Fuente: La Jornada/Juan Pablo Duch Sábado 08.02.2020
La visita de trabajo que hace dos días efectuó a México el canciller de Rusia, Serguei Lavrov, demostró que ambos países –a partir de su comprensión similar de cómo deben abordarse los grandes puntos de la agenda internacional– comparten la voluntad de robustecer la relación bilateral.
Y esta es una formidable noticia porque –en estos convulsos tiempos en que el inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, quiere (des)arreglar el mundo a su antojo–, beneficia por igual a México y a Rusia, aunque pudieran tener motivaciones diferentes a la hora de fijar su postura en cada caso concreto. A modo de ejemplo, las diplomacias mexicana y rusa respaldan, desde preocupaciones distintas, una misma solución para Venezuela: un arreglo político a través del diálogo sin condiciones previas.
El contexto para facilitar un mayor acercamiento entre México y Rusia infunde optimismo, ya que la intención del gobierno de AMLO de recuperar el liderazgo regional que perdió nuestro país al abandonar los principios constitucionales que rigen la política exterior abre nuevas oportunidades para articular iniciativas conjuntas en los organismos multilaterales o para defender posiciones comunes en la amplia problemática mundial.
En el plano bilateral, ambos países ratificaron durante esta vista el compromiso de conmemorar como amerita el inicio de relaciones diplomáticas un diciembre de hace 130 años, celebración que debe servir para revivir la comisión intergubernamental de cooperación económica, comercial, científica y tecnológica, que no se reúne desde 2011 y que lo hará en la Ciudad de México este mismo año, así como concluir la negociación y firmar varios convenios pendientes, entre otros, para abrir centros culturales, colaborar en el uso pacífico del espacio, intercambiar información entre fiscalías y dependencias policiales y suprimir las visas para estancias de corta duración, estimulando con ello el turismo en ambos sentidos.