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Continúa el despliegue de tropas del “gobierno más progresista de la historia” en la frontera de la OTAN con Rusia
Por Irene Olano
El Estado español adelanta el despliegue de 700 militares en distintas misiones que la Alianza Atlántica tiene abiertas en países fronterizos con Rusia, así como parte de los recursos militares de más alta tecnología con los que cuenta. Se trata de otro ejemplo de la incapacidad del gobierno “progresista” de mantener una política independiente de los intereses imperialistas de la OTAN y Estados Unidos.
La ofensiva imperialista en el Mar Negro continúa tras semanas de tensiones con el gobierno de Putin. Ante la creciente ofensiva entre Estados Unidos y Rusia, la OTAN y el gobierno de coalición PSOE-UP mantienen su intención de ser el socio belicista de la administración de Biden. El lunes conocimos la noticia de la evaluación del personal diplomático estadounidense de Ucrania, y desde entonces la OTAN y sus socios han estado desplegando tropas, aviones y buques hacia el este de Europa. Destacan las tropas y arsenal españoles que hoy hemos conocido que adelantan su marcha a la frontera con Rusia, en una política exterior que en nada se diferencia de la de las anteriores administraciones.
En esta ocasión se enviarán cuatro cazas Eurofighter a Bulgaria, unos caza “de cuarta generación” de los más sofisticados que existen en el mundo, para tener superioridad aérea sobre Rusia. Estos cazas han sido ya utilizados desde la invasión de Crimea en misiones de “policía aérea”.
Se despliegan también cuatro carros blindados Leopardo 2E y 12 vehículos blindados de combate Pizarro en Letonia, donde el ejército tiene ya desplegados 350 militares españoles y una fragata al Mar Negro como estaba previsto, la Blas de Lezo. Todo de última generación, así como el buque de acción marítima Meteoro que será también enviado al Mediterráneo y el Mar Negro.
Ucrania vive una crisis interna desde las protestas del Maidán en 2013 y 2014, pero que arrastra desde la caída de la URSS. Las sucesivas crisis que vive el país, sumado a la emergencia de partidos de ultraderecha ha generado una tensión de la que han participado tanto Rusia, como la Unión Europea y Estados Unidos. La administración de Biden continúa la política anti-Rusia de sus antecesores con la excusa del autoritarismo de Putin, mientras éste último señala la infraestructura militar y nuclear de la OTAN como una amenaza directa. Una confluencia de factores que están caldeando el terreno de la política internacional hasta el punto de que no queda descartado el comienzo de un conflicto bélico.
Con este panorama, el gobierno del Estado español se sigue plegando a los intereses económicos y bélicos de la OTAN contra Rusia, en la frontera del que es un país clave para el suministro del gas natural a nivel europeo. Se trata de una muestra más de cómo el gobierno “más progresista” no puede dejar de plegarse ante los intereses del resto de potencias del imperialismo, como se ha visto en otras ocasiones como en la crisis de migración de este verano.
En mitad de este conflicto se encuentra el pueblo y la clase trabajadora ucraniana, que ya vivió en 2013 unas protestas reaccionarias contra el entonces presidente ucraniano Viktor Yanukóvich y su decisión de aceptar los términos de Putin de recibir ayuda financiera a cambio de cesar en su acercamiento a la Unión Europea. Unas protestas en que se mezclaba el descontento popular por la crisis económica que se arrastra desde la caída de la URSS y la posterior crisis de 2008 con un creciente sentir nacionalista y europeísta, alentado por los partidos de ultraderecha. Desde entonces, la situación en Ucrania no ha hecho más que empeorar hasta estabilizarse la tensión -aparentemente- en la zona de Crimea desde 2019.
El gobierno bonapartista de Putin no es una alternativa a esta ultraderecha creciente en el país. Es necesario un movimiento que detenga la escalada belicista y retome una lucha contra el imperialismo, tanto estadounidense, como el europeo y el español, pues es este imperialismo el principal responsable de la escalada de tensiones en la frontera. Durante los últimos años, la OTAN se ha ampliado por todo el espacio anteriormente soviético, pasando de 16 Estados miembros a 30.
El actual gobierno de Zelinsky, afín a la Unión Europea recibe desde hace dos años ayuda financiera y militar de la UE y Estados Unidos. Una política que Biden heredó sin rechistar de su antecesor Donald Trump. En los últimos meses se ha reforzado el envío de tropas marítimas al Mar Negro, lo que explica la escalada de tensiones en las últimas semanas. Esta tensión puede desembocar en una guerra reaccionaria entre Rusia y las potencias del imperialismo.
Como se puede apreciar en la incapacidad del partido demócrata y el gobierno de coalición, el progresismo tibio no puede hacer frente a la situación actual, sino es con políticas imperialistas y contrarias a los intereses de la clase trabajadora. La única política exterior progresista no es la que se fundamenta en intereses nacionales o imperialistas, sino aquella que se basa en un internacionalismo, como defendimos en esta declaración de la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras, en la que exigimos la retirada de las tropas españolas y de la OTAN de la frontera con Rusia y el cierre inmediato de todas las bases de la OTAN en el Estado español.
Es necesaria una posición independiente en este conflicto. Una posición que no se alinee con los intereses bonapartistas de Putin ni con los intereses imperialistas de la OTAN y Estados Unidos. La salida a este conflicto debe estar encabezada por la clase trabajadora, en la perspectiva de conquistar, no más países para el espacio de la Unión Europea, sino repúblicas obreras y socialistas.
El progresismo de nuestro gobierno es imperialisra y continúa las políticas de gobiernos como el de Aznar o Felipe González. Como ha ocurrido con otras cuestiones, este gobierno ha asumido la agenda del Estado sin rechistar: ha asumido a la Corona, los tratos económicos con la Iglesia y ha sido incapaz de pasar por encima de los intereses económicos de los empresarios como se ha visto con la no derogación de la reforma laboral. Todo esto en un gobierno integrado por un partido que se dice a sí mismo comunista.
Debemos retomar las reivindicaciones de rechazo a la OTAN y a la guerra y tendremos una buena oportunidad de poner en pie una gran movilización contra la 40ª Cumbre de la OTAN que tendrá lugar en Madrid el 29 y 30 de junio a petición de Pedro Sánchez.