Fuente: https://www.sinpermiso.info/textos/brasil-victoria-de-bolsonaro Bernardo Ricúpero 22/08/2020
El 8 de agosto se anunció que Brasil alcanzó la asombrosa cifra de 100 mil muertes por el nuevo coronavirus. El número de muertes supera a las causadas en 2019 por accidentes de tránsito y asesinatos y, hace más de cien años, por la Guerra del Paraguay. Convierte al país en el segundo en número de muertes provocadas por la pandemia, solo superado por Estados Unidos.
El 12 de agosto, Datafolha indicó que el presidente Jair Bolsonaro alcanzó su récord de aprobación, el 37% de los entrevistados consideró su administración como excelente o buena. Este es, sin embargo, el mismo gobernante que minimizó la gravedad del covid-19 y saboteó el distanciamiento social, una medida que demostró ser más efectiva para combatir su propagación.
¿Cómo, entonces, explicar que en medio de una de las mayores tragedias sociales de la historia brasileña, su presidente coseche índices de popularidad sin precedentes para él? La explicación puede reflejar factores coyunturales y sostener que la táctica de Bolsonaro durante la pandemia fue exitosa. Es decir, él habría conseguido desvincularse de la responsabilidad por la propagación del coronavirus, además de atacar una medida, la cuarentena, que se ha vuelto cada vez más impopular. Tal rechazo sería especialmente grande entre los más afectados por el distanciamiento social, los autónomos y los propietarios de pequeños negocios, sectores previamente sensibles al discurso bolsonarista.
La explicación también puede resultar de factores estructurales y sostener, en pocas palabras, que la vida no tiene gran valor en Brasil. Prueba de ello es el impresionante número de muertes violentas que, en cierta medida, con el tiempo se han ido incorporando a nuestra vida cotidiana, posiblemente consideradas como “cosas de la vida”. Como resultado de esa predisposición, las muertes por covid-19 terminarían por naturalizarse, poca diferencia haría de Bolsonaro el segador de vidas que es. No es de extrañar que tal sentimiento aparezca en una sociedad formada por la esclavitud y que nunca valoró a su pueblo.
La explicación puede, finalmente, responder a otra medida, la asistencia de emergencia a la a la población más vulnerable, mereciendo un lugar destacado. Una muestra del impacto de esta iniciativa es que entre los que reciben la ayuda, cerca del 40% de la población, la aprobación del presidente llega al 42% y su desaprobación en la región más pobre del país, el Nordeste, cay, en los cincuenta días transcurridos desde la última encuesta de Datafolha, del 52% al 35%. No deja de ser irónico, que uno de los principales efectos de la ayuda de emergencia sea la de apalancar la popularidad de Bolsonaro, ya que, como es ampliamente conocido, el gobierno propuso originalmente un aporte de R $ 200, y el monto llegó a R $ 600 sólo gracias a la insistencia del Congreso.
En realidad, la actual popularidad de Bolsonaro no es el resultado de ninguno de estos factores aislados, sino de su combinación. La pregunta más relevante es saber si este nivel de aprobación se puede mantener.
Para buscar una respuesta a esta pregunta, también es necesario tener en cuenta factores coyunturales y estructurales. El problema más inmediato consiste en la nueva situación creada por el coronavirus y la respuesta nerviosa del gobierno. La cuestión más permanente a considerar es el comportamiento de la coalición que eligió y sostiene a Bolsonaro. También es cuestión de imaginar cómo se articulan estas dimensiones.
Es posible, en particular, que la nueva coyuntura creada por la pandemia provoque un realineamiento electoral del bolsonarismo. La analogía evidente es con el lulismo post mensalão, analizado por el politólogo André Singer. En este caso, el abandono de la clase media del candidato del PT, que había comenzado en las elecciones de 2002, se habría visto reforzado por el escándalo. En compensación, Lula incrementó su apoyo, en las elecciones de 2006, entre los más pobres y en la región Nordeste.
La conducción o falta de conducción de Bolsonaro durante la pandemia contribuyó al desgaste del gobierno con la clase media. Unido a la salida del popular Sérgio Moro del Ministerio de Justicia, consolidó el abandono del bolsonarismo por este sector. Por otro lado, la ayuda de emergencia abrió posibilidades para Bolsonaro en segmentos del electorado en los que el capitán retirado tuvo dificultades para penetrar, en particular, la antigua base lulista, identificada con los más pobres y el Nordeste.
En ambos casos, Lula y Bolsonaro contaron con el apoyo del Parlamento del Centrão /1/ una alianza informal de partidos siempre dispuestos a apoyar al gobierno. La diferencia es que mensalão surgió del Centrão, mientras que el coronavirus llevó al acercamiento con el Centrão. Además, y cada vez más importante, el realineamiento del lulismo se produjo en condiciones en las que la economía estaba creciendo debido al boom de las commodities,ya en 2006 el PIB había crecido un 4%. Por el contrario, los cálculos son que el PBI de 2020 se estima que caiga lo mínimo un 5%.
De cualquier manera, el coronavirus provocó un reordenamiento en la coalición que apoya a Bolsonaro. Si el capitán retirado fue electo por un núcleo de extrema derecha, al que se unió la clase media “lavajista”/2/, la burguesía financiera y la agroindustria identificada con el discurso neoliberal, además de sectores populares pentecostales y militares resentidos con la Nueva República, la configuración de la alianza ha cambiado desde marzo. En resumen, la clase media “lavajísta”se alejó del gobierno, que, en compensación, comenzó a contar con el apoyo de los sectores populares que recibieron ayuda de emergencia y del Centrão.
La pregunta ahora para Bolsonaro es cómo mantener el apoyo de su nueva base sin alienar a sus antiguos aliados.
En el caso de los más pobres, el principal problema es el fin de las ayudas de emergencia. En consecuencia, será necesario crear una compensación en forma de algún programa de ingresos mínimos. El diseño que adopte un programa de este tipo puede, sin embargo, crear tensiones al interior de la coalición bolsonarista. El equipo económico insiste en que la ya anunciada Renda Brasil es el resultado de la unificación de los programas sociales ya existentes, por lo tanto sin presionar un Presupuesto con gastos ya exacerbados por la lucha contra la pandemia.
En el caso del Centrão, Bolsonaro necesita cambiar el discurso que lo eligió presidente. En resumen, en lugar de atacar el “sistema”, tendría que aliarse con el “sistema”. El nuevo discurso se ensayó desde mediados de junio, especialmente después de la detención del “escudero” Fabrício Queiroz, cuando se mitigaron los ataques al Tribunal Supremo Federal (STF) y al Congreso. Paralelamente, los aliados más recientes del presidente pueden perturbar el núcleo duro del bolsonarismo. El descontento tiende a aparecer principalmente si se percibe que la aproximación del “Mito”/3/ al Centrão es más que un movimiento táctico.
Además del discurso, la alianza con el Centrão debería favorecer una nueva práctica. Tendría que traducirse, especialmente, en más obras y gastos gubernamentales. Que hay apoyo a la nueva orientación dentro del gobierno quedó claro en la célebre reunión ministerial del pasado 22 de abril, en la que el primer ministro de la Casa Civil, el general Braga Netto, anunció el llamado Plan Pro-Brasil, chocando con el ministro de Economía, Paulo Guedes.
Combinada con la búsqueda de apoyo entre los sectores populares, esta orientación crea limitaciones para el grupo neoliberal. No por casualidad, Guedes, ante el regreso de varios auxiliares a la iniciativa privada, en una mezcla de advertencia y chantaje, habló de “estampida” del gobierno e incluso llegó a advertir sobre el caso de un impeachment. Por tanto, hay que esperar a ver cómo este movimiento repercutirá en la burguesía financiera y el agro negocio.
Sin embargo, no es necesaria una gran clarividencia para darse cuenta de que los niveles actuales de popularidad de Bolsonaro están lejos de ser seguros. Por otro lado, su derrota dependerá principalmente de cómo actuará la oposición.
Notas:
1.- Centrão es un grupo de partidos de centroderecha, que también se conoce como la “vieja política”;
2.- Operación Java Jato; El “Mito llegó” fue el slogan del spot de la campaña de Bolsonaro.
Fuente:
Traducción:Carlos Abel Suárez