 reclamó toda la región “bajo el paraguas militar del Comando Norte de EEUU (USNORTHCOM)”.En consecuencia, E.UU. estaría ampliando y modernizando sus bases militares del Ártico y habría creado el Grupo de Investigación de la Región del Ártico (que opera en la Escuela Militar Naval de Newport), con la misión de ayudar a la Armada estadounidense en la preparación de acciones operativas y estratégicas en la zona.
Por su parte, Putin, en una conferencia de prensa del Ministerio de Defensa, anunció la reapertura de la base militar situada en Novosibirskie Ostrová, ( archipiélago del océano Glacial Ártico), aduciendo razones de seguridad estratégica, ya que “el norte de Rusia está escasamente protegido de posibles ataques tanto por aire como por mar “, pero tras este razonamiento subyace el interés de Rusia por controlar militarmente una ruta que le permitirá explotar la plataforma continental y los depósitos minerales del Ártico , tareas que actualmente chocan con las complejidades técnicas para la exploración y extracción y la dificultad de transportar los recursos naturales extraídos. Así, sólo hasta 2030, el gigante energético ruso Gazprom quiere extraer de la región ártica 200.000 millones de metros cúbicos de gas, (seis veces la cantidad que compra anualmente Alemania), siendo inevitable la militarización del Ártico que será tan solo un episodio más en el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría EEUU-Rusia.
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