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Chile. La situación del Estado y el estado de la situación — Luis Casado
kaosenlared – 28/02/2020
«Cada día se agrega al Estado algo que un día u otro exige un tratamiento curativo».
(Niccolo Machiavelli. Discurso sobre Tito Livio, libro III, discurso I).
«Por eso es necesario, dice él (Machiavelli), que se produzca algún día un acontecimiento que devuelva el Estado al principio sobre el cual fue erigido. Si eso no sucede en tiempo útil, los vicios del Estado se acrecientan al punto que ya no pueden desaparecer sino con el Estado mismo».
(Spinoza. Tratado Político. Capítulo X)
¿Qué quiere la ultraderecha?
Aquí y allí, empresarios, potentados de diversos calaña y calado, politicastros neofascistas, periodistas tarifados, expertos en servidumbre y siervos practicantes, algún oficial marca registrada –o sea con la ® que caracteriza a un “retirado” con perseguidora e impunidad garantizada–, académicos de mis dos, opinólogos desempolvados de algún moridero internacional para sayones a tanto el día, en fin, gente de bien, –lo que en 1789 y en 1871 llamaron “les honnêtes gens”–, sugiere sotto voce que “para volver a la normalidad hace falta una masacre” (sic).
Desde luego no precisan si están dispuestos a ofrecerle a la patria su propio cuello, la sangre de sus azules venas. En su estulticia aun no descubren que ni siquiera un general –que según Jean Cocteau “no se rinde jamás, ni siquiera a la evidencia”– es tan cretino como para iniciar una batalla perdida de antemano.
Lo que las gentes de bien quieren decir es que a su propio (pre)juicio las FFAA están dispuestas a seguir sirviendo de sicarios para hacer el trabajo sucio en defensa de sus injustificados privilegios.
Parten de la base que la única institucionalidad que vale es la que les permite seguir con sus negocitos de alta rentabilidad al precio del saqueo de todo un país, la destrucción de lo que queda de Naturaleza, y la híper explotación de una mano de obra que quisieran tan ignorante como sumisa.
Ya puestos, ¿de qué magnitud la masacre?
Fantástico corolario para Chile, el “modelo del modelo”, la prueba del nueve del triunfo del neoliberalismo, el ejemplo a seguir, la avanzadilla exploradora en las uncharted waters del mundo todo Faubus… que terminaría en una vulgar masacre como cualquier dictadura latinoamericana prohijada en Washington.
Habida cuenta que la cuerda que estrangula a los consumidores del campo de flores bordado aprieta hasta muy arriba de la clase media alta… puede que la masacre tenga que ser panorámica.
Esa es una cuestión que no es baladí para los testaferros dispuestos a enlodarse las manos con sangre de compatriotas. Habría que calcular muy, muy fino. Algo así como el calculito que debía hacer el Mercader de Venecia en la obra homónima de Shakespeare: ¿Cómo cortarle justo una libra de carne a Antonio, sabiendo que si corta más, o menos, la ley se vuelve contra él y perderá todo?
Finalmente Shylock, siniestro e inexorable personaje, no se atreve a intentarlo.
En nuestro caso, una recua de concertacionistas de dilatado prontuario se apresuró en darle carta blanca a Piñera para que haga lo necesario, en otras palabras para que se haga responsable de la masacre, so pretexto de allanarse a su llamado “por la paz”.
“Promotores de la paz” no es lo que falta. Pero en su inconmensurable pusilanimidad y cobardía ninguno se atreve tomar las medidas de fondo que pudiesen calmar la ira popular (Salud, Educación, Previsión, Salarios…), ni tampoco a ponerse a la cabeza de las hordas de camisas pardas dispuestas a realizar una “Kristallnacht” criolla.
De ahí que azucen a lo que ven como sus perros de presa. Curiosamente ningún uniformado ha protestado ante estos capitanes Araya que les ven y les tratan de manera tan poco respetuosa y tan terriblemente despectiva.
Lo que no queda claro –y es precisamente el objeto de las manipulaciones mediáticas– es quien le pondrá el cascabel al gato. O lo que es lo mismo, quien hará callar a todo un pueblo que manifiesta a pesar de una represión criminal, y de sospechosos incendios, saqueos y otros atentados que jamás formaron parte de las armas de la lucha popular.
Entretanto, un Piñera devaluado en plan moneda de Monopoly hace como sí, y la costra política parasitaria organiza el burdel que regenta para que dure.
No preguntes por el Estado: en Chile no queda sino el paripé.