Fuente: Umoya num. 105 4º trimestre 2021 Patrick Mbeko. Traducción: José Lucas
Ballet diplomático en Kinshasa, Rusia advierte contra la “injerencia”
Ante el estancamiento en el nombramiento del presidente de la comisión electoral en la RDC, algunos actores internacionales expresan su preocupación, especialmente Washington y la UE. Esta implicación no debe conducir a una injerencia en los asuntos de este Estado africano, en detrimento de su soberanía, advierte
Moscú.
Esto es una prueba más de que las elecciones en la República Democrática del Congo (RDC) siempre han sido una cuestión tanto congoleña como internacional. Miembros influyentes de la comunidad internacional ya no ocultan su preocupación por el estancamiento del nombramiento del próximo presidente de la
Comisión Electoral Nacional Independiente (CENI) de este país centroafricano. Las posiciones de los partidos son tan claras que se teme que este bloqueo afecte a las próximas elecciones de diciembre de 2023.
Pero esta preocupación no debe llevar a la injerencia en los asuntos del mayor país del África subsahariana, ni a pisotear su soberanía. Esto es lo que dijo el embajador ruso en la RDC, Alexei Sentebov, el 5 de octubre de 2021, tras su reunión con el presidente de la Asamblea Nacional, Christophe Mboso N’Kodia,
figura clave en la crisis actual.
Ciertamente, Sentebov hizo un llamamiento a los representantes electos congoleños, pidiéndoles que asuman sus responsabilidades para que el proceso electoral siga su curso normal y que las elecciones se celebren a tiempo.
Pero el diplomático ruso no se limitó a abogar por la organización de las elecciones dentro de los plazos constitucionales.
También advirtió contra cualquier injerencia en los asuntos internos de los países africanos, incluida la RDC. “Nuestra
posición es muy clara. Estamos en contra de cualquier injerencia en los asuntos internos de los países africanos, incluida la República Democrática del Congo”, dijo durante su reunión con el Presidente de la Asamblea Nacional, Christophe Mboso N’Kodia, antes de
añadir: “Queremos que las soluciones a los problemas que tenéis sean de vuestra elección y en pleno respeto de la soberanía de vuestro país”. La referencia a Estados Unidos, cuyo embajador en Kinshasa no pierde la oportunidad de inmiscuirse en los asuntos
internos de la RDC, es clara.
El ballet de los diplomáticos
Ese mismo día, el embajador de Estados Unidos en Kinshasa, el omnipresente Mike Hammer, alias “Nzita”, visitó al presidente de la Cámara Baja y expresó su preocupación por el proceso electoral en la RDC y el retraso en la creación de la oficina de la CENI. El diplomático estadounidense, conocido por su participación, a veces intrusiva, en los asuntos internos del país, insistió también en la celebración de elecciones creíbles y transparentes en el plazo establecido por la Constitución. Acompañado por algunos miembros de la mesa de la Asamblea Nacional, Christophe Mboso se reunió también con una delegación de embajadores de la Unión Europea encabezada por Jean-Marc Châtaigner, embajador del Reino de Bélgica en la RDC.
La delegación de la Unión Europea vino a informarse sobre la situación relativa a la designación de los futuros animadores de la CENI, e insistió en la celebración de elecciones dentro de los plazos constitucionales, manifestando su disposición a acompañar el proceso electoral en la RDC.
¿Posible remake de 2018?
A la vista de estos elementos, hay razones para creer que las elecciones presidenciales de 2023 en la RDC no serán un asunto exclusivamente congoleño. El riesgo de asistir a una repetición de la situación postelectoral de 2018 es muy real. A modo de recordatorio, durante las muy problemáticas elecciones de 2018 que llevaron a la negociada y calamitosa victoria de Félix Tshisekedi, Estados Unidos se mostró escéptico sobre los resultados de la votación que dieron como ganador al opositor congoleño. Los funcionarios del Departamento de Estado de EE.UU. encargados de África Central habían elaborado
un proyecto de comunicado en el que se condenaba enérgicamente la forma en que se llevó a cabo la votación y los resultados que se produjeron. El texto también incluía sanciones contra los autores del supuesto fraude electoral.
En el Consejo de Seguridad, Estados Unidos, Francia y el Reino Unido habían condenado el proceso electoral, al considerar que las elecciones no eran transparentes. Pero ante la hostilidad mostrada por China y Rusia, que se habían opuesto firmemente
a cualquier injerencia occidental en los asuntos internos del Congo durante el periodo pre y post electoral, para enfado de las cancillerías occidentales, París, Londres y Washington no tuvieron más remedio que aceptar los hechos consumados.
Si bien es cierto que, con Félix Tshisekedi, los Estados Unidos han conseguido volcar la situación a su favor y han vuelto al juego político congoleño con fuerza, también es posible que las cosas
cambien en el futuro. De hecho, la firmeza mostrada por Washington con respecto a las elecciones de 2023 podría llevar al bando de Tshisekedi, que no parece muy dispuesto a organizar las elecciones en el plazo previsto, a reevaluar su asociación con unos Estados Unidos cuyo apoyo dista mucho de ser tan seguro como se podría creer. Si esto ocurre, cabe esperar que China y
Rusia, las principales potencias rivales de Estados Unidos
en la escena mundial en general y en África en particular, tengan voz y voto en 2023… como ya hicieron en 2018.
Falta de consenso
En efecto, hace ya varios meses que los dirigentes de las confesiones religiosas congoleñas – ocho – encargados, según la ley orgánica sobre la composición, la organización y el funcionamiento de la CENI, de designar al próximo presidente que debe dirigir este órgano encargado de gestionar el proceso electoral, siguen sin ponerse de acuerdo, a pesar del ultimátum de 72 horas lanzado por el presidente de la Asamblea Nacional, Christophe Mboso N’Kodia, el 1 de octubre.
El tándem de la Conferencia Episcopal Nacional del Congo
(CENCO) y la Iglesia protestante se opone firmemente a la candidatura de Denis Kadima, que se considera el candidato del presidente de la República y que cuenta con el apoyo de las otras seis confesiones religiosas.