Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2022/05/21/link-m21.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws
El Partido de Izquierda (La Izquierda, Die Linke o Die Linkspartei) está en caída libre. Desde marzo del año pasado, ha sufrido grandes descalabros en siete elecciones estatales consecutivas. En el oeste de Alemania, ahora solo tiene representación en los parlamentos estatales de las ciudades-estado de Hamburgo y Bremen y el menos poblado estado de Hesse.
En las elecciones federales de septiembre pasado, el voto para La Izquierda cayó del 9,2 al 4,9 por ciento (por debajo del mínimo del 5 por ciento necesario para una lista de partido) y solo logró regresar al parlamento gracias a ganar tres mandatos individuales. En el Sarre, se desplomó del 12,8 al 2,6 por ciento a finales de marzo. En Renania del Norte-Westfalia, perdió dos tercios de sus votantes el domingo pasado, quedando muy por debajo de ingresar al parlamento estatal con el 2,1 por ciento de votos. Entre los trabajadores, solo el uno por ciento votó por La Izquierda, aunque el Partido Socialdemócrata (SPD) también logró su peor resultado histórico.
El declive del Partido de Izquierda es una buena noticia. Su pretensión de representar la política de izquierda o incluso socialista siempre ha sido un fraude. Desde que surgió de las cenizas del partido estatal estalinista de la República Democrática Alemana (RDA, anteriormente Alemania Oriental) en 1990 bajo el nombre de Partido del Socialismo Democrático (PDS), ha profesado un apoyo sin reservas al capitalismo y ha tratado de bloquear y sofocar cualquier expresión de oposición social y política.
Al hacerlo, trabajó en estrecha colaboración con los sindicatos y, desde la fundación de La Izquierda en 2007, con los socialdemócratas renegados liderados por el ex primer ministro del Sarre, líder del SPD y ministro federal de finanzas Oskar Lafontaine. Dondequiera que ha tenido la oportunidad de poner en práctica sus políticas, ha demostrado ser tan antisocial, despiadado y procapitalista como todos los demás partidos burgueses.
Su papel en la coalición “Rojo-Rojo” (SPD-Partido de Izquierda) en el Senado de Berlín (organo ejecutivo de la ciudad y estado de Berlín) de 2002 a 2011 es notorio. Mientras que el SPD y los Verdes impulsaron la Agenda 2010 y las leyes Hartz —’reformas’ sociales y laborales— a nivel federal, el SPD y el PDS/Partido de Izquierda en Berlín destruyeron un tercio de los empleos del sector público, recortaron salarios y beneficios sociales, privatizaron hospitales y vendieron 150.000 apartamentos de propiedad pública a tiburones inmobiliarios. El historial de gobierno del Partido de Izquierda en otros estados federales es similar.
Desde la crisis financiera de 2008, al partido le ha resultado cada vez más difícil reconciliar su retórica izquierdista con sus políticas de derecha. Los bancos y los ricos fueron ‘rescatados’ con miles de millones de euros, mientras que la clase trabajadora tuvo que pagar la factura en forma de caída de salarios, recortes sociales y escuelas y hospitales en ruinas. El Partido de Izquierda apoyó todas estas políticas.
En 2009, el partido logró su mejor resultado en las elecciones federales con algo menos del 12 por ciento de los votos. Desde entonces, con fluctuaciones ocasionales, solo ha ido cuesta abajo. Su número de votantes y miembros disminuyó mientras las disputas internas aumentaron.
Un ala, liderada por Katja Kipping y el grupo pseudoizquierdista Marx 21 (alineado con el Partido Socialista de los Trabajadores en Gran Bretaña), se volvió hacia las políticas de identidad y otros caballos de batalla de la clase media alta urbana acomodada. Otro, personificado por Sahra Wagenknecht, compitió con la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) en nacionalismo y xenofobia. Otros, personificados por Dietmar Bartsch, líder del grupo parlamentario en el Bundestag (parlamento federal), y Bodo Ramelow, primer ministro de Turingia, estaban interesados sobre todo en retener el poder y buscaban la mayor proximidad posible al SPD y a la Unión Demócrata Cristiana (CDU).
Apoyo a la guerra de Ucrania
La guerra en Ucrania ha mostrado finalmente el carácter proimperialista del Partido de Izquierda. Su fundador, Gregor Gysi, originalmente incluso quería apoyar el programa de rearme de €100 mil millones del gobierno federal, pero no pudo por el momento salirse con la suya. El líder de la facción parlamentaria Bartsch atacó a la ‘coalición semáforo’ del SPD, los Demócratas Liberales (FDP) y los Verdes en el Bundestag desde la derecha, acusándola de no hacer cumplir las sanciones contra los oligarcas rusos.
En vísperas de las elecciones estatales de Renania del Norte-Westfalia, el líder del partido federal Jörg Schindler atacó airadamente un evento que era ligeramente crítico con la OTAN. Preguntado por el moderador del programa ‘Berliner Runde’ de la emisora ZDF sobre el congreso ‘Vivir sin OTAN: Ideas para la Paz’, en el que participarán pacifistas y periodistas burgueses, así como algunos miembros del Partido de Izquierda, Schindler se distanció indignado de ese evento.
‘Puedo decir explícitamente que esta no es la posición de nuestro partido’, subrayó. ‘Nuestro partido tiene una posición clara sobre el tema de la guerra de Ucrania. Criticamos y condenamos la guerra de agresión de Putin. Es tan simple como eso, y no hay nada más que decir’.
La declaración de convocatoria del congreso, que tendrá lugar en Berlín el 21 de mayo, define explícitamente a la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania ‘contraria al derecho internacional’. Todo por lo que aboga es a un acuerdo negociado y alcanzar ‘compromisos sin pérdida de prestigio para ninguna de las partes’.
El Partido de Izquierda ha convocado un congreso del partido en Erfurt para el 24 de junio para elegir un nuevo liderazgo y, en nombre de la superación de los ‘procesos autodestructivos y los bloqueos sustanciales’ de cara a comprometer al partido en el curso de guerra de la OTAN. Con este fin, la ejecutiva del partido ha presentado una moción principal que apoya completamente la propaganda de la OTAN.
Durante años, Rusia ha ‘estado siguiendo una política destinada a mantener a los estados postsoviéticos bajo la influencia de Rusia: intentando establecer regímenes vasallos autoritarios o, cuando eso falla, desestabilizar a esos estados’, puede leerse en esa moción.
Rusia fue ‘uno de los centros del poder geoestratégico del capitalismo fosilizado, en el que diferentes actores luchan por el acceso a los recursos y las esferas de influencia, también por medio de la guerra’. El país siguió ‘una política imperialista’ que fue ‘legitimada frente a su propia población por una ideología nacionalista, militarista y autocrática de gran potencia’.
La expansión sistemática de la OTAN hacia Rusia y el golpe de Estado en Ucrania apoyado por Estados Unidos y Alemania, que llevó a un régimen prooccidental al poder en 2014 con la ayuda de milicias de derecha sentando las semillas para la guerra actual, no se mencionan, y mucho menos se condenan, en la moción principal.
En cambio, el Comité Ejecutivo ejerce la autocrítica. ‘Después del final de la Guerra Fría, los estados occidentales, con su abrumador poder económico y militar y la OTAN, a menudo (ver las guerras de Kosovo o Irak) han ignorado instituciones como la ONU y el derecho internacional’, se dice en la moción. Este era el foco de las críticas de La Izquierda. ‘Se prestó muy poca atención a las guerras imperiales más allá de la OTAN, como las intervenciones militares de Rusia en Chechenia y Siria’.
La moción apoya la guerra económica contra Rusia, que es una parte central de la ofensiva de la OTAN. La victoria sobre Rusia no debe lograrse a través de entregas de armas, sino a través de sanciones más estrictas: ‘Las sanciones deben dirigirse contra la base de poder económico del sistema de Putin, la concentración de la riqueza en manos de unos pocos. El gobierno alemán debe cumplir con su responsabilidad de congelar estos activos de los oligarcas rusos en el marco nacional y europeo’.
De hecho, las sanciones y el rearme de Ucrania —solo Estados Unidos ha aprobado $ 53 mil millones en ayuda militar desde que comenzó la guerra— sirven al mismo objetivo: infligir una derrota aplastante a Rusia y crear las condiciones para su desintegración y sumisión a las potencias imperialistas.
Los medios de comunicación estadounidenses hablan de esto abiertamente. El Washington Post, por ejemplo, condenó recientemente los esfuerzos de Francia, Alemania e Italia para poner fin al derramamiento de sangre a través de un alto el fuego. ‘Los riesgos de reducir la presión sobre el Sr. Putin antes de que sea completamente derrotado, y tal vez ni siquiera entonces’, eran demasiado altos, dice este periódico. El deseo de París, Berlín y Roma de ‘acortar esta guerra destructiva y, por lo tanto, limitar el daño tanto a Ucrania como a sus propias economías gravemente golpeadas’, no debería interponerse en el camino de ese objetivo, continúa.
En otras palabras, para ‘derrotar completamente a Putin’ y subyugar a Rusia, la OTAN está preparada para desangrar durante meses a Ucrania en una guerra y arriesgarse a una tercera guerra mundial nuclear.
Frases pacifistas
Pero no sería el Partido de Izquierda si no tratara de encubrir su apoyo a la política de guerra imperialista con apelaciones morales y llamamientos a la paz dirigidos a las potencias e instituciones imperialistas responsables de la guerra.
Elevando el tono, la moción principal advierte a la OTAN que sus intentos de ‘instalar un ‘nuevo orden mundial’ habían ‘fracasado muchas veces, a menudo con consecuencias desastrosas’. La ‘espiral de rearme mundial y el uso de la guerra como medio para imponer intereses hegemónicos’ era ‘peligrosa como el infierno’. La moción pide ‘un orden de paz global que involucre a todos los actores’, que se logrará, entre otras cosas, mediante el fortalecimiento de la Corte Penal Internacional y la ONU.
¡Qué bancarrota de perspectiva! Desde la disolución de la Unión Soviética hace 30 años, Estados Unidos ha estado librando una guerra casi continuamente con el objetivo declarado de defender su posición como la ‘única potencia mundial’ y evitar el ascenso de China. En el proceso, los norteamericanos y sus aliados de la OTAN han destruido Irak, Afganistán, Libia y Siria, así como muchos otros países, y han rodeado militarmente a Rusia.
El imperialismo alemán reacciona a todo esto volviendo a una política de gran potencia y rearmándose con fervor. El Partido de Izquierda apoya esta política mientras parlotea sobre un nuevo “orden de paz” a la manera de un sacerdote que bendice los cañones mientras cita el Sermón de la Montaña.
Afortunadamente, cada vez más personas están viendo a través de este engaño, como lo demuestra la disminución del voto para el Partido de Izquierda. La única manera de detener la guerra de Ucrania y evitar una catástrofe nuclear es a través de un movimiento independiente de la clase obrera internacional, que se está viendo obligada a soportar la peor parte del militarismo.
Esto no significa apoyo a Putin y su régimen. Por el contrario, la reacción de Putin al cerco de Rusia por parte de la OTAN es tan miope como reaccionaria y le hace el juego a la OTAN. Es la respuesta de un régimen de oligarcas que han saqueado la propiedad social de la Unión Soviética y se oponen irreconciliablemente a la clase obrera.
El derrocamiento de Putin es la tarea de la clase obrera rusa. Lo mismo se aplica al régimen de derecha y a la clase obrera de Ucrania. Los trabajadores rusos y ucranianos necesitan el apoyo y la solidaridad de los trabajadores en toda Europa, los Estados Unidos y el mundo entero para ello.
Las condiciones objetivas para tal movimiento se están desarrollando rápidamente. En todo el mundo, los trabajadores se están rebelando contra las consecuencias sociales de la guerra y la crisis capitalista: inflación, hambre, pérdida de empleos y creciente explotación, un movimiento que está cada vez más abiertamente contra el dominio capitalista.
Este movimiento necesita una perspectiva que una la lucha contra la guerra, la explotación y la desigualdad social en una ofensiva global consciente para derrocar al capitalismo y construir una sociedad socialista. Esta perspectiva está representada por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional y el Sozialistische Gleichheitspartei (Partido Socialista por la Igualdad).
(Publicado originalmente en inglés el 19 de mayo de 2022)