Fuente: http://loquesomos.org/expertos-en-miradas/ Manuel Blanco Chivite
Manuel Blanco Chivite. LQS. Mayo 2020
21-5-20 Se anuncia la obligatoriedad de la mascarilla
Suelen decir que la mirada no miente o que, al menos, es más discreta que la palabra, siempre más profusa, más retorcida, más dada a la interpretación y la polisemia, cuando no a la mentira pura y simple.
Pese a ello, estamos más acostumbrados a fiarnos de la boca y la palabra que de cualquier otra parte o facultad de nuestros cuerpos; de ahí eso de “prometo cumplir mi palabra y mi programa electoral” o “mi palabra de honor”, o “mi palabra es la verdad y la vida” o “yo no acostumbro a decir mentiras”, o “siempre digo la verdad” o “te doy mi palabra” y un etcétera todo lo largo y ancho que se les ocurra. Nos fiamos más del vocablo pronunciado (un flatus vocis en la mayoría de los casos) que de la mirada, de los ojos que tenemos enfrente, mucho más reveladores y significativos, pero tan desapercibidos a nuestra atención, incomprensibles o de significación inescrutable.
Con el uso obligatorio de la mascarilla, nos vamos a tener que mirar mucho más a los ojos y, con la palabra ligeramente oscurecida por el velo de la máscara y el gesto o la mueca antes convincente o falsamente convincente del rostro, hoy rigurosamente velados, nuestras únicas guías fiables pasan a ser los ojos y su mirada. La alegría, la tristeza, la astucia, la simpatía o antipatía despertadas, si te quiere o no te quiere o si estuvo realmente con su mamá, todo esto y mucho más deberemos descifrarlo a través de esa mirada, de esos ojos que asoman por sobre la mascarilla, algo a lo que no estamos habituados.
Se impone convertirnos, en el menor tiempo posible, en expertos en la mirada, en atentos lectores de ojos, en atentos observadores de pupilas de quienes nos rodean y con quienes tratamos o con quienes nos cruzamos. Atentos a la hora de firmar el seguro, la hipoteca, el crédito de las ayudas a las pequeñas empresas, con un enmascarillado del comité de riesgos del banco Lo Quiero Todo.
Apreciar o depreciar a otros o que nos aprecien o deprecien tendrá desde ahora una motivación más sólida que la vana palabra o el teatral gesto. Serán los ojos, mucho más sinceros pese a uno mismo, los que nos descifran el talante, el momento, la emoción y el sentimiento real de los demás.
Pronto tendremos nuestro máster como lectores de miradas, pronto se abrirán talleres de miradas, escuelas, cursos de ampliación de estudios sobre el tema de referencia.
La falsedad, la mentira y el disimulo tendrán a su vez una nueva y difícil asignatura: el dominio de la mirada, la domesticación del destello involuntario, del deslizamiento inconsciente, de la dilatación de la pupila… También se están ya anunciando cursos rápidos al efecto, promovidos por los principales partidos políticos del Congreso, y por las divisiones comerciales de las grandes corporaciones. Tales cursos solo se darán en la enseñanza privada aunque con un concierto económico con el ministerio correspondiente que correrá con los gastos. Se lo adelanto, la matrícula será carísima.
Tenemos tarea por delante.
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