Azarosos

Fuente: Portal Libertario OACA                                                       15 Mar 2021 11:56 AM PDT

“Si la historia es con frecuencia una realidad confusa

 es porque la parte del azar ocupa una posición muy grande” 

 François Simiand sociólogo y economista

Somos azarosos. Todo surge por las probabilidades y de posibles acontecimientos que cristalizan y se suceden en un tiempo fragmentado por peldaños de evolución. El significado etimológico de la palabra Azar proviene del árabe Al-Azar: El Dado. Voy a exponer algunas opiniones de filósofos e historiadores que a lo largo y ancho de la historia reivindican al azar como parte de la realidad que la configura, como nos explica el profesor Miguel Ángel García Álvarez en la conferencia El Azar en el centro de investigación de Cimat el 30 de abril de 2013Los conceptos de azar y probabilidad son fundamentales para su constitución. El hombre necesita la idea de azar para entender el universo por lo que este concepto se halla presente en la evolución de la ciencia, desde las primeras cosmologías de la antigüedad hasta las teorías más complejas de la mecánica cuántica”.

Se hace mención en esta conferencia a la mitología del Popo-Vuh, libro sagrado de los mayas donde se representa la creación del mundo que está sujeta en determinado momento a la suerte y el azar. Cuando los griegos empezaron a poner explicaciones naturalistas del cosmos, el concepto del azar empezó a cobrar un significado más profundo, aseguran. Como ejemplo recurren a Epicuro (341-270 aE) que añaden, fue más lejos. Para el filósofo griego los átomos que componen los cuerpos no se organizan por un plan divino sino por perturbaciones en movimiento que producen combinaciones de todo género. Asombroso, si pensamos en el tiempo en el que se formularon estas palabras sobre la existencia y la función que incluso antes que Epicuro ya dilucidaron otros sobre las partículas atómicas. El azar tuvo sus detractores y críticos absolutos en la corriente filosófica determinista que consideraba al azar fruto de la ignorancia y de estar poco informados quienes lo defendían, hasta que Henrí Poincaré consideró que el azar no es ignorancia o limitado conocimiento, sino una parte de la misma configuración de la realidad. El filósofo Michael Focault aglutina todas las disposiciones que reivindican el lugar que le corresponde por hecho y derecho al azar, defiende que: “Las fuerzas de poder presente en la historia no obedecen ni a un destino ni a una mecánica sino al azar en la lucha… aparecen siempre en el conjunto aleatorio y singular del conocimiento en la discontinuidad en el juego azaroso de la emergencia de lo nuevo del acontecimiento”. Con estas breves, pero no por ello menos intensas y reveladoras opiniones que expresan atesoradas los filósofos e historiadores sobre El Azar, voy al origen donde todo comenzó en el fondo del océano para entender el alcance de participación azarosa hasta el lugar más remoto de este concepto mal comprendido en algunos momentos y del que surgió o dónde cayó desde el cielo profundo por los meteoritos que transportaron esa primera semilla de vida que durante mil millones de años colonizó en solitario un organismo unicelular nuestro planeta. Hasta que una de estas células uniformes, aún no se sabe si fue por un tropiezo accidental o por algo personal que se guardaba, que provocó aquel primario incidente en el que una de ellas acabó dentro de la otra y desde entonces los organismos unicelulares fueron superados y sustituidos por nuevos organismos multicelulares que aún precisaban de un ingrediente químico-orgánico para poner en marcha el reloj evolutivo, con la selección natural que cultiva a todas las criaturas animales y vegetales la madre naturaleza. Desde entonces no ha parado. Ese ingrediente químico, argumentan  algunos científicos, produce la quimiosíntesis y que otros organismos llamados arqueas parecidas a las bacterias transforman los elementos químicos tóxicos en energía, que permite a algunos animales vivir cerca de las fumarolas o chimeneas, descubiertas en 1977, que se forman en lugares cercanos a la actividad geológica característica que hay en el entorno de un volcán.  Es posible que con la ayuda de las arqueas, en el proceso de quimiosíntesis se encontrara con un organismo multicelular y fuera, por así decirlo, polinizado cuando es expulsada la sustancia a través de las chimeneas que se forman por una grieta bajo el suelo del fondo marino que libera magma y gases que emanan los vapores químicos que viajan por las arterias de una zona con actividad geológica cerca de un volcán. La temperatura del agua que rodea a la fumarola alcanza una temperatura de 400 grados. Estas condiciones hacen que se forme la sopa perfecta que nace en esa sinergia capaz de desarrollar la vida que nos conduce, posiblemente, a la cadena evolutiva. La suma de sucesos espontáneos hicieron posible el relato de la vida en La Tierra. Entre los últimos 2 y 2,5  millones de años se calcula que transcurre el periodo que los homínidos hicieron un cambio de dieta básicamente herbívora por otra dieta omnívora en la que la carne ocupó su base alimenticia y la de algunos vegetales ricos en carbohidratos que se encuentran en tubérculos y en algunas leguminosas. El consumo de carne de manera habitual y la estrecha relación que tiene en su ingesta el uso oportunista de herramientas que facilitó el proceso de masticación, se debe a que los homínidos de ese periodo tenían los dientes demasiado pequeños para poder desgarrar y masticar la carne cruda, dura por su tejido de tendones y nervios para lo que su mandíbula no estaba concebida para ello por su poca fuerza de mordida. Por estos motivos tuvo que ayudarse con instrumentos de piedra afilados que les facilitó poder cortar en trozos adecuados a su masticación e ingesta de carne. Con piedras para machacarla o con las que romper los huesos que contienen el tuétano, un superalimento con el que contaron nuestros ancestros y que sabían estaba en el interior de los huesos. La carne no se cocinó hasta hace 500.000 años, mucho tiempo después. Actualmente son muchos los científicos que creen que fue debido al cambio de dieta la causa por la que los homínidos desarrollaron la inteligencia. Hasta aquí parece que nadie cuestiona esta hipótesis que responde a muchas dudas sobre esta cuestión dentro de la comunidad científica. Sin embargo, en lo referente al crecimiento del cerebro parece que no está claro que se deba ser más inteligentes al crecimiento en el tamaño del cerebro y ese crecimiento, tal vez, debiera tener más relevancia atribuírsele a su cualidad y calidad cognitiva. Ahora bien, se requiere para su desarrollo un alimento que aporte mucha energía y la carne hace las veces de esa exigencia conteniendo proteínas, grasas y vitaminas esenciales como la B12 que sólo se encuentra en ella o en alimentos de origen animal como los huevos, la leche o el queso: también en algún alimento de origen vegetal como las algas marinas. Se aventuraron a explorar el territorio caminando erguidos, bipedos, antes del cambio de dieta, del refuerzo proteico que fortaleció de forma extraordinaria la inteligencia humana y que confirma ser otra la causa por la cual adoptaron los homínidos el bipedismo, como la que defiende la teoría del esfenoides que sucedió por bien distintas razones, como argumenta la paleoantropóloga Anne Dambricourt a la que muchos científicos internacionales han aplaudido y reconocido su sorprendente investigación. Hasta el punto de sugerir algunos que se la concediera como reconocimiento la medalla de la academia francesa de la ciencia, que así ha sucedido; sin duda, por la aportación de su descubrimiento que es muy importante para la comprensión de la evolución humana. Como la escritura evolucionó por nosotros, y nosotros lo hicimos por la naturaleza. De este modo se viene haciendo desde que salieron nuestros ancestros de su cuna originaria en el continente africano, hasta llegar a los rincones inexplorados del planeta en un lento proceso de adaptación y de supervivencia. De voluntad por saber qué hay más allá de la lejana línea del horizonte, dejando atrás la seguridad del único lugar que conocían, por lo desconocido y más peligroso. Otro descubrimiento que sacia nuestra humana sed que imprime preguntarse un por qué, hace del conocimiento una necesidad para el humano que siente la ignorancia como la peor de las soledades. Por eso, descubrimientos como la teoría del esfenoides y el bipedismo de la paleoantropóloga francesa Anne Dambricourt, es tan  importante como original para la comprensión de la evolución humana, nos hace sentir más acompañados. La investigación sobre el cambio de dieta de los homínidos realizada por el científico de la Escuela Normal Superior de Lyon, Vicent Batler, manifiesta lo siguiente: «La primera ventaja de comer carne es que para el desarrollo del cerebro, que es el sello distintivo definitivo de la evolución de los homo, se requiere comida de gran calidad.» -Y matiza que, «el panorama es probablemente diferente hace 1,5 millones de años los Homo se especializaron en principio en comer carne, pero es probable que después también comiesen plantas”. el estudio en el que participa realizado por la Universidad de Wits, en la ciudad de Johannesburgo, Sudáfrica. Los primeros ancestros humanos tenían una dieta más variada que la actual y los alimentos que ingerían los géneros Australopithecus, Paranthropus y Homo. Esto ha sido posible gracias al trabajo de un equipo formado por el director del Instituto de Evolución Humana de este centro universitario, el profesor Francis Thackeray, junto a otros científicos como Vincent Balter, José Braga y Paul Sabatier pionero por la fuente en la que basa sus conclusiones, que es sobre los niveles del estroncio que es el más escaso de los metales alcalinotérreos en el esmalte de los dientes para contrastarlos entre homo y paranthropus y en homo eran superiores los niveles de estroncio y bario lo que evidencia un consumo elevado de los homínidos en carne y la causa directa que tuvo en el crecimiento del cerebro. La inteligencia es la cualidad extraordinaria por la que destacamos del resto de animales y se atribuye tras el cambio en la dieta de los homínidos que era herbívora en paranthropus, combinada con frutos y plantas en los australopithecus que comenzaron primero a consumirla y la omnívora del homo en que es su base principal en la dieta donde se potencia y aumenta el tamaño del cerebro. En mi opinión la teoría de la dieta hace crecer al cerebro, al órgano, que se sigue estudiando esta posibilidad, sino en la profundidad cómo crece en realidad y es en su esencia, su sustancia que diría Descartes. Es en su jugo el atributo que concede la calidad a su contenido cognitivo. Podemos decir que nuestra inteligencia se activó de manera exponencial entonces por el cambio radical de la dieta. Otro descubrimiento que aportaron las investigaciones llevadas a cabo en el yacimiento arqueológico de Atapuerca, en Burgos, la realizó el paleoantropólogo José Luis Arsuaga y su equipo que dio a conocer  en 1997 el hallazgo del cráneo Nª5, que aporta otro eslabón a la cadena de la evolución humana con el nombre del género Homo Antecessor.

Fue datado de hace 900000 años, siendo hasta hoy el neardental más antiguo hallado en el continente europeo, y que constataron en sus investigaciones posteriores que estos individuos ya realizaban ceremonias rituales en los enterramientos de sus muertos que evidencia claramente que ya poseían conciencia; que tenían un  sentimiento consciente en ellos sobre el misterio que envuelve a la muerte, a lo desconocido, al reaccionar con muestras de respeto, de  veneración, añadiendo a sus actos funerarios el simbolismo de las ofrendas a los que mueren y de este modo la muerte pertenece ya a otro escenario; el de un mundo a parte que representa lo que no vemos ni comprendemos, que es diferente del mundo que reconocemos y que  despiertan cada día nuestros cinco sentidos más el otro que intuimos. Es posible que  los homínidos observaran los cambios periódicos de la Luna y que relacionaran, por una coincidencia, con los movimientos migratorios de las manadas de animales y que sucediera azarosamente en la misma fase lunar. Lo que hoy sabemos y entonces, lógicamente, no se comprendía, era que estaban creciendo por algo que es la antesala de todas las respuestas: La Duda, que entonces, para los homínidos, posiblemente, como mucho fueron sólo sospechas instintivas, que puede que comenzaran a relacionar por su capacidad de retener la información y recordar los sucesos: La Memoria. Los homínidos, erguidos y con paso firme, más que nunca, ya caminaban hacia nosotros. La cualidad de su extraordinaria inteligencia les posibilitó soñar que podían capturar vivos a los animales salvajes y criarlos en cautividad, domesticarles, sin tener que perseguirlos y darles caza en situaciones muchas veces de peligro en las que algunos individuos perdían la vida y otros quedaban malheridos con secuelas que arrastraba de por vida. Esa inteligencia les hizo ganaderos al domesticar a los animales como al ganado que le procuraba leche y carne. También se hicieron gracias a la inteligencia agricultores, sembrando cereales y otros vegetales que antes tenían que recolectar silvestres y de manera dispersa. Consiguieron tener cerca lo que antes estaba lejos y disponer de tiempo y  energía para crear, inventar, es decir, para sacar músculo gris que les concedió el nuevo estilo de vida. Las ventajas que les proporcionaba y que les negaba la vida nómada; siempre provisional donde estaban expuestos a las inclemencias del tiempo y al entorno hostil que les hizo temerosos y vulnerables. Las nuevas condiciones eran fruto del progreso que gracias al conocimiento ya no era solo cuestión de una simple suma y resta, sino de hacer multiplicaciones complejas y de divisiones que por los logros alcanzados les hizo tener otra  percepción de la existencia y en un espacio idóneo destinado a la creación humana que más tarde llamó arte en la más amplia expresión de la palabra donde se aglutina a todo aquello que surge cuando damos rienda suelta a los sueños de los que fluye la inspiración.

De tribus a etnias, a pueblos, de ciudades-estado a naciones e imperios 

Aunque las dos civilizaciones que más destacaron por su desarrollo en el pasado, fueron la sumeria y la egipcia, ambas aún tienen sombras que nos impiden conocer todo de ellas, tal vez, sea la sumeria la más desconocida a pesar de ser los inventores de la escritura y de los números y de llegar hasta nuestros días su legado en una vasta información que ha preservado intacta en forma de tablillas de arcilla donde se conservó abundante información escrita  y protegida por la acertada elección al utilizar este soporte, que de haberse escrito sobre cualquiera de los conocidos no hubiera sobrevivido al paso de los milenios y que gracias a estas tablillas ha perdurado en un estado admirable, pero al tratarse de una  lengua aislada hace que sea muy compleja su traducción que, sin embargo, poco a poco se va esclareciendo cómo fue su sofisticada estructura social ampliando el conocimiento de su cultura, de sus ciudades-estado que se estima que se inició 7500 años aE y su procedencia estuvo próxima al Mar Caspio, sin que sea ésta una confirmación ya que la civilización sumeria se va conociendo a medida que se va descifrando su lengua aislada de la que aún se sabe poco a pesar del ingente legado que se ha conservado sobre todo por las tablillas de arcilla que han soportado milenios y tragedias, el paso del tiempo. Sin embargo, sabemos que la civilización sumeria transcurrió en Mesopotamia, lo que hoy conocemos como Irak. Su apogeo cultural y de mayor desarrollo se produjo en las ciudades-estado. Dominaron el cobre hacia el 4000 aE. y el bronce hacia el 3500 aE. También hay constancia de un periodo en que fue gobernada por un consejo de ancianos y de otro periodo que fue gobernado por algún líder al que llamaban, El Gran Hombre. La ausencia en el entorno de piedra hizo que su arquitectura en cuanto a las grandes construcciones tuvieran que hacerse con ladrillos de arcilla, del que llegaron a ser grandes expertos y los edificios de mayor envergadura se destinaron a los templos. Eran amplias plataformas con una altura de tres plantas que recuerdan a las pirámides Mayas, pero planas, de poca altura a las que llamaron Zigurats. Los sumerios se adelantaron a las civilizaciones más desarrolladas que conocieron  más tarde, La Rueda, cuando otras grandes civilizaciones aún desconocían como los egipcios, constructores de grandes pirámides y complejas, el arte de la momificación. Que trasladaron bloques de granito por otros medios que no fueron la rueda y su escritura se basa en jeroglíficos, que lejos estaban de ser un abecedario de letras que combinadas crean palabras con las que dibujar  pensamientos y soñar lo que sentimos sin olvidar que nos hablan también entre las líneas de las frases y con el silencio. Cuando se pregunta por la tardanza en descubrir la rueda, se suele contestar que se debe a que en la naturaleza no hay ruedas…

Nietzsche y el lenguaje poético

Cuando descubrí hace unos años al filósofo alemán no conseguía comprender nada de lo que leía. La primera impresión que tuve de su filosofía me pareció un verbo abstracto escrito por el autor para que no se entendiera… Porque no supe leer entonces en qué lenguaje estaba escrito leyendo sus palabras como se lee una novela de horizonte lineal y literal que no suele alterar ningún concepto ni estimula con el sueño más allá de las palabras que uno lee. Un dictado que me parecía relatar lo que no lees, hasta que lo vi claro. Antes de filosofar Federico fue un brillante filólogo que es su verdadero y hermoso oficio de, –amante de la palabra-, que más o menos significa filología en griego antiguo. Es obvio que siendo como era un -neurocirujano- en el sentido de experto del lenguaje que escogiera entre todos el mejor para expresar su caudaloso y colosal pensamiento sin tener que recurrir a un espacio extenso donde algunas menciones se pierden enterradas por una retórica insolvente donde extenderse demasiado acaba aburriendo al lector. Nietzsche sabía que sólo un lenguaje permite comprimir

reduciendo las palabras sin alterar el argumento: El Lenguaje Poético. Al parecer Nietzsche compró una máquina de escribir danesa, por motivos de salud por el deterioro de su vista, en concreto la Writing Ball Malling-Hansen, que eligió entre otras, las primeras que competían en aquellos años de la segunda mitad del siglo XIX que fueron comercializadas, por la que se decantó, tanto por su diseño como por su funcionalidad, que parece hacer un guiño al futuro de las computadoras. Pero como ocurre con otros inventos a pesar de considerar a la máquina danesa mejor que la norteamericana Remington, no pudo competir con una publicidad y distribución fuertemente financiada que acabó por superar en el mercado. Tiempos que estaban llegando con el segundo milenio y se despedía a la tecnología de la Era Analógica del siglo XX para dar la bienvenida a la Era Digital del siglo XXI. Heinrich Köselitz, un compositor amigo del filósofo alemán, le comentó en una carta el cambio que notó se había producido en su escritura con el uso de la máquina y le dice: “Puede que con este nuevo instrumento te adaptes a nuevos giros idiomáticos”. En la misiva le transmite de ejemplo su experiencia, asegurando al filósofo: “Los pensamientos azarosos musicales y verbales a menudo dependen de la calidad de la pluma y el papel”  A lo que en otra carta Nietzsche le contestó: “Tenéis razón. Nuestros útiles de escritura participan en la formación de nuestros pensamientos“. 

“Nuestras percepciones no se basan en razonamientos inconscientes sino en tropos. El proceso original consiste en identificar lo semejante con lo semejante -en descubrir una cierta semejanza entre una cosa y otra-. La determinante para nuestro conocimiento, luego el ritmo para nuestros oídos. Nunca llegaríamos a una representación del tiempo partiendo del ojo, ni del espacio partiendo del oído. La sensación de casualidad corresponde al  sentido del tacto.” Nietzsche 2000:219-220 Para el filósofo el azar es como la metáfora de un lanzamiento de dados de la naturaleza y que se interpreta desde el concepto del caos. Con sus propias palabras nos dice su por qué: «Debes tener caos dentro de ti para dar a luz a una estrella danzante».

Benjamín Lajo Cosido

memorialista

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