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Felipe González afirmaba, no sin razón, que todo expresidente es como un jarrón chino grande en un apartamento. Aznar y González son dos casos de jarrones chinos en un apartamento pequeño.
Un jarrón chino estorba, pero al menos no habla. Lo malo que tienen los citados ex presidentes es que estorban y además hablan con una inusitada incontinencia verbal impropia de quienes han tenido tan alta responsabilidad y a quienes se le otorgó un carisma creyéndose que estaban por encima del bien y del mal. Ambos dejaron tras de sí un muy reconocible reguero de casos de corrupción. Alguien debería susurrarles al oído que callen, que ya no son creíbles, si alguna vez lo fueron.
González, cada vez que habla pretendiendo sentar catedra política recibe un sin fin de zascas mediante la maldita hemeroteca. La incongruencia entre lo que dice e hizo en sus largos años de mandato presidencial es tan grande que necesitaría un largo número de jarrones chinos para llenarlos
Su capacidad para estorbar aumenta inversamente proporcional a su credibilidad que ya es del tamaño de un minúsculo bonsái, de esos que tanto gustaba cultivar mientras reflexionaba como seguir traicionando a su supuesta ideología socialista, a su partido y a los millones de españoles que durante años le presaron su confianza.
De estorbar tanto como un jarrón grande chino a tener la credibilidad del tamaño de un bonsái, es el tránsito en que se encuentra Felipe González. Cada vez que habla crece en volumen el jarrón que representa y disminuye el tamaño del bonsái de su credibilidad.
Hoy, el otrora conocido como Isidoro, siendo miembro de algunos consejos de administración de empresas energéticas, aquellas que tanto benefició, admite aburrirse mucho en ellas, pero no tanto como para dejar de cobrar por ello. Los favores pasados hay que cobrarlos sí o sí.
Felipe González indultó a Armadas, condenado a más de 26 años por dirigir el golpe de estado del 23F, sin embargo, ahora ve como una atrocidad el presunto indulto a los condenados por el procés. Debe pensar, si la atrocidad la hago yo, es menos atrocidad.
Un ex presidente socialista debería hacérselo mirar muy mucho si ahora es elogiado por la derecha y sus comentarios y opiniones son aplaudidas de la misma manera. Aunque todo hace pensar que busca el alago de la derecha para erosionar al gobierno progresista. Felipe González parece que no lleva bien, que pudiendo haber gobernado con IU, siempre prefirió gobernar con el apoyo externo de los nacionalistas, especialmente con los catalanes, esos a los que ahora les niega un posible indulto.
Lo dicho, estorbar estorba como un enorme jarrón chino, pero con la credibilidad del tamaño de un bonsái.