Fuente: La Jornada Rosa Miriam Elizalde
En realidad, esta cumbre borrascosa comenzó con un duro traspié diplomático para Estados Unidos, cuando varios presidentes de América Latina anunciaron que no irían por la exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua dictada desde la Casa Blanca, mientras la página del Departamento de Estado todavía declama el carácter abierto y sin restricciones de la convocatoria al encuentro. Dice que Estados Unidos ha demostrado, y seguirá demostrando, su compromiso con un proceso inclusivo que incorpora las aportaciones de las personas que representan la inmensa diversidad de nuestro hemisferio e incluye las voces indígenas y otras históricamente marginadas
(sic).
Pero si la hipocresía es el pegamento de esta Cumbre, los principales medios y analistas estadunidenses declararon fracasada la reunión antes de que comenzara. Ayer, The Washington Post aseguró que la Cumbre de las Américas de esta semana en Los Ángeles será recordada por sus ausencias más que por sus posibles acuerdos
, centrando su atención en el presidente López Obrador, que ha sido la figura política más mencionada en redes y medios estadunidenses el martes y el miércoles, por encima de Joe Biden, según las estadísticas de Google Trends. Richard Hass, quien fue asesor de Colin Powell y director de planificación de políticas del Departamento de Estado, ha resumido el desastre de modo insuperable: La Cumbre de las Américas parece ser una debacle, un gol diplomático en puerta propia. Estados Unidos no tiene una propuesta comercial, una política de inmigración ni un paquete para infraestructura. En cambio, la atención se centra en quién estará y quién no estará allí. No está claro cómo hicimos para que esto sucediera
.
Como se esperaba de una reunión que 72 horas antes de comenzar no había declarado aún a quiénes había cursado invitaciones, la apatía domina las salas de debate a los que no va casi nadie, según testigos. Aún así, el gobierno de Estados Unidos no pierde oportunidad para asegurar la ficción de sociedad civil a la que apuesta y se reúne con los enviados de Miami, pagados por la USAID, y premiados con más dinero. Blinken ha prometido en Los Ángeles un nuevo fondo de 9 millones de dólares para apoyar el periodismo independiente
a los mismos que ya reciben 20 millones de dólares al año para el cambio de régimen
en Cuba.
Es la política-ficción en un búnker, porque la policía de Los Ángeles recibió 15 millones de dólares para militarizar una ciudad célebre por sus carpas de indigentes y sus cinturones de pobreza. Fuera de la realidad de su propio país, sacudida por masacres diarias, cada vez más impotente para satisfacer las expectativas de los ciudadanos y con la mayoría de las decisiones y proyectos legislativos paralizados, la élite demócrata replica los clichés de la Doctrina Monroe –América para los americanos– y muestra lo que parece ser su vocación de aislacionismo respecto a América Latina.
De cara a nuestro continente, los estadunidenses raras veces tienen en cuenta los rasgos diferenciadores vecinos: los culturales, los idiomáticos, los religiosos y las tradiciones; en definitiva, aquellos que conceden y propician un modo genuino de entender la vida y sus milagros. Podría parecer incomprensible que a estas alturas de los tiempos se articule y protagonice una política exterior con la región desde unos planteamientos exclusivamente ideológicos y con decisiones simplistas que perjudican al final a todos y, en primer lugar, al propio Estados Unidos.
Desafiando la borrasca, la Cumbre de los Pueblos por la Democracia se ha instalado a las puertas de la reunión de los amigos de la Casa Blanca.
Con el auspicio de unas 250 organizaciones, la mayoría sindicatos locales, la contracumbre marchará el viernes por las calles de Los Ángeles, den o no el permiso las autoridades que han hecho todo lo posible por silenciar el encuentro alternativo. Pero el bloqueo mediático no está teniendo el éxito esperado. Almagro y Blinken se han vuelto virales en las redes por razones ajenas a su voluntad y no serán los últimos en probar en carne propia a qué sabe la indignación de los excluidos. Amén.