Fuente: La Jornada Ángel Guerra Cabrera 11.11.21
pacífica y cívica por el cambiomediante la canalización, desde hace meses, de ríos de dinero a sus mercenarios internos y a sus operadores de Miami. Pretenden reditar las protestas del 11 de julio pero con mucha mayor violencia y es significativo que llamen a los participantes a llevar material de curación. El gobierno de Biden se ha autoconvencido de que la crisis económica creada por las asfixiantes y crueles medidas de Trump –que mantiene intactas–, el agravamiento de ella por la pandemia y sus dañinos efectos en el abasto de alimentos, medicinas y otros productos vitales, son suficientes para quebrar al pueblo cubano y empujarlo a derrocar al gobierno.
La Constitución de la República de Cuba establece el derecho a la manifestación pacífica, pero no a que los asalariados de Washington se movilicen a la calle contra la revolución amparados en ese derecho. Ya han sido advertidos de que la marcha es ilegal y como tal se aplicarán las medidas previstas en la normatividad de la isla a quienes intenten vulnerarla. Es el colmo del descaro que pretendan realizar una manifestación pública contra el sistema político y social que los cubanos se han dado democráticamente, puesto que la Constitución cubana, aprobada en referendo con más de 85 por ciento de votos el 24 de febrero de 2019, proclama el carácter irreversible del socialismo en la isla. Es particularmente perverso y provocador que pretendan utilizar el estado socialista de derecho para servir a los planes golpistas y desestabilizadores del imperio del norte.
Tanta importancia le da Washington a la marcha y tal desesperación tiene por promoverla que voceros oficiales de EU y, constantemente, legisladores anticubanos, han emitido en conjunto 29 declaraciones en su apoyo, o atacando a Cuba, desde que se anunció el 22 septiembre. Entre ellas, cuatro de Brian A. Nichols, subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental; una de Jake Sullivan, consejero de seguridad nacional; otra de Juan González, director del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional, y cinco de la embajada de EU en La Habana.
El gobierno de Cuba ha documentado ampliamente los vínculos de Yunior García Aguilera y Manuel Cuesta Morúa, principales convocantes de la marcha, con funcionarios del gobierno de EU y connotados cabecillas terroristas de Miami, quienes coordinan junto a ellos los detalles para el 15N. También su asistencia a varios encuentros de capacitación sobre cambio de régimen en Madrid, Miami y Buenos Aires. Entre sus profesores han estado Ruth Diamint, docente de la exclusiva Universidad bonaerense Torcuato Di Tella, quien coordina el proyecto Tiempo de Cambios y el papel de las fuerzas armadas en Cuba y proyectos de la Open Society Foundation y de la Fundación Ford, reconocidas fachadas de la CIA; Laura Tedesco, vicedecana en el campus Madrid de la estadunidense Saint Louis University, igualmente coordinadora del mencionado proyecto y también vinculada a proyectos de Open Society. Ambas han visitado cuatro veces la isla, donde, además de recorrer varias ciudades, se reunieron con Cuesta Morúa. Para ellas la cubana es una revolución moribunda, que sólo sirve a unos pocos
y han sido usurpadores
Hugo Chávez, Néstor y Cristina Fernández de Kirchner, así como Rafael Correa (http://www.cubadebate.cu/especiales/2021/10/12/__trashed-15/).
Para ampliar la organización y financiamiento por EU de estos planes véanse (https://bit.ly/3F4QT9f) y (https://bit.ly/3c0aWcl).
Lo destacado del 15 de noviembre será la apertura de Cuba a la nueva normalidad, incluido el turismo, los otros sectores económicos y el curso escolar. Gracias a disponer del país más extensamente vacunado de las Américas, incluidos sus educandos de todos los niveles, con sus propios inmunógenos. Logro que mucho perturba a Washington.