Ecologistas y antimilitaristas denuncian el impacto de la guerra y jet privados en calentamiento global

Fuentes: Rebelión

La Conferencia de las naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29) se celebra entre el 11 y el 22 de noviembre en Bakú, capital de Azerbaiyán; uno de los (teóricos) objetivos oficiales es “centrarse en la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles y mantener al mundo en la senda de los 1,5ºC de calentamiento”.

Precisamente la Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha emitido, también en noviembre, la alerta roja por la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera; así, “el decenio 2015-2024 será el más cálido jamás registrado”.

En concreto, entre enero y septiembre de 2024, añade la OMM, la temperatura promedio del aire en superficie superó en 1,54ºC la media preindustrial.

Dos meses antes de la cumbre de Bakú, la ONU se hizo eco de un listado de 15 glaciares extintos (y en peligro de extinción) realizado por la Universidad Rice (Texas); la investigación destaca la rapidez a la que retroceden los glaciares de Islandia (“el glaciar Snaefellsjökull ha perdido más de la mitad de su tamaño desde finales del siglo XIX”).

Así, el glaciar suizo Pizol desapareció en 2019; otro helero, el Anderson, en Estados Unidos, dejó de existir en 2015; el glaciar francés Sarenne se extinguió en 2023 y el Martial Sur, en Argentina, en 2018.

La República de Azerbaiyán es uno de los cinco países que limita con el Mar Caspio; este gran lago de agua salobre cuenta con reservas notables de hidrocarburos (petróleo y gas natural), y se ve afectado por fenómenos como la contaminación, los vertidos o la evaporación (descenso en el nivel de las aguas).

¿Cómo se reparten las emanaciones? Los países del G20 representan cerca del 80% de las emisiones globales, ha destacado el secretario general de la ONU, António Guterres.

Tal vez a ello se sumen algunas contradicciones; el presidente de la cumbre de Bakú, el ministro azerí Mukhtar Babayeb, desempeñó altos cargos en la compañía petrolera estatal SOCAR (los ingresos y exportaciones de crudo suponen una parte muy significativa en la economía del país; “acusarnos de tener petróleo es como acusarnos de tener más de 250 días de sol al año en Bakú», afirmó el presidente de Azerbaiyán, ilham Aliyev).

O el hecho de que la COP28, celebrada en Dubai (Emiratos Árabes Unidos), en 2023, fuera presidida por Sultan Ahmed Al Jaber, también director de ADNOC (empresa estatal de petróleo en Emiratos Árabes).

Antes las grandes conferencias y la retórica oficial, se han pronunciado entidades ecologistas y ONG; por ejemplo, entre el 21 y el 28 de septiembre se desarrolló la Global Week of action for Peace & Climate Justice, con el fin de concienciar a la ciudadanía sobre la relación entre la injusticia climática, la guerra y el militarismo.

En el estado español la Campaña Descarbonizar es desmilitarizar estuvo coordinada por Ecologistas en Acción, Extinction Rebellion y el Centre Delàs d’Investigacions per la Pau; “se estima que las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) del sector militar –fuerzas armadas e industria militar- representan el 5,5% de las emisiones mundiales, similares a las emisiones de la aviación comercial”, destacaron en el manifiesto del 13 de junio.

Y no sólo se trata de que la industria militar requiera una cantidad considerable de metales, minerales y combustibles fósiles.

El Centre Delàs realiza el siguiente símil: mientras que en 2023 el gasto militar mundial alcanzó la cifra récord de 2,44 billones de dólares (incremento del 6,8% respecto a 2022), los países del Norte no han cumplido con el objetivo de proporcionar 100.000 millones de dólares anuales –en financiamiento climático– para ayudar a los países más afectados por el colapso.

Los días previos a la Cumbre, el Observatori del Deute en la Globalització (ODG) hizo público el informe COP29: la COP de la financiación climática; el documento recuerda que Azerbaiyán es un país denunciado por la violación de los derechos humanos (“encarcelamiento político de centenares de personas”) y la corrupción.

El reporte detalla que el actual presidente de SOCAR, Rovshan Najaf, está entre los miembros del comité organizador de la Conferencia; ¿en qué contexto? “La extracción de gas y de petróleo representan el 48% del PIB y un 87% de las exportaciones” en Azerbaiyán, subraya el ODG.

Otro punto criticado es la presencia de los grupos de presión; ya en 2023 (Conferencia de Dubai) se alcanzó el récord de acreditaciones -2.400 personas- relacionadas con el sector del combustible fósil (dato de lobbistas en la Campaña Kick Big Polluters Out).

Una de las propuestas que figuran en el documento La COP de la financiación climática es la fiscalidad progresiva y el principio de “quien contamina paga”; la iniciativa tiene relación con un estudio de OXFAM Intermón (La desigualdad de las emisiones de carbono mata, octubre 2024), que arroja la siguiente conclusión:

El medio centenar de personas más ricas del mundo emiten, como promedio, más carbono en 90 minutos que un ciudadano medio durante toda su vida; la ONG cita ejemplos concretos de milmillonarios: los aviones privados de Jeff Bezzos (Amazon) y del mexicano Carlos Slim, o los yates de la familia Walton (supermercados Walmart).

Miles de personas delegadas (representantes de todos los países miembros de la ONU) asisten a la COP29; según Amnistía Internacional (AI), “la represión en curso en Azerbaiyán ha frenado la participación de trabajador@s de medios de comunicación independientes y defensor@s de derechos humanos del país”.

AI se hace eco de las denuncias de la ONG azeríes: más de 300 personas encarceladas –actualmente- por motivos políticos; entre otros ejemplos, el del activista de derechos humanos y por la justicia climática, Annar Mammadli, detenido en abril (“en la cárcel no recibe tratamiento médico adecuado y se enfrenta a una larga condena”).

El documento de Amnistía Internacional sobre la COP29 realiza el siguiente diagnóstico: “Un calentamiento de 1,5ºC acarreará desplazamientos masivos, daños a los medios de subsistencia y pérdida de vidas, y los países de ingresos más bajos serán los que sufran las peores consecuencias”.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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