Marco Antonio Ávila Lavanal, abiertamente gay, tiene 44 años, es profesor de Lengua Castellana y entre otros méritos cuenta con amplia experiencia educativa, habiendo sido director de varias unidades y centros educativos y coordinador nacional de Educación Media del Ministerio de Educación entre 2015 y 2018, durante el Gobierno de Michelle Bachelet. Tras conocer su designación, la portavoz del MOVILH, Javiera Zúñiga, ha recordado que en 2017 «Ávila Lavanal, bajo la administración de la presidenta Michelle Bachelet, jugó un importante rol para que las temáticas LGBTIA+ fueran incorporados en textos educativos, en el marco del cumplimiento del Acuerdo del Estado de Solución Amistosa que el Estado de Chile y nuestra organización firmaron ante la CIDH. Gracias a ello en 2018 lanzamos el más amplio dossier con textos a favor de estudiantes LGBTIQ+».​

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Alexandra Benado Vergara, abiertamente lesbiana, tiene 45 años, es profesora de Educación Física y deportista. Ha formado parte en distintos periodos de la selección chilena de fútbol femenino y dirigido equipos  universitarios. Entre 2012 y 2016 formó parte de la Comisión de Fútbol Femenino de la FIFA. Alexandra Benado ha destacado además como activista LGTBI en su propia vida personal. Ya en 2013 recogíamos su nombre en una noticia en la que nos hacíamos eco de cómo una pareja de mujeres, madres de dos hijos nacidos tras recurrir a la reproducción asistida, iniciaba el proceso legal para ver reconocida su doble maternidad en Chile después de que el Registro Civil se negara a reconocer a una de ellas como madre. Era, precisamente, Alexandra Benado.​

Un Gobierno para la historia

La designación de Marco Antonio Ávila y Alexandra Benado envía un poderoso mensaje a la comunidad LGTBI chilena. Hay que destacar, además que ocuparán carteras ministeriales encargadas de dos sectores en los que la lucha contra el acoso y la discriminación por LGTBIfobia es muy necesaria. Especialmente complicado creemos que lo tendrá Marco Antonio Ávila, al que las fuerzas conservadoras, especialmente celosas de mantener en la medida de lo posible atado en corto el control de la educación, se lo pondrán sin duda muy díficil.

En cualquier caso, el nuevo Gobierno de Gabriel Boric, un político de izquierda que el pasado 19 de diciembre ganó por más de diez puntos de diferencia la segunda vuelta de las elecciones presidenciales chilenas frente a un candidato de extrema derecha, ha despertado grandes ilusiones en el sector más progresista de la sociedad chilena. El hecho de que se trate del primer gobierno integrado mayoritariamente por mujeres o de que Maya Alejanda Fernández Allende, nieta de Salvador Allende, el presidente chileno asesinado tras el golpe militar fascista de 1973, vaya a ocupar la cartera de Defensa, son desde luego gestos poderosos. No lo tendrá fácil, con un Congreso Nacional muy fragmentado en el que no existen claras mayorías y mientras en paralelo siguen su curso los trabajos de la Convención Constitucional que debe dotar al país de una nueva Constitución.