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Hay un dicho castellano que dice «una de cal y otra de arena» y que significa que para hacer una buena argamasa hay que mezclar un material consistente (la cal) y otro menos o más ligero (la arena) y así se hace un buen adobe. Traducido a política, lo de siempre: hay que dejarse de radicalismos, de extremismos e ir al centro, eso de «centro-izquierda y centro-derecha».
Esta es la norma de todos, absolutamente todos, los llamados «progresistas» en América Latina en los últimos tiempos. Todo el mundo se las prometía muy felices tras la victoria del MAS en las elecciones presidenciales de octubre del año pasado y se volvió a la fanfarria de que se había parado «la ola neoliberal» y cosas así. Ni mucho menos. Hay resistencias, y las habrá, pero mientras no se rompa con lo establecido ni hay ni habrá alternativa.
Este domingo han pasado tres cosas curiosas: en Ecuador el candidato oligárquico ha ganado y con mucho; en Bolivia el MAS ha quedado hecho girones por la derecha y por la izquierda, y en Perú un desconocido que va por ahí con las fotos del Ché y de Mariátegui, habla de nacionalizaciones y tiene un lapicero como símbolo ha ganado la primera vuelta.
En Ecuador esta elección no es importante, pese al revuelo. La elección importante es en mayo, cuando la CONAIE renueve su dirigencia y se vea hacia dónde se encamina, si a hacer más de lo mismo que ahora, o sea, a conseguir prebendas para los dirigentes y a hablar de reformas para dar mayor participación a los indígenas para así frenar cualquier movimiento revolucionario (y no hay que perder de vista lo que ha venido haciendo hasta ahora, en ese término) o plantar cara de forma abierta. Cal y arena.
Ahora que está de moda hablar de la lucha de las minorías (y es significativo el cambio dado por organizaciones como el Partido Comunista Marxista-Leninista de Ecuador poniendo la bandera arcoiris en la cabecera de su periódico y que se ha posicionado con el otro candidato anti-Correa que quedó tercero en la primea vuelta y pidiendo el voto nulo ahora) no estaría mal recordar a una de esas minorías: el Partido Pantera Negra de EEUU cuando dijo que «hay dos tipos de nacionalismo: revolucionario y reaccionario. El primero depende de una revolución popular cuyo objetivo final es poner al pueblo en el poder. El segundo no es más que mantener el sistema de opresión de otra manera, suavizándola». Esto vale, y es vigente todavía, para las protestas en EEUU por mucho que caigan bien los del Black Lives Matter.
Sí es importante la de Bolivia, donde el MAS ha perdido por la derecha y por la izquierda. El MAS viene navegando en zig-zag desde octubre (el penúltimo giro: decidir no participar en las reuniones donde esté la OEA en protesta por el papel de este engendro en el golpe contra Evo Morales, pero sin atreverse a abandonar este engendro ahora que el gobierno boliviano está en posición de fuerza) y está cosechando lo que siembra. La prepotencia y la imposición de dirigentes en contra del deseo de las bases le ha pasado factura. El propio Álvaro García Linera lo ha reconocido diciendo que hay «un problema estructural» dentro del MAS y «falta de regeneración». A collejas van a reaccionar, pero no hacia el lado interesante porque de inmediato añade que todo ello tiene que llevar a «capturar la atención incluso de la oposición», es decir, a que se les vote. A fin de cuentas es lo que dijo el vicepresidente David Choquehuanca en su discurso de toma de posesión: «Nuestra verdad es muy simple: el cóndor solo despega cuando su ala derecha está en perfecto equilibrio con su ala izquierda». Cal y arena.
Y queda Perú, donde un maestro ha puesto en jaque a todo el sistema (por el momento) y a quien se vincula con la organización armada Sendero Luminoso. Aquí van a hacer toda la sangre en la segunda vuelta. De hecho, ya están haciendo simbolismos con la estrategia de Sendero de cercar las ciudades desde el campo y la estrategia electoral de Castillo: primero hacer campaña en las regiones, darse a conocer y asegurar sus votos para luego avanzar hacia Lima. Ahora ha tomado desprevenido al poder, pero para la segunda vuelta se habrá recompuesto sin la menor duda. Si gana sería una sorpresa absoluta porque serían materiales para hacer una nueva casa prescindiendo de la cal y la arena (al menos, eso ha dicho en su campaña). Y a lo mejor esa casa ya no es de adobe.
(Publicado en el blog del autor, el 13 de abril de 2021)