Fuente: Iniciativa Debate/ Domingo Sanz
Esta mañana de miércoles 22 he seguido el Pleno del Congreso para ampliar el Estado de Alarma. La sesión comenzó poco después de las nueve de la mañana y los siete primeros en intervenir fueron el presidente Sánchez, Casado (PP), Abascal (Vox), Echenique (UP), Rufián (ERC), Borrás (JxCat) y Errejón (Más País), por este orden.
Todos decidieron subir a la tribuna para exponer sus argumentos. Lo habitual.
A continuación, le llegó el turno a Joan Baldoví, de Compromis, quien, sin moverse de su escaño comenzó su intervención con la siguiente frase: “Yo haré caso a la presidenta y haré la intervención desde mi escaño”.
En ese momento me di cuenta de que el valenciano había desvelado algo que los siete anteriores, y todos los demás, también sabían, pero habían soslayado.
Como era imposible que la presidenta hubiera tenido con Baldoví una confidencia no compartida con el resto (en ese caso el valenciano estaría siendo muy poco discreto), me quedé con la intriga de saber lo que había pasado para que el de Compromís decidiera dejar en evidencia a los que le habían precedido.
La intervención de Baldoví comenzó sobre las 11 horas y 32 minutos y la solución a la intriga me llegó nueve minutos después, a las 11 horas y 41 minutos. Fue un correo electrónico que, en realidad, estaba esperando desde tres días antes.
Un mensaje que también recibieron otras personas a la misma hora.
“De: Meritxell Batet Lamaña <meritxell.batet@congreso.es>
Date: mié., 22 abr. 2020 11:41
Subject: RE: Próxima reunión día 22 del Congreso
To: XYZ (Nombre de la persona que envió la petición)>
Estimado Sr. XYZ:
He recibido su atenta comunicación en la que sugiere que en las sesiones plenarias que se están celebrando durante la vigencia del estado de alarma decretado como consecuencia de la extensión del COVD-19, los diputados y miembros del Gobierno que intervengan lo hagan desde sus escaños, tal como ocurre en las sesiones de control al gobierno, evitando así que el personal encargado de la limpieza tenga que subir tras cada intervención a limpiar la tribuna.
La posibilidad de optar entre intervenir desde la tribuna o hacerlo desde el escaño está recogida en el Reglamento de la Cámara, por lo que trasladé su propuesta a los grupos parlamentarios en la última reunión de la Junta de Portavoces para que pudiera ser objeto de reflexión y de la decisión que a cada uno de ellos corresponde.
En todo caso, le traslado mi agradecimiento por la propuesta y por la confianza que demuestra con su remisión.
Reciba un cordial saludo”.
Después de Joan Baldoví intervinieron los portavoces Rego (BNG), Bal (Cs), Esteban (PNV), Aizpurúa (Bildu), Vehí (CUP), Oramas (C. Canaria), Quevedo (N. Canarias), Sayas (UPN), Mazón (PRC), Martínez (Foro Asturias), Guitarte (Teruel Existe), Lastra (PSOE) y, por último, de nuevo el presidente Sánchez.
En total, trece oradores más, todos los cuales decidieron, al igual que los siete que habían precedido a Baldoví, bajar desde su escaño y subir a la tribuna para hablar, pero con la diferencia de que estos ya sabían que el valenciano había roto la unanimidad parlamentaria consistente en obligar al personal de limpieza a subir cada vez a la tribuna para eliminar las microgotas de baba y los virus que podían dejar durante sus intervenciones.
Merece la pena comentar dos detalles de la sesión.
De los 18 políticos que eligieron hablar desde la tribuna, resultaban casi ridículas las prisas de los del Grupo Mixto, pues solo tenían unos tres minutos para hablar y, al no hacerlo desde su escaño, obligaban además al minuto que, entre cambio de vaso y limpieza, consumían cada vez los auxiliares. Una sensación que, evidentemente, no se produjo en el caso de Baldoví, cuya intervención desde el escaño no desmereció en absoluto respecto de las muchas que ha realizado desde la tribuna.
Otro. La presidenta Batet agradeciendo su trabajo de manera personal, cada vez y a cada una de las personas que subían a limpiar la tribuna. A diferencia de los plenos anteriores, en los que solo decía “muchas gracias” y solo algunas de las veces que intervenían, esta vez añadía el nombre o el apellido de cada trabajadora.
Reflexión.
Una hora y media antes de que comenzara el pleno del Congreso, Gabilondo hablaba desde La SER de la “cura de humildad” que la pandemia estaba suponiendo para todo el mundo, y para la clase política en particular.
A la vista de la falta de sensibilidad que los diputados del Congreso, menos uno, manifiestan hasta con los trabajadores que tienen más cerca, no parece que en España el Covid-19 esté consiguiendo aplicar esa “medicina” a la que se refería Iñaki.
La crítica hacia todos los políticos elegidos en las urnas debe ser permanente. Si, para reaccionar, la sociedad espera a que lleguen desgracias mundiales como una pandemia o una gran crisis económica, el riesgo de retroceso hacia el autoritarismo resultará muy difícil de contener.
Si hay un país en el que la crítica desde la sociedad resulte imprescindible es España. Venimos de un pasado con muy pocos años de democracia y, por tanto, nuestros políticos son muy poco demócratas de verdad, presuman de lo que presuman. Como en cualquier trabajo, se trata de experiencia, o sea, de generaciones y décadas.
Y entre las actividades críticas hacia los políticos, las estrategias de interacción con aquellos a quienes elegimos en las urnas, como la que ha ocupado este artículo y el titulado “Consigamos una victoria pequeña el 22 de abril”, no es fácil que triunfen, pero sí pueden agrietar consensos poco decentes.
Hay que apoyar a Baldoví por su valentía al rebelarse contra una inercia en el Congreso que no debía mantenerse una vez denunciada ante la presidenta. Algo tiene este político que llega bien a la gente: siempre está entre los mejor valorados, aunque su actividad principal no sea de ámbito estatal.
Y también agradecer a Meritxell Batet el que haya trasladado a los grupos parlamentarios una petición sobre funcionamiento del Congreso llegada desde la sociedad.
Concediendo, eso sí, la condición de casualidad al hecho de que los correos electrónicos de respuesta a los peticionarios, que también son dignos de mención, salieran de la presidencia del Congreso nueve minutos después de que Baldoví rompiera el maleficio.