Fuente: La Jornada/Ángel Guerra Cabrera 01.10.2020
sorpresa de octubre, por lo general referida a una acción militar llevada a cabo el mes previo a las elecciones de noviembre, dirigida a unificar al país en torno al presidente y a transferirle así una cantidad importante de votos, emitidos principalmente por miedo.
democraciade ese país. A la vez, expresan la guerra civil en germen entre importantes grupos de poder económico y político que se disputan hoy, no una elección, sino el control y el rumbo definitivo de la nave imperialista yanqui en el momento más crítico de su historia. Difícil encontrar una mejor prueba de la generalización de esta crisis que el decadente y vulgar primer debate entre Trump y su rival demócrata, Joseph Biden. Habría que añadir también que en la conducta del multimillonario tiene una enorme influencia la irrefrenable y patológica obsesión de continuar en la Casa Blanca cuatro años más no importa los medios, mismo propósito de su círculo cercano, frenético por quedarse en el gobierno, tanto por razones de negocios como de impulsar por largo tiempo su agenda ultraderechista a escala local e internacional.
En la reciente gira antivenezolana –y antichina, habría que añadir– de Pompeo, el secretario de Estado fue a instigar a los nuevos presidentes de Surinam y Guyana contra Venezuela, a la vez que calentaba las fronteras brasileña y colombiana con ese país. En esta son frecuentes las acciones de paramilitares y bandas criminales, rechazadas firmemente por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, pero que han costado sangre de sus miembros. Paralelo al viaje de Pompeo se daba a conocer el bochornoso informe de derechos humanos de la misión independiente de determinación de hechos
, cocinado por el pestilente Grupo de Lima a espaldas y en contra de la actividad que realiza en Venezuela, con todas las garantías, un grupo de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para Derechos Humanos. En esos días los órganos de seguridad bolivarianos capturaron un agente gringo, mercenario de la empresa MVM Inc, en labores de espionaje y preparación de actos terroristas contra refinerías, líneas eléctricas y otros importantes objetivos. Todo lo antes mencionado dirigido a incrementar la guerra irregular contra Venezuela y a exacerbar nuevamente el ambiente de linchamiento internacional contra la revolución bolivariana. A crear un clima propicio a la justificación de acciones terroristas, o acaso, algún tipo de ataque de mayor escala contra su territorio. Un objetivo fundamental de este conjunto de acciones es impedir, o hacer fracasar, las estratégicas elecciones parlamentarias del 6 de diciembre en la patria de Bolívar.
Mientras, Washington era derrotado ignominiosamente en su intento de impedir que Cuba fuera electa al Comité Ejecutivo de la Organización Panamericana de la Salud y Trump decretaba un cierre total a la posibilidad de que los pocos estadunidenses que reciben autorización de viajar a la isla se alojen en hoteles del Estado, participen en eventos o compren habanos y ron, que encima de otras medidas anteriores, significa la casi imposibilidad para éstos de visitar Cuba.
Un asunto debe quedar claro. Al margen de coyunturas electorales, la destrucción de las revoluciones cubana y bolivariana está entre los objetivos primordiales de política exterior de Estados Unidos y su gigantesco aparato de inteligencia y subversión. Esto se desprende de muchos de los documentos secretos ya desclasificados de la CIA, el Pentágono y otras agencias y es cada vez más explícito en el discurso imperialista.
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