Fuente: https://www.afribuku.com/abdulrazak-gurnah-colonialismo-aleman-africa/ 26 ENERO, 2022
Abdulrazak Gurnah y las secuelas del colonialismo alemán en África Oriental
Abdulzarak Gurnah, Premio Nobel de Literatura en 2021, nos invita a reflexionar sobre el pasado colonial de Alemania en el período entre la Lucha por África y la Primera Guerra Mundial en lo que hoy es Tanzania, Burundi y Ruanda.
Autor: Tom Menger
Cuando Abdulrazak Gurnah fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en octubre de 2021, el jurado halagó «su profundización intransigente y compasiva de los efectos del colonialismo». Siendo África Oriental el centro de gran parte de la obra de Gurnah, el colonialismo alemán suele estar muy presente en sus novelas, más concretamente la colonia del África Oriental Alemana, la mayor colonia germana de todas, que comprendía los territorios actuales de Tanzania, Burundi y Ruanda. Aunque la historia de esta antigua colonia ha sido estudiada en profundidad, sigue estando en el centro de debates públicos contemporáneos sobre los genocidios alemanes perpetrados contra los herero y los nama, así como el debate sobre las continuidades entre ese genocidio y el Holocausto.
El África Oriental Alemana ocupa un lugar especialmente destacado en dos de las novelas de Gurnah: Paraíso (1994, en español editorial Salamandra, 2021) y la reciente Afterlives (2020). En ellas se evocan varios temas. El primero, quizá no muy sorprendente, es la violencia colonial. Aunque dicha violencia no siempre está en el primer plano de los libros de Gurnah, siempre está presente. Cuando los personajes de Gurnah se refieren a los mdachi, los alemanes, y a sus soldados africanos, los askari, suelen utilizar términos como despiadado, cruel y feroz. El dominio colonial alemán en África Oriental comenzó con violencia, cuando Hermann von Wissmann le declaró la guerra a las poblaciones costeras entre 1889 y 1890, después de que éstas se rebelaran al intento de la Compañía Alemana de África Oriental de gestionar la colonia como una empresa privada. El ahorcamiento en 1889 de uno de los líderes de la revuelta, Al Bushiri, que los alemanes orquestaron como un gran espectáculo, se repite como un acontecimiento incisivo en Afterlives.
Como han puesto de manifiesto investigaciones recientes, los autores europeos de la violencia colonial realizaron estos «espectáculos» de violencia brutal porque creían que enviarían un mensaje a lo que, en el discurso colonial británico, se denominaba con frecuencia como «la mente nativa». Sin embargo, los amos coloniales rara vez se detenían a considerar lo que constituía esta supuesta «mente nativa», que percibían como monolítica e inmutable. Este tema también es evidente en el caso de Gurnah. Si bien la violencia alemana solía conmocionar a la población local, ésta se producía muchas veces por cuestiones igualmente incomprensible: Paraiso relata, por ejemplo, cómo los alemanes «ahorcaron a algunas personas por razones que nadie comprendía». Sin embargo, a veces las referencias de Gurnah a ese «espectáculo» de violencia alemana también revelan cierta ironía. La exagerada fanfarronería de un askari en Afterlives, que se jacta de que todo el mundo debería temer a los «despiadados bastardos furiosos» de la fuerza colonial Schutztruppe y de que sus oficiales alemanes son «expertos prepotentes en el terror», no consigue impresionar mucho a Pascal, un africano perteneciente a una misión local.
Una vez que los alemanes subyugaron la costa en 1890, dirigieron su atención a arrebatar a los árabes el control del comercio de caravanas, que se extendía desde el mar hasta el Congo. El fin de este comercio de caravanas sirve de telón de fondo en Paraíso: «No habrá más viajes ahora que los perros europeos están en todas partes», se lamenta en algún momento un experimentado guía de caravanas. Pero esto sólo fue el comienzo de la conquista alemana. El dominio alemán continuó penetrando en los territorios del interior hasta inicios del siglo XX. Las guerras que se sucedieron se caracterizaron por una violencia especialmente destructiva. El ataque indiscriminado a los campos, las cosechas y las aldeas formaba parte del repertorio habitual de las guerras coloniales (no sólo de los alemanes) para someter con el hambre a los evasivos enemigos. Entretejiendo epítetos alemanes, Gurnah explica a través de un personaje askari: «Así funcionaba la Schutztruppe. A la menor señal de resistencia, los schwein eran aplastados y su ganado sacrificado y las aldeas quemadas».
El episodio más devastador de este modo de batalla fue la guerra de Maji Maji, de 1905 a 1907, cuando varias etnias se rebelaron simultáneamente contra los trabajos forzados y los impuestos punitivos del régimen colonial. La guerra proporciona el escenario inicial de Afterlives, aunque la costa de África Oriental no se vio afectada en gran medida por los combates y, por tanto, los acontecimientos sólo aparecen en segundo plano. Con todo, Gurnah no tiene dudas sobre la crudeza de la guerra: «los alemanes han matado a tantos que el país está sembrado de cráneos y huesos y la tierra está empapada de sangre». Las investigaciones estiman que la guerra costó hasta 300.000 vidas, principalmente debido a la inanición resultante de las tácticas de tierra quemada.
Cuando la Primera Guerra Mundial llegó a las costas de África Oriental, los europeos lucharon por primera vez contra otros europeos en esta región. Sin embargo, como subraya Gurnah, los ejércitos que se enfrentaron en este teatro estaban compuestos en su mayoría por africanos e indios, que constituían la base de las fuerzas coloniales de ambos bandos. En el bando alemán, el comandante Paul von Lettow-Vorbeck, que se vio superado por las fuerzas británicas, belgas y portuguesas, llevó a cabo una retirada de combate tipo guerrilla, que mantuvo hasta el final de la guerra. Esta campaña le valió la fama en Alemania durante décadas. Pero la glorificación del comandante en la posguerra enmascaró la brutal realidad de la retirada, en la que las tropas de Lettow-Vorbeck confiscaron despiadadamente las tiendas de la población local para alimentarse, y luego procedieron a quemar todo lo que encontraban a su paso para bloquear a sus enemigos. El resultado —una vez más— fue un hambre desesperante. Además, decenas de miles de civiles africanos fueron reclutados como porteadores y murieron de agotamiento. Las poblaciones locales que se resistieron se enfrentaron a graves represalias, como en Afterlives, donde un cabo ejecuta a un anciano de una aldea de un tiro en la cabeza. El trauma inducido por la horrible retirada alemana es un tema recurrente en el libro. Las investigaciones actuales sugieren que este hecho histórico acabó con varios cientos de miles de vidas en África Oriental durante la Primera Guerra Mundial, a lo que hay que añadir cientos de miles más después de que la gripe española descendiera sobre una población ya demacrada y devastada.
Leer estas novelas solo como un tratado literario sobre la violencia colonial no les haría justicia. También ofrecen una rica visión de la vida de los pueblos colonizados. Gurnah, que nació bajo el dominio colonial británico en la isla de Zanzíbar, presta especial atención a la vida de la población costera y a sus influencias africanas, indias y árabes. En este entorno cosmopolita, el islam, como religión y visión del mundo, y el swahili, como lengua franca, eran con frecuencia los elementos de unión. Precisamente este cosmopolitismo ha llevado recientemente a esta región a la atención de la historia global, ya que muestra que la globalización no está impulsada exclusivamente por actores occidentales. Una densa red de conexiones a través del Océano Índico, la costa de África Oriental, el Cuerno de África, Madagascar, las Comoras, la Península Arábiga y la costa occidental de la India prevalecía aquí siglos antes de la colonización europea. Los comerciantes de Zanzíbar podían activar redes para pedir préstamos en la India, y los eruditos islámicos se movían libremente entre los distintos polos de este cosmos.
Con gran sensibilidad y a veces con una atmósfera de cuento de hadas, Gurnah explora este mundo de caravanas y ciudades costeras, con todos sus matices. Los personajes de Gurnah viven su vida a pesar del colonialismo. Crecen, adquieren experiencia, disfrutan de la riqueza o sufren la pobreza, y se enamoran. A veces los amos coloniales quedan relegados a un segundo plano. Así, estas novelas cuentan historias de resiliencia en las que los colonizados no son meras víctimas.
Hacia el final de Afterlives, Gurnah aborda la cuestión de las continuidades entre el colonialismo alemán y el nazismo, aunque a su manera. Resulta que Ilyas, un askari cuyo paradero después de 1918 no se cuenta en el libro, se trasladó a Alemania en la década de 1920. Allí encontró trabajo como cantante, actuando en actos de propaganda de tendencia revisionista-colonial. Debido a un romance con una mujer blanca, fue internado en un campo de concentración en 1938, donde murió en 1942. Por increíble que parezca, se han registrado historias de vida similares de antiguos askari reales en Alemania. Muchos alemanes de ascendencia africana pasaron la guerra en campos de concentración, pero algunos permanecieron en Alemania después de la guerra. Representan un tipo diferente de continuidad: la de una comunidad negra duradera en Alemania.
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Artículo original publicado en Africa is a Country
Traducción: Alejandro de los Santos