Fuente: La Jornada
socialistade Pedro Sánchez respecto al SO, realizada a espaldas de sus socios de coalición de Podemos, que la han censurado claramente, y bajo la crítica de todas las fuerzas políticas del Estado. Una actitud burda y servil, dirigida a desactivar la válvula migratoria con que Marruecos chantajea periódicamente a Madrid, mediante el estímulo a traspasar las altas bardas de alambre espinoso de Ceuta y Melilla. Pero también, cómo no, a complacer a Washington, estrecho aliado del monarca marroquí, cuyo interés geopolítico en el norte de África y, por tanto, en apuntalar a Mohamed VI, se ha elevado mucho en la medida en que una creciente influencia rusa está de regreso en el ámbito africano y, sobre todo, la muy sistemática y robusta de China.
España, como potencia colonial, tiene la responsabilidad, de acuerdo con el derecho internacional, de propiciar un referendo en que los habitantes del SO se pronuncien por el estatus futuro que desean. En este caso, sería la independencia o formar parte de Marruecos, opción ésta impensable por parte de los saharahuis. No en balde Rabat se opone categóricamente a la realización de la consulta luego de décadas de darle largas con todos los pretextos imaginables. Pero Madrid, pese a sus declaraciones, nunca demostró tampoco la más mínima voluntad política de defender los derechos del pueblo saharaui, causas que han llevado a éste a retomar la lucha armada. En reiteradas ocasiones, tanto Juan Carlos de Borbón, en su condición de jefe de Estado provisional durante la agonía de Franco, como el ex jefe del gobierno Felipe González y sus sucesores incumplieron la promesa de defender el derecho del pueblo sarahui a decidir su futuro y fueron complacientes con Rabat.
Hoy, es el anuncio del gobierno de Sánchez de apoyar la autonomía del Sahara Occidental, que con esa fórmula seguiría formando parte de Marruecos y no tendría competencias en política exterior, seguridad y defensa. Una verdadera burla, contraria a todas las resoluciones de la Asamblea General de la ONU encaminadas a consagrar el derecho saharahui a la autodeterminación.
Pero, también señal de la insondable crisis capitalista, hace unos días, se trató de la renuncia de casi toda Europa al mínimo de independencia que podía conservar ante Washington, al sumarse ciegamente al carro belicista contra Rusia y enajenarse, por propia voluntad, toda posibilidad de desempeñar un papel constructivo para evitar que la larga guerra multidimensional de EU/OTAN contra Rusia se desbordara en cruentas acciones militares dentro del teatro ucranio. Situación que lleva en sus entrañas, tal vez como nunca antes, la amenaza de una guerra nuclear.
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