Fuente: https://canarias-semanal.org//art/31655/el-lince-el-covid-ataca-de-nuevo-vacunacion-obligatoria-si-o-no Domingo, 21 de Noviembre de 2021
EL LINCE: EL COVID ATACA DE NUEVO: VACUNACIÓN OBLIGATORIA… ¿SÍ O NO?
La obsesión capitalista y el hecho socialista
Todo el Occidente «democrático» (y más allá) se está revolcando -escribe El Lince – en el barro que deja una nueva ola del coronavirus COVID-19. Algo que ha desaparecido de los medios de propaganda, más preocupados por lo inexistente -«los luchadores por la libertad de Cuba»- que por lo real (…).
POR «EL LINCE» (*)
De nuevo al charco, mi especialidad. Además, hoy está lloviendo en el lugar donde vivo. Y de nuevo porque todo el Occidente «democrático» (y más allá) se está revolcando en el barro que deja una nueva ola del coronavirus COVID-19. Algo que ha desaparecido de los medios de propaganda, más preocupados por lo inexistente –«los luchadores por la libertad de Cuba»– que por lo real.
En este caso voy a hablar de ese zombi que es la Unión Europea.
Porque todo este mundo se las prometía muy felices con los fondos de recuperación postpandemia y cosas así. Fondos que, por otra parte, se diseñaron como un decorado para las reformas estructurales que tenía que acometer cada país receptor, unas «reformas» decididas por el capital multinacional que no tienen como objetivo mejorar las condiciones de vida de la población sino preparar un retorno a la austeridad dando todos los recursos a las empresas mientras se vuelve a comprimir los salarios hasta el umbral de la supervivencia. Es un hecho que hoy día el tener un trabajo no es indicativo de que no se sea pobre. Las empresas -y los gobiernos que se pliegan a sus designios- se las prometían muy felices, pero ahí está el COVID-19, de nuevo, como una bomba que estalla debajo de la silla.
El capitalismo occidental está demostrando una criminal -no puede ser otro el calificativo- indiferencia hacia la salud de la población. Los índices de crecimiento de la pandemia en Alemania, Francia, Italia, España… son significativos y demuestran que los adalides del «mercado libre» han sido, y serán, incapaces de tomar ninguna medida efectiva contra la pandemia: la sanidad pública sigue desmantelándose en aras de la privatización.
El capitalismo occidental decidió que la economía tenía que estar antes que la salud, dijo que quienes morían, mayoritariamente ancianos, eran «socialmente improductivos» (sic) -como dijo un dirigente empresarial español– y se aferró a la vacuna como una esperanza (temporal). Los transportes siguieron abarrotados, las fábricas siguieron trabajando… aunque se intervino en las actividades recreativas.
La vacuna, occidental, por supuesto, parecía ser la única y definitiva solución. Y no. Por razones científicas de cajón, el virus cambia, muta, circula. La vacuna contra el coronavirus no inmuniza en sentido estricto, da cobertura temporal. Además, mucha gente no quiere vacunarse. Y se les dio esa opción de no vacunarse.
En esas estamos. Ahora está lo del «pase verde» o «pase COVID» como forma para incentivar la vacunación. Pero de lo que no se habla es de que es la patronal quien más lo solicita. Es decir, que estamos ante otra decisión más económica que sanitaria. Y lo hacen porque en su obsesión por no «obstaculizar el crecimiento» (sic) se aprieta a los gobiernos capitalistas en unos momentos en los que, como ocurre en Austria, se está planteando la posibilidad de un nuevo cierre y hacer la vacunación obligatoria para frenar el aumento imparable de los contagios.
Y todo esto por ignorar la realidad, que la pandemia llegó para quedase y que la vacunación solo es eficaz si es obligatoria para toda la población (como ha sido el caso de China, Cuba y Vietnam). Aún así, esto no resuelve el problema porque los vacunados también se infectan y contagian a su vez. Por eso hay que volver a China, Cuba o Vietnam, porque su estrategia se ha revelado como la mejor.
Hablando de Cuba, el país de moda esta semana por los quejidos, los aullidos y las fugas, un país asediado por EEUU desde hace más de 60 años, es de destacar un hecho que no se produce en el zombi europeo: no solo manda sus médicos a otros lugares del mundo donde son necesarios (como han hecho con la pandemia, y antes con el ébola), sino que ha logrado desarrollar su propio sistema de salud (que privatizarían los de los quejidos, los de los aullidos y las fugas) y donde hacen un ejercicio de soberanía en la producción de medicamentos y otros productos sanitarios. Sí, ya sé que con limitaciones aún, pero ahí está. Pero sobre todo lo que quiero resaltar es que lo hace a diferencia de muchos países europeos, por no decir todos, que incluso han renunciado a desarrollar sus propias vacunas contra el COVID-19 atándose así de pies y manos a las multinacionales farmacéuticas.
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