Fuente: La Jornada Silvia Ribeiro
Motiva el llamado la alarma por el avance de proyectos de geoingeniería solar, a la que consideran especulativa, riesgosa, injusta y sobre todo, ingobernable. Este último aspecto es sobre el que colocan mayor énfasis por ser el área que el grupo de iniciadores ha estudiado principalmente.
Plantean que la geoingeniería solar implica una enorme escala e infraestructura –en muchos casos militar– que solamente poseen algunos gobiernos del Norte global, donde también se concentra el control por patentes de estas tecnologías.
Si se desplegara tendría impactos fuertes y muy desiguales a nivel global –amplias regiones del Sur global verían afectadas su agricultura y fuentes de agua y alimentación– y una vez iniciada, tendría que mantenerse en forma ininterrumpida por muchas décadas, ya que su interrupción conlleva un shock de terminación
en el que la temperatura global sube a gran velocidad, lo cual sería peor que nunca haberla aplicado.
Por el alto nivel de riesgos, la megaescala espacial y temporal que requiere y la inequidad en el manejo y control de las tecnologías, es crucial definir cómo se podría gobernar esta tecnología. Todos los países deben tener voz y voto y asegurar que los poderosos que la controlan no puedan imponer veto ni mayorías por presión, ya que algunos países y regiones podrían resultar seriamente dañados. Además, se requiere capacidad efectiva para detener y sancionar a quienes no cumplan y que todo ello se mantenga estable por varias décadas o incluso siglos.
Los científicos reflexionan que este tipo de gobernanza internacional no ha sido posible salvo para detener tecnologías de alto peligro, por ejemplo los tratados de prohibición de ensayos de armas nucleares, armas biológicas y toxínicas. Por el contrario, permitir y favorecer el desarrollo y experimentos de herramientas de alto riesgo llevará a que los actores privados y públicos más poderosos las tengan a su disposición. La historia muestra que si lo estiman conveniente, no dudarán en usarlas aun si perjudican a muchos otros países.
Por ello, la carta abierta plantean que es urgente y necesario establecer un acuerdo internacional de no uso de la geoingeniería solar, para el cual proponen cinco puntos:
1) No financiación pública. Compromiso de prohibir a las agencias de financiamiento nacional apoyar el desarrollo de tecnologías para la geoingeniería solar, tampoco a través de instituciones internacionales.
2) No a los experimentos al aire libre. Compromiso de prohibir los experimentos de campo de tecnologías de geoingeniería solar.
3) No a las patentes. Compromiso de no otorgar derechos de patente para tecnologías de geoingeniería solar, incluidas tecnologías de apoyo, como el equipamiento de aviones para inyección de aerosoles.
4) No al despliegue. Compromiso de no desplegar tecnologías para geoingeniería solar, tampoco si fueran desarrolladas por terceros.
5) No al apoyo desde instituciones internacionales. Compromiso de oponerse a la futura institucionalización de la geoingeniería solar a nivel global como opción de política climática en las instituciones internacionales, incluido en la evaluación de escenarios del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático.
Acompaña el llamado un artículo científico publicado en la revista arbitrada Wires Climate Change (Biermann et al, 2022 https://doi.org/10.1002/wcc.754).
Aunque estas propuestas de geoingeniería parecen ciencia ficción para muchas personas, hay investigadores que promueven tanto su investigación como experimentos de campo. Son pocos, pero están financiados por poderosos multimillonarios y apoyados directa o indirectamente por las mayores industrias causantes del caos climático, como petroleras. Un ejemplo es el programa de geoingeniería solar de la Universidad de Harvard, apoyado por Bill Gates y otros, que intentó hacer experimentos en zonas indígenas en la frontera con México y en territorio indígena Saami en Suecia. Ese experimento se suspendió en 2021 por la activa protesta de los Saami y una amplia colaboración de organizaciones ambientalistas y científicas ( https://tinyurl.com/mryerxss).
Hay también presiones crecientes para destinar fondos públicos a este tipo de actividades. La Academia de Ciencias de Estados Unidos ha publicado en pocos años cuatro informes sobre geoingeniería. Su reporte sobre geoingeniería solar en 2021 propone que el Congreso de ese país financie esa investigación y experimentos con 200 millones de dólares.
Por todo ello, los científicos plantean que urge evitar que la geoingeniería solar se normalice como si fuera una opción más
frente al cambio climático, cuando en realidad funciona como coartada para seguir aumentando las emisiones de carbono y desviar la atención de la investigación y políticas necesarias para descarbonizar lo antes posible las economías.
Los iniciadores invitan a científicos y científicas a sumar su firma y se abre también a organizaciones de la sociedad civil e individuos que quieran apoyar la iniciativa (disponible aquí en castellano: https://tinyurl.com/3cbmyauw).
*Investigadora del Grupo ETC