Fuente: Iniciativa Debate/ Domingo Sanz
Quizás deba entonar yo mismo un “mea culpa”, pues antes de hoy he titulado artículos con afirmaciones como “A Podemos le cuesta mucho decir república”, el 14 de mayo de 2018, o “Iglesias quiere ser un hombre de estado… monárquico”, el 15 de septiembre de 2019, que hablan por sí solas y hasta pueden haber molestado a algunos.
Porque resulta que los medios se han hecho eco, bien que menos de lo esperable pero sí de la manera desigual a que nos tienen acostumbrados, del documento político que Pablo Iglesias ha anunciado para Vista Alegre III.
De manera desigual porque, mientras “El País” destaca que: “Iglesias propone acabar con la limitación salarial y de mandatos en Podemos” y en letra menor subtitula que “El vicepresidente del gobierno lleva la ‘república plurinacional’ en su propuesta para la asamblea del partido”, como si no se creyera ambas cosas en la misma medida, otros, tan distantes entre ellos como “Público” y “La Razón”, eligen la propuesta de “Europa Press”, que solo se refiere al regreso de Podemos a la república.
Atendiendo a la información más completa de “El País” y si coincidimos en que, a igualdad de legislaciones y desarrollos socioeconómicos, salvo en lo de la forma de Estado, una república es más democrática que una monarquía, aunque solo sea por la no existencia en aquella de un Jefe de Estado hereditario, parece que Iglesias se ha dado cuenta de dos cosas: la primera, que es el momento de parar la sangría de los electores más republicanos, léase anticapitalistas, por ejemplo; y la segunda que, en cambio, para el funcionamiento interno de Podemos, una vez conquistadas las posiciones ministeriales, no cabe otra que distanciarse de la militancia, estableciendo una relación más parecida a la monárquica.
Partiremos de que nos parece más republicana la limitación salarial de los cargos públicos, norma interna vigente desde el nacimiento de Podemos y que Iglesias propone “corregir” en la asamblea del 21 de marzo.
Y, sobre todo, es mucho más republicana la limitación de mandatos vigente, aunque sea de doce años, que la posibilidad de eternizarse en la secretaría general, dada la demostrada capacidad de los aparatos de los partidos para asegurar la continuidad de los que mandan, y a pesar de que se celebren elecciones internas, que eso lo exige hasta la Constitución.
En el caso de Podemos en particular, cada cierto tiempo aparece en las portadas el grupo de los constituyentes del partido y las causas de las bajas de todos menos Iglesias, pues del resto no queda ninguno.
Lo peor es que este relevo de los líderes que acompañaron a Iglesias al principio de la aventura no ha sido el resultado natural de una consolidación del espacio político conquistado por Podemos en las primeras elecciones generales a las que concurrió, sino de una sucesión de conflictos internos e incompatibilidades con el propio Iglesias que ha ido acompañada de una pérdida del 41% de los votos y del 47% de los escaños en los cuatro años que van del 20 de diciembre de 2015 al 10 de Noviembre de 2019, incluso contabilizando en estas últimas, y como parte del bloque de UP, a los tres diputados de de Errejón, contra quien Iglesias no ahorra críticas en el documento que presentará en Vista Alegre III.
Paralelamente a las tensiones internas que han adornado el devenir de Podemos durante estos años, están teniendo lugar dos acontecimientos políticos en España que han cuestionado la coherencia de Podemos en relación con la forma de Estado.
El primer acontecimiento, el más importante, es la ventaja de más de cinco años que llevan acumulada los líderes independentistas catalanes en lo de pronunciar hasta con orgullo la palabra “república”, ante la cobardía demostrada, en mayor o menor medida, por todos los políticos que defienden la unidad de España, con el aplauso de los ministros de UP al discurso de Felipe VI como último ejemplo de falta de entereza.
Solo Pablo e Irene saben si su regreso oficial a la “república” no ha sido también una reacción coyuntural para saldar la vergüenza de aquel aplauso sin tener que decir que “fue un error”, como no les costó a ambos reconocerlo con lo de Billy el Niño. Pero claro, lo de abstenerse ante el torturador franquista fue cosa de Echenique.
El segundo acontecimiento novedoso es la proliferación, lenta pero progresiva, de asociaciones y entidades republicanas que no son de nostálgicos, sino de jóvenes activos que, en barrios y universidades, organizan actividades de divulgación y culturales, y también consultas populares sobre la forma de Estado que los dirigentes y militantes de Podemos han ignorado de manera tan vergonzante como con lo del aplauso, pero menos notoria.
Regresando al cuarto párrafo, es probable que el análisis que alimenta, de manera no confesa, la inevitabilidad histórica de los distanciamientos entre líderes y militantes en la política institucional sea más del Pablo Iglesias profesor de la Facultad de Políticas, que no del líder y estratega que está obligado a ser ahora.
Si la propuesta que Iglesias lleva a Vistalegre III no es un truco de coyuntura que desaparecerá de sus prioridades en cuanto se cierre el paréntesis de la Asamblea Ciudadana, lo tiene muy fácil.
En el primer Consejo de Ministros que se celebre después del 21 de marzo debe exponer que él no es menos que Sánchez a la hora de decir un día lo contrario de lo que dijo el anterior y que, a partir de ese momento, Podemos ha decidido convertir la República en el objetivo prioritario pues ha quedado demostrado que el régimen del 78 ya no da más de sí y que, por tanto, el Gobierno de Coalición Progresista debe convocar un referéndum modelo “llave maestra”, y con todas las de la Constitución, desarrollando su artículo 23, para pedir al pueblo que autorice al Gobierno a iniciar los trabajos de reforma de la Constitución.
Un referéndum que el Gobierno de Sánchez + Iglesias ganará siempre, y que le permitirá reclamar al rey que abdique provisionalmente, mi propuesta es que lo sea durante 45 años, para no contaminar la libre decisión que los españoles deben adoptar también sobre la forma de Estado, en medio del proceso “constituyente” al que parece que Podemos también regresa en su propuesta.
¿Serán valientes Pablo y los suyos, o solo están disfrazando la siempre acomodaticia cobardía que poco a poco, o a veces de golpe, se adueña de las voluntades de los que tocan poder?
En España decir república moviliza la memoria. Empecé a escribir esto por lo que la noticia me traía de Podemos y la forma de Estado, y termino recordando que en febrero de 2017 envié a publicar “Tercera República o Monarquía sin Catalunya”.
Intuyo que esta especulación del pasado reciente sigue siendo más viable, gracias a la firmeza que siguen demostrando los independentistas catalanes, que el regreso a la república planteado por Iglesias, que podría ser otro de sus movimientos tácticos.
Si quiere, puede demostrar que va en serio. Propuestas desde abajo no le faltan para liderar el cambio político.