Fuente: https://elsudamericano.wordpress.com/2021/08/06/eugene-varlin-y-la-prensa-burguesa/ AGOSTO 6, 2021
París. 28 de Mayo de 1871
*
Varlin tampoco debía escapar. El domingo, 28, en la plaza Cadet, fue reconocido por un cura, que corrió en busca de unos oficiales. El teniente Sicre agarró a Varlin, le ató las manos a la espalda y se lo llevó hacia el cerro donde se hallaba el general De Laveaucoupet. Varlin, que había expuesto su vida por salvar a los rehenes de la calle Haxo, fue arrastrado durante más de una hora por las empinadas calles de Montmartre. Bajo la granizada de golpes, su joven cabeza meditabunda, que nunca había alojado más que pensamientos de fraternidad, se convirtió en un informe montón de carne, con un ojo colgándole de la órbita. Cuando llegó a la calle Rosiers, al estado mayor, ya no andaba, sino que lo llevaban. Lo sentaron para fusilarlo. Los soldados destrozaron su cadáver a culatazos. Sicre le robó el reloj, con el que se pavoneaba.
París. 28 de Mayo de 1871
*
Varlin tampoco debía escapar. El domingo, 28, en la plaza Cadet, fue reconocido por un cura, que corrió en busca de unos oficiales. El teniente Sicre agarró a Varlin, le ató las manos a la espalda y se lo llevó hacia el cerro donde se hallaba el general De Laveaucoupet. Varlin, que había expuesto su vida por salvar a los rehenes de la calle Haxo, fue arrastrado durante más de una hora por las empinadas calles de Montmartre. Bajo la granizada de golpes, su joven cabeza meditabunda, que nunca había alojado más que pensamientos de fraternidad, se convirtió en un informe montón de carne, con un ojo colgándole de la órbita. Cuando llegó a la calle Rosiers, al estado mayor, ya no andaba, sino que lo llevaban. Lo sentaron para fusilarlo. Los soldados destrozaron su cadáver a culatazos. Sicre le robó el reloj, con el que se pavoneaba.
El Mont des Martyrs no cuenta con mártir más glorioso. ¡Que sea también él enterrado en el gran corazón de la clase obrera!1 Toda la vida de Varlin es un ejemplo. Se había formado por sí solo, con el encarnizamiento de su voluntad, consagrando al estudio, por las noches, las escasas horas que deja libres el taller, aprendiendo, no para llegar a cosechar honores como los Corboris o los Tolain, sino para instruir y libertar al pueblo. Fue el nervio de las asociaciones obreras de las postrimerías del Imperio. Infatigable, modesto, parco en palabras, hablando siempre en el momento oportuno y aclarando entonces con una sola frase lo confuso de la discusión, conservó siempre el sentido revolucionario que se enmohece frecuentemente en los obreros instruidos. Uno de los primeros, el día 18 de marzo, constante en la labor durante toda la Comuna, estuvo en las barricadas hasta el último momento. Este muerto pertenece por completo a los obreros.
Los periodistas versalleses escupieron sobre su cadáver, dijeron que se habían encontrado sobre él centenares de miles de francos, por más que el informe oficial dijese: “Un portamonedas que contenía 284,15 francos”. Los periodistas habían vuelto a París a la zaga del ejército, seguían a éste como chacales, y hundían su hocico en los cadáveres. Olvidando que en las guerras civiles sólo los muertos sin los que vuelven, todos estos Sarecys no tenían más que un artículo: ¡Mata!
Publicaban los nombres, los escondites de aquellos a quienes había que fusilar, se mostraban inagotables en invenciones para atizar el furor del burgués. Después de cada fusilamiento, gritaban, ¡todavía!:
“Hay más. Hay que cazar a los comunalistas”. (“Bien public”.)
“Esos hombres que han matado por matar y por robar, están ahora presos, y ¿habremos de responderles: ¡clemencia!?…” “Esas horribles mujeres que acribillaban a puñaladas el pecho de los oficiales agonizantes están ahora presas ¿y ha de respondérseles: ¡clemencia!?…” (“Patrie”.)
“¿Qué es un republicano? Una bestia feroz… ¡Vamos, hombres honrados, un empujón para acabar con toda la gusanera democrática e internacional!” (“Fígaro”.)
“El reino de los malvados ha terminado. Jamás se sabrá con qué refinamientos de crueldad y de salvajismo han cerrado esta orgía de crimen y de barbarie. Dos meses de robo, de pillaje, de asesinatos y de incendio”. (“Opinión Nationale”.)
“Ni uno solo de esos malhechores, en cuyas manos se ha encontrado París durante dos meses, será considerado como político; se les tratará como a bandidos que son, como a los más espantosos monstruos que se hayan visto nunca en la historia de la humanidad”. (“Moniteur Universel”).
Un periódico médico inglés pidió, el 27 de mayo, la vivisección de los prisioneros.
Para acabar de excitar a los soldados –¡como si hiciera falta!–, la prensa tejió coronas para ellos.
“¡Qué admirable actitud la de nuestros oficiales y soldados!”, decía “Le Figaro”.
“Sólo al soldado francés le es dado rehacerse tan bien y tan pronto”. “¡Qué honor!”, “Nuestro ejército ha vengado sus desastres con una victoria inestimable”.exclamaba el “Journal des Débats”.
Así se vengaba el ejército de sus desastres; se vengaba cebándose en París. París era un enemigo, lo mismo que Prusia, y tanto menos digno de que se le guardasen miramientos, cuanto que el ejército tenía que reconquistar su prestigio. Para completar la semejanza, hubo un desfile triunfal después de la victoria. Los romanos no concedían nunca semejante honra después de las luchas civiles. Thiers organizó un magno desfile con todas las tropas, a la vista de los prusianos, a los que lanzaba los cadáveres de los parisienses como un desquite.
Historia de la Comuna de París. H. Prosper-Olivier Lissagaray.
* * *