Fuente: https://www.afribuku.com/debe-portugal-devolver-piezas-de-arte-a-las-antiguas-colonias/
¿Debe Portugal devolver piezas de arte a las antiguas colonias?
- 22 JUNIO, 2022
Autor: António Pinto Ribeiro
El debate sobre la devolución del patrimonio material africano por parte de los antiguos colonizadores está en el centro de las discusiones mundiales sobre diferentes formas de descolonización. Tras la publicación del informe Restituer le patrimoine africain de Felwine Sarr y Bénédicte Savoy y la entrega del documento al gobierno de Francia, se ha iniciado un proceso de reparación de saqueo ilícito de bienes patrimoniales durante la colonización. El investigador portugués António Pinto Ribeiro da su opinión sobre si Portugal debe hacer lo mismo que otros antiguos colonizadores.
SÍ
La reclamación de obras de arte y de culto, de archivos y de restos pertenecientes originalmente a pueblos y comunidades de territorios sometidos a la esclavitud y al colonialismo por parte de los imperios europeos tiene una larga historia y debe asociarse al movimiento mundial por la descolonización y la reparación a los estados herederos o representantes de las naciones y pueblos sometidos a este tráfico ilícito. El proceso no es nuevo. Uno de los registros más antiguos es una carta de un anciano cristiano, de 78 años, bautizado en Luanda. La carta, fechada en 1933, está dirigida al Padre Lourenço Mambuko, solicitando su intervención ante el Museo de Trocadéro para devolver a Cabinda un conjunto de objetos llevados a este museo. Este proceso de reclamaciones se intensificó a lo largo del siglo XX y fue legitimado por diversos convenios internacionales, que exigían la devolución de los objetos traídos ilegalmente de las antiguas colonias. En Francia, el proceso de retorno se aceleró tras el informe sobre el retorno del patrimonio cultural africano. Desde entonces, los gobiernos francés, belga, neerlandés y alemán han continuado o iniciado el proceso de devolución de las obras de acuerdo con los protocolos científicos y diplomáticos reconocidos por las partes interesadas. Se trata de devolver a sus legítimos propietarios obras inalienables de identidad, simbolismo y cultura.
Portugal debe seguir el imperativo de la justicia universal y el movimiento civilizatorio mundial
Los negacionistas que quieren frenar este movimiento global recurren a falacias: que las obras no se trajeron por el valor que pudieran tener eventualmente, sino como recuerdos. Esto no es cierto: la remoción ilegal de estas obras fue parte de una estrategia de colonización del espíritu y de apropiación material rentable que fue llevada a cabo por políticas gubernamentales ejecutadas por misiones militares, misioneros y exploradores contratados para este fin por los imperios coloniales. También dicen que no se puede juzgar con el espíritu de hoy las acciones de otros tiempos. Falso: estas apropiaciones formaban parte de un proceso de apropiación masiva (500.000 sólo en Europa, por defecto). Al mismo tiempo que esto ocurría, algunas voces ya denunciaban estas situaciones como un genocidio cultural total o parcial. Es un mal absoluto sin admitir ningún relativismo cultural. También afirman que no hay museos en el continente africano para albergar estas obras expropiadas que deben ser devueltas. Falso: sólo en los países africanos hay más de 500 museos y también hay que admitir que el museo no es el único instrumento para recibir y exponer las obras. En Portugal, salvo algunos debates minoritarios y el meritorio trabajo del ICOM, el Estado y los Gobiernos han evitado esta discusión y se ha hecho muy poco, con el argumento no muy inocente de que no ha habido ninguna queja de las antiguas colonias portuguesas. En caso de robo, no es la ausencia de denuncia lo que invalida el acto de robar; además, me parece que el Estado debería seguir el imperativo de la justicia universal y el movimiento civilizatorio global.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Artículo publicado originalmente en Expresso
Traducción: Alejandro de los Santos