Fuente: Umoya num. 103 2º trimestre 2021 Mar Pozuelo Castillo (Burkina Faso)
Monique Ilboudo, sembradora de libertad
Monique Ilboudo abre caminos a las nuevas generaciones en Burkina Faso. Es la primera mujer que escribe y publica una novela en su país y la primera mujer profesora en la Facultad de Derecho. Sus compañeros (hombres) se reían de ella o la insultaban, mientras algunos de sus alumnos y alumnas se inspiraban en su ejemplo. Monique entendió, siendo apenas una niña, que su destino era sembrar para que otros recogieran y que su gran y verdadero amor sería siempre la libertad.
Con un hermoso bagaje familiar de rebeldía y respeto, nada asusta a Monique en la vida: «El entorno familiar es muy importante. Mi madre, que murió recientemente a los 85 años, se negó a casarse con el hombre que le imponían. Ser la hija de una mujer así supone mucho. Por otro lado, mi padre confiaba en mí y eso me ayudo a confiar en mí misma».
Mientras ve cómo sus compañeras del colegio van dejando los estudios para casarse, ella avanza con determinación hasta conseguir una beca para hacer un doctorado en Francia:
«Me marché a Europa con una beca nacional de estudios porque en aquella época no podía hacer un doctorado en mi país.
Mi tesis versa sobre los contratos que los Estados africanos firmaban con las multinacionales. Intento denunciar su inequidad e instar a los países africanos a unirse frente a la fuerza de las multinacionales».
Con el equipaje intelectual y sociocultural de su estancia en Europa, Monique regresa a su país y poco tiempo después se convierte en la primera mujer docente en la Facultad de Derecho: «Al principio, mis compañeros se reían de mí e incluso me insultaban. Por otro lado, a mis alumnos les llamaba la atención que yo llevara el pelo corto. A algunas alumnas esto les sirvió de inspiración.“Gracias a usted puedo llevar el pelo corto”, me decían. Creo que los frutos de los árboles que he plantado los recogerán las nuevas generaciones».
Cuando en 1992 publica su primera novela, Le Mal de peau,
Monique no es consciente de ser la primera novelista en Burkina Faso. Gana un concurso literario y justo después empieza a escribir una crónica, Femenino plural (Féminin pluriel), centrada en los derechos de las mujeres y publicada en el periódico más importante de su país, L’Observateur Paalga. «A menudo, las mujeres escribían en los periódicos de forma anónima. Yo decidí
publicar con mi nombre. La crónica no dejaba a nadie indiferente. Me encontré casi siempre con dos campos: el de las mujeres, que me defendían, y el de los hombres, que me provocaban. Una vez entré en la oficina de Correos y una mujer me cogió por el brazo y me dijo: “Le agradezco que hable de nosotras”. Este tipo de
comentarios me daba fuerza para seguir».
En los años 90, Monique crea el Observatorio de la condición de la mujer burkinesa (Qui-vive, l’observatoire de la condition de la femme Burkinabé) y, desde entonces, no ha cesado de luchar por los derechos de las mujeres. Su última novela, Carrefour des veuves (2020), que significa «Encrucijada de las viudas», trata sobre la situación de las mujeres frente a los grupos terroristas
presentes en su país, cuyos ataques han provocado ya más de un millón de desplazados internos. En 2018 Monique publica Si loin de ma vie, un libro sobre la migración. El protagonista es un joven homosexual cuyos derechos no son reconocidos.
En 2001 se edita Murekatete, una obra centrada en el genocidio de Ruanda e inscrita dentro de un proyecto que englobaba a una decena de los escritores africanos más relevantes en un intento de recoger su voz en relación al genocidio.
«Me identifico con la defensa de los más débiles, no me gusta la injusticia, amo la libertad, soy más una mujer de libertad que una mujer de poder. En mis novelas y artículos no hablo solo por mí, hablo de los problemas que viven las mujeres, del sufrimiento que veo».
Según Monique, el feminismo existe en África desde siempre, ya que cada sociedad tiene mecanismos propios para resistir a la opresión y cambiar la realidad. Pero, además de estas prácticas endógenas, en el diálogo con otras culturas se crean dinámicas de transformación interesantes: «En el pasado, las chicas de la misma generación encontraban la manera de criticar ciertas costumbres o a sus maridos, era una forma de resistencia. Por otro lado, la mirada exterior nos ha ayudado a ampliar nuestro campo de visión sobre ciertas cuestiones porque desde fuera se ven las cosas con otra perspectiva. Creo en la universalidad de la lucha por los derechos humanos. Gracias a la revolución se tomaron muchas medidas positivas para las mujeres en Burkina, pero hoy día muchos quieren volver atrás… Para las mujeres, nada está todavía realmente ganado». En el futuro, esta mujer
libre y luchadora quiere seguir escribiendo pero, sobre todo, imagina una mujer africana sin complejos, defensora de su autenticidad: «Mi mensaje a las mujeres es que sean fieles a sí mismas y a sus ideas. No hay que inquietarse por adoptar ideas que vengan de fuera porque somos una humanidad hecha de diversidad. En mi última novela, por ejemplo, hablo de las brasileñas o las coreanas que venden su pelo a las africanas… Nadie quiere nuestro pelo… Sin embargo, cada ser es único y cada uno tiene que hacerse respetar y respetarse a sí mismo. No podría defender ciertas ideas si no respetara lo que soy yo misma».
Forjada en la perseverancia, Monique nunca ha buscado el beneficio inmediato, las velas de su barco se inflan con el viento de la libertad y de los valores: «Cuando una lucha no recoge los frutos de inmediato, solo disfrutan de ellos las generaciones venideras. Pero cuando se tienen convicciones, hay que pelearse por ellas».