Fuente: La Jornada Juan Pablo Duch 31.07.21
La cumbre de los presidentes Vladimir Putin y Joe Biden en la misma ciudad suiza en junio anterior, precedida de la renovación in extremis hasta 2026 del Nuevo Start (Tratado de Reducción de Armas Estratégicas), que limita el número de ojivas nucleares desplegadas por Rusia y EU a un máximo de mil 550 en no más de 700 sistemas balísticos en tierra, mar y aire, hizo posible la cita de los diplomáticos.
Serguei Riabkov y Wendy Sherman, encargados de exponer respectivamente la posición del Kremlin y de la Casa Blanca, recibieron la difícil encomienda de intentar restablecer el equilibrio que se ha ido perdiendo al enterrar Estados Unidos acuerdos claves en materia de desarme y confianza mutua: el tratado sobre misiles antibalísticos en 2001, el de fuerzas nucleares de alcance intermedio en 2019 y el de cielos abiertos en 2020.
Aunque el encuentro se llevó a cabo a puerta cerrada, es de suponer que ambos presentaron un detallado catálogo de quejas y reclamaciones de lo que consideran intentos de Washington y Moscú de romper el equilibro estratégico porque, a pesar del Nuevo Start, quedan miles de cabezas nucleares almacenadas en los arsenales de cada país (Rusia, de 4 mil 30 a 4 mil 700, y EU, de 3 mil 600 a 4 mil, según estiman la Federación de Científicos Estadunidenses y el Instituto de Estudios para la Paz de Estocolmo).
El panorama se complica al incluir en el debate las armas hipersónicas y otras nuevas modalidades tanto ofensivas como defensivas, y tampoco ayuda la falta de paridad de armas convencionales capaces de cumplir tareas estratégicas. Además, preocupan las amenazas que surgen de los países que, al margen de los cinco autorizados a tener arsenales nucleares, ya poseen o están cerca de fabricar la bomba atómica.
Buena noticia: la siguiente reunión de los negociadores tendrá lugar dentro de dos meses.